El vino es el gran aliado de la gastronomía. Los diversos estilos hacen posible pensar en un vino espumoso de aperitivo, vinos blancos y rosados para las entradas o platos más claros, y vinos tintos para los más estructurados y oscuros. ¿Cuáles serían, entonces, ideales para un final de comida? Resulta que tenemos la costumbre de destinar las elegantes burbujas para el cierre de un lindo encuentro; aunque estos vinos resultan no ser los ideales, precisamente por ser tan sutiles y delicados.
Para los postres hay una interesante propuesta entre los vinos de cosechas tardías y los encabezados dulces, es decir, vinos a los que se les añade alcohol vínico durante su elaboración con el fin de conservar el azúcar natural de las uvas.
El de la pastelería es un mundo tan amplio y complejo como el de las bebidas, y es así como las opciones se vuelven aún más tentadoras.
Hay un espacio ideal para los destilados. Así surgen combinaciones fantásticas como pensar en toda preparación como chocolate amargo que acompañará perfectamente un vino estilo Porto, como también un Brandy, un whisky y un ron para hacer prevalecer el acuerdo regional.
Bajo este último concepto es ideal buscar un vino del estilo passito italiano con los cantucci, ritual que permite remojarlo en el vino, o el Jerez dulce, tan buen amigo de las frutas secas y el mazapán típico español.
La cerveza negra es recomendable que la prueben con un postre con fuerte presencia de dulce de leche.
Con mousse de limón o frutas exóticas podrán buscar en las grapas u otros destilados de orujos.
La bombonería ya es otra historia, pues prevalecerán los ingredientes de cada preparación.
Fuente: lanacion.com.ar
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