El Gourmet Urbano: Un siglo de dulcería

miércoles, 26 de marzo de 2014

Un siglo de dulcería

Camilo de Blas acaba de cumplir sus primeros 100 años, con la vista puesta en seguir la senda de «la máxima calidad» para «no traicionar el legado familiar» que comenzó en Oviedo en 1914

Cumplir 100 años está al alcance de muy pocos.Como ocurre con las personas, a veces es cuestión de suerte y no se explica. Otras, es porque algo se ha hecho bien.Seguramente, en el caso de Camilo de Blas, algo tenga que ver lo segundo. José Juan de Blas, dueño y nieto del fundador, asume que la receta es «la máxima calidad». «Es una responsabilidad. Hacer otra cosa, sería traicionar el legado familiar», y no habla en balde.

 

 

Un legado íntimamente ligado a la capital.Fue en 1924, diez años después de la fundación de la casa enOviedo, que ya venía de haber sido fundada con anterioridad en León y que continuó allí también hasta no hace muchos años, cuando esta pastelería creó el pastel que, que le daría fama internacional: el carbayón. «El Ayuntamiento pidió a mi abuelo que hiciera un pastel para representar a Oviedo en la primera Feria de Muestras de Gijón y allí se llevaron los carbayones». Y gustaron. «Cómo no iba a ser bueno, si gustó tanto el pastel de Oviedo enGijón», bromea.

En la actualidad, Camilo de Blas, en la calle Jovellanos de Oviedo, es parada obligada de turistas.Los autobuses aparcan enfrente para que los turistas puedan comprar el suvenir dulce de la ciudad. Un souvenir que no es exclusivo de Camilo de Blas:«¿Patentarlo?Alguna vez pensé que hubiera sido mejor hacerlo, pero era otra época. Por otra parte, eso nos sirve para no dormirnos en los laureles, para saber que hay que seguir haciéndolos con la máxima calidad». Al final, explica, «sí hay unas medidas y no otras de los ingredientes, pero lo importante es el saber hacer, la profesionalidad, el cuidarlo todo y la capacidad de comunicarse con el producto», cuenta sin desvelar las cantidades exactas de cada ingrediente. «Existe una fórmula con la proporción exacta como puede haberla en los óleos y colores de un bodegón de Velázquez, pero, ¿serviría de algo conocerla?», repite De Blas.

 

Hojaldre, azúcar, almendra, jerez, mantequilla, huevos y horneado, son básicamente los ingredientes y preparación de este exitoso dulce. Un éxito que su bisabuelo se encargó de comenzar y que su abuelo forjó, no sin asumir riesgos.Fue el primero quien abrió enLeón, a principios del siglo XIX la primera confitería: «Es muy difícil conocer la historia de esta casa. Dicen que abrió en 1827, pero para cerciorarse habría que investigar mucho, no hacer como yo, que intenté comprobarlo, fui a un sitio oficial a buscar información y me preguntaron el CIF. Claro, en mil ochocientos.... Ahí no iba a conseguir nada», cuenta como anécdota. «Mi bisabuelo tuvo varios hijos. Cuando se casó el primero, mi abuelo, su padre lo trajo hasta Oviedo, le dejó dos buenos oficiales de León y aquí lo dejó sin nada más».

 

«Me contaba mi padre que el secreto del éxito pudo estar en la posguerra, cuando era muy difícil conseguir buenos ingredientes (mantequilla, harina...) y mi abuelo, si no tenía buenos ingredientes no hacía pasteles, por lo que la gente empezó a entender que si había pasteles es que tenías los mejores ingredientes», recuerda. «Creo que aunque haciendo pocos pasteles y claro, vendiendo pocos, fue lo mejor que pudo hacer para conseguir un nombre: era  o la mejor calidad o nada. Ahora lo escuchamos continuamente, sólo se puede competir con calidad, pero antes ya había quien lo pensaba.La historia va siempre dando vueltas aunque pensemos que ahora somos más listos que nadie», reflexiona el propietario de la pastelería.

 

No fue Oviedo su única ubicación enAsturias. Un año después de abrir la de Oviedo, abrió unCamilo de Blas enGijón.El bisabuelo hizo en la villa marinera lo mismo que había hecho en Oviedo al casarse un segundo hijo.  «Hubo un tiempo que funcionaron las tres confiterías a la vez. Este hermano de mi abuelo, no tuvo descendencia Creo que una vez muerto se hizo cargo una descendiente de su mujer que cambió la filosofía. Por lo que me han comentado, poco a poco fue perdiendo calidad y ventas.Increíblemente, la gente me cuenta cosas de las vivencias enGijón.No se por qué, pero a la gente se le quedó grabado el buen jamón de york que tenían».

 

Estas confiterías no sólo servían dulces sino que también eran tienda.Camilo de Blas es también hoy en día enOviedo, una reputada tienda gourmet de producto exclusivo: «Una señora mayor me contaba que un día un buen amigo de mi abuelo le había llevado un producto para que vendiera en la tienda. Lo probó y le dijo: si quieres que sigamos siendo amigos no vuelvas a traer cosas como estas a mi casa. Era sagrado, no como ahora, que podemos explicar que no queremos un producto, que no es nuestra política.Antes era algo tajante: No quiero que vuelva a cruzar la puerta de mi casa con eso».

 

Tanto la confitería de Gijón como la de León terminaron cerrando. «Si  hubiera sido más adelante, quizás hubiésemos conservado ambas, la de León por ser la casa madre. Afortunadamente no está mi bisabuelo para verlo, pero hoy en día, donde estaba hay un restaurante de comida rápida». En Oviedo, sin embargo, sigue la caja registradora de principios de siglo, (reventada por unos ladrones que lógicamente no encontraron nada en este objeto decorativo), el mármol del mostrador, los relojes, un mosaico único de la casa Codorníu... y un espíritu de calidad para no traicionar:«Aunque me dieran el oro y el moro, ¿cómo iba a traicionar una idea por la que mi familia ha dado la vida?». Por delante dos hijas, a las que De Blas no fuerza:«Tengo esperanza de que quieran continuar con el negocio, algunas frases ya me han dicho y confío en que sea así». Camilo de Blas, con sus carbayones y sus 100 años son el ejemplo de una empresa familiar como lo son también otras centenarias del Principado. En Grao, Tejeiro, se fundó a principios del siglo XX y muy probablemente haya cumplido ya los 100 años, aunque la familia que continúa con el negocio y sus afamados tocinillos de cielo, no sabe precisar la fecha.La Playa, enGijón, de 192, o la Fe, fundada en plena Guerra Civil son también ejemplos, como lo son las ovetenes Peñalba, La Mallorquina oAsturias. Esta última procedente de la familia que fundó Gersán en Laviana, en 1912.Una confitería que ya ha cambiado de propietarios.También es casi centenaria, entre otras, la Confitería Calvo de Infiesto. Parece ser que la dulcería, enAsturias, es cosa de disfrutar con tiempo.

 

Fuente: gastronomia.elcomercio.es

 

 

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