El Gourmet Urbano: Desconectarse se impone como norma en la mesa

viernes, 15 de agosto de 2014

Desconectarse se impone como norma en la mesa

Crece la tendencia de los restaurantes que desestimulan el uso del celular a la hora de comer.

 

Muchos saludos de bienvenida se han quedado sin respuesta por clientes que entran a un restaurante sin parar de hablar por teléfono. Un sinnúmero de horas de conversación sobre la mesa se han perdido entre chats y ‘ríos’ de tuits que roban la atención del comensal. Incontables platos han sido devorados sin ser saboreados por la urgencia de responder un correo pendiente y ratos de sobremesa se han desaprovechado por conversaciones telefónicas que obligan al acompañante a pedir la cuenta antes de tiempo.

 

La imagen de comensales ensimismados en sus equipos se ha vuelto incómoda.Foto: Shutterstock

La imagen de comensales ensimismados en sus equipos se ha vuelto incómoda.

 

Casi sin percibirlo, mucho se ha perdido de la experiencia de ir a comer desde que la tecnología se instaló en la mesa. Al punto de que esa imagen de comensales ensimismados en sus equipos móviles se ha vuelto tan incómoda –y mal educada– que cada vez más restaurantes se han sumado a la idea de desestimular el uso de los celulares para rescatar el placer de comer o tomar un buen vino, compartiendo esa ocasión con la persona que se tiene al frente. En Estados Unidos se han visto ejemplos, como Eva Restaurant en Los Ángeles, que hace dos años ofrecía un descuento de 5 por ciento a cambio de dejar los teléfonos con la recepcionista. O la franquicia Filter, en Washington, que no ofrece el servicio de wifi e invita a sus clientes a “dejar los portátiles en el bolso y a tomarse un descanso”.

Colombia, recientemente, se ha apegado a esta tendencia. La cadena Wok, por citar un caso, ha destacado por la creatividad de los mensajes que imprime en sus individuales y que buscan recordar que “en la mesa, la mejor conversación es con quien tiene al frente”.

 

“La idea surgió de una reunión donde conversábamos sobre las situaciones que se presentaban por el uso del celular y cómo eso afectaba la operatividad”, comenta Antonio Docampo, director operativo de Wok. “Una toma de un pedido, por ejemplo, podía quedar interrumpida por una llamada. Y de esas inquietudes surgió hace 5 meses la idea de hacer los individuales con estos mensajes, que –sin ánimo de criticar ni juzgar– buscan hacer un llamado de conciencia”.

 

La idea caló tanto –cuenta– que, durante el Mundial, recibieron muchas críticas por la instalación de televisores en los establecimientos, pues ello contradecía esa idea de promover la conversación. “Tuvimos que sacar un comunicado para explicar que era coyuntural. Una vez que terminó el evento, renovamos el mensaje de nuestros individuales en la misma línea de aprender a valorar los momentos”, añade.

 

En Chile, la marca de vinos Castillo de Molina impulsó la idea del ‘Cell Parking’ y esa iniciativa que invita a los consumidores a desconectarse fue replicada en Medellín durante mayo y junio en 10 restaurantes de la ciudad.

 

“La actividad consistía en que, en cada restaurante, una embajadora de la marca invitaba a los comensales a dejar sus celulares en un casillero y, a cambio, recibían una botella de vino como sorpresa. Así hicimos que la decisión fuera voluntaria y no motivada por la gratificación. Durante la campaña entregamos 470 botellas e impactamos a unas 900 personas con el mensaje ‘Volver a disfrutar’”, explica Alejandro Arango, representante de mercado de la firma Dislicores.

 

Juan Fernando Tejeda, propietario de la pizzería Bruno, fue uno de los que se sumó a esta idea, porque quería que sus clientes volvieran a tener un recordatorio al cien por ciento de la experiencia de haber visitado su restaurante. “El resultado fue positivo. El tiempo de estadía fue mejor y la compra también. La gente compartió y no estuvo con afán. Estuvieron más abiertos a compartir un café o postre en la sobremesa. De allí que las ventas no sufrieron por no vender licor”.

 

Pero más allá de estas iniciativas, debe haber un componente de voluntad propia para romper con este fenómeno, pues la nomofobia o adicción al teléfono celular, responde –a juicio de Juan Camilo Díaz, profesor del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana– a nuestra incapacidad de administrar la tecnología, lo que genera una constante tentación de usar el teléfono sin importar las circunstancias.

 

“Lo que se utilizaba como herramienta para comunicarnos ha llegado a romper vínculos. Hemos dejado de hablarnos, de jugar, de leer. Debemos dejar esa necesidad de publicar nuestra vida y recobrar la soledad de vivir situaciones con nosotros mismos. Recobrar la esencia de compartir más amor y menos likes”.

 

MIRELIS MORALES TOVAR

 

Fuente: eltiempo.com

 

 

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