“Luis quería estudiar cocina y yo me casé con un francés, así que el destino estaba claro cuando decidimos que era necesario salir del país en busca de futuro. Es triste abandonar nuestra tierra pero llegamos con el impulso de emprender”.
Este dúo venezolano adoptó el concepto del “food-truck” (camión de comida) como una alternativa económica de dar a conocer la cocina con la que crecieron.
cortesia Aji Dulce
“No teníamos para invertir en un restaurante convencional, que en Paris resulta muy costoso y además queríamos hacer algo diferente, llegarle a todo el mundo sin pretensiones y estar en contacto directo con la gente. Nos movemos por todos lados, así que nuestros comensales varían constantemente”, cuenta Daniela.
El nombre que los reconoce rinde honor al ingrediente imprescindible del recetario nacional. “El ají dulce nos recuerda a Venezuela, a los sancochos de la tía, la carne mechada de la abuela, al pollo de la vecina…De alguna manera es cada una de las memorias gustativas de nuestra tierra”.
Un nombre, una reputación…
Estos emprendedores tenían claro que los comensales europeos eran difíciles de ganar y aún más los que viven en la llamada “cuna culinaria”. Pero eso no fue impedimento para conseguir críticas positivas de parte de sus clientes.
Según Daniela, han llegado a vender hasta 200 arepas en un solo día. “La clave de la receptividad de nuestros comensales es que todo lo elaboramos con nuestras manos, todo tiene el sello de Ají Dulce; desde los rellenos para las arepas y los tequeños, hasta los postres… absolutamente todo”.
Luis Alfredo y Daniela usan esa aprobación como gasolina para echar andar cada día el proyecto familiar que se ha traducido en comida con sabor a casa.
Cortesia Aji Dulce
“Trés belle decouverte” (un bello descubrimiento) es una frase que los reconforta cuando viene de boca de algún que otro francés que ha sucumbido a los encantos del dulce de ciruela o de una reina pepeada.
Al par que dirige este proyecto, el año que tienen andando les ha reportado más de una alegría. Ají Dulce fue incluido en una competencia junto a los mejores establecimientos rodantes de comida de Francia (150 en total) y obtuvo el puesto 57. Para otros, puede que la cifra no represente un triunfo, pero para ellos es el reconocimiento de un esfuerzo que apenas empieza pero que se hace con entrega y empeño.
“Nos han sucedido muchas cosas pero lo más bonito es el cariño de la gente. No solo de los propios franceses si no de los venezolanos que están acá. Recuerdo un día que se nos acercó una señora, emocionada al ver el camión verde aparcado frente a ella, y nos dijo que tenía 20 años sin comer arepa. Se le llenaron los ojos de lágrimas y ahí se nos aguó el guarapo a todos”, relatala criolla.
La nostalgia por la tierra los asalta cada tanto, entre medio de memorias que se traducen en sabores y en olores de la patria conocida.
“A mí Venezuela se me dibuja con el ruido de ese grillo que canta en las mañanas, con la imagen del Ávila, el jugo de caña, la ciruela de huesito, el aroma intenso del mango, los amigos, la familia y, por supuesto, el buen humor”, culmina Daniela.
Por Rey Hernandez/Viviana Mella
Fuente: AsiSoyTricolor
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