El Gourmet Urbano: Italia, Etiopía, Turquía...: la vuelta al mundo en una taza de café

martes, 5 de julio de 2016

Italia, Etiopía, Turquía...: la vuelta al mundo en una taza de café

Ese gesto cotidiano de tomar una buena taza de café nada más levantarnos, e incluso varias veces al día, se repite desde hace siglos a lo largo y ancho del globo
Ese gesto cotidiano de tomar una buena taza de café nada más levantarnos, e incluso varias veces al día, se repite desde hace siglos a lo largo y ancho del globo. Pero se trata de una costumbre tan extendida como diversa según la parte del mundo en que se lleve a cabo. Desde las gigantescas tazas de Estados Unidos al café que casi se puede masticar en Turquía, pasando por Italia, donde el café es una religión, o Etiopía, donde es un arte, sin olvidarnos de nosotros mismos y de nuestro popular y españolísimo carajillo.

Café

Estados Unidos, café XXL


Todos, hayamos o no visitado Estados Unidos, sabemos que los norteamericanos son adictos a tomar grandes tazas de café, e incluso a pasearse por las calles y parques de sus ciudades bebiéndolo en vasos enormes. Sin embargo, no siempre fue así. Como colonia británica que fue, Norteamérica era adicta al té hasta que en 1773 tuvo lugar en Boston el famoso motín durante el que se arrojó al mar todo un cargamento como acto de rebelión por la aprobación en Londres del Acta del Té que gravaba su importación para favorecer a la Compañía Británica de las Indias Orientales. 

Café


Desde entonces, los americanos empezaron a cambiar el té por el café hasta convertirse en el segundo consumidor mundial de café que son hoy, solo por detrás de la Unión Europea. Allí, el tipo de café más bebido es el famoso café americano, bastante flojo para el gusto europeo, que se prepara con dos partes de agua caliente y una de café solo, tal y como lo hacían los soldados americanos destinados en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

A popularizar la cultura del café, también contribuyeron, a partir de los años 40, los famosos ‘diners’ americanos, esos restaurantes prefabricados que tan bien retrató en sus lienzos el gran Edward Hooper. En estos locales, que en ocasiones abren 24 horas, sirven hamburguesas, sándwiches, desayunos a base de huevos y todo tipo de postres. El café -bastante aguado- es gratis y los camareros -generalmente camareras- se pasean entre las mesas rellenando generosamente las tazas.

Italia, espresso, capuccino... café con mayúsculas


Café espresso

En Italia, el café es un arte, un orgullo nacional. El café es sagrado. Los inventores del 'espresso' y el 'capuccino' conocieron el café en el siglo XIV y su puerta de entrada, como para tantas otras cosas, fue Venecia. Entonces era un artículo de lujo, pero con el aumento paulatino de las plantaciones en América su precio se fue abaratando y su popularidad creció exponencialmente.

Sin duda el más popular de los café italianos es el 'espresso', preparado con café recién molido en la cafetera del mismo nombre y servido en taza pequeña, nunca de capacidad mayor a 25 ml., para poder degustar mejor su aroma, sabor y concentrada textura. Los italianos lo toman a cualquier hora. La otra gran forma de preparar café en Italia es el 'capuccino', que normalmente consumen en el desayuno o primeras horas de la mañana, ¡jamás después de comer!, servido en taza grande y ancha en la que se funden el 'espresso', la leche y su espuma, y al que sería un pecado añadir nata montada, pero no coronarlo con un poquito de canela molida.

Turquía, café con cuchillo y tenedor


La devoción de los turcos por su café es incuestionable. El café turco, o 'türkkahvesi', declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se prepara con café arábigo molido, tradicionalmente con molinillo manual, hasta lograr una consistencia casi como de harina y es, posiblemente, el más concentrado del mundo. Este café que casi se puede masticar y cortar con cuchillo y tenedor, se suele servir en tacitas pequeñas y sin asa, y es también ávidamente consumido en Armenia, los Balcanes y Oriente Medio, donde en muchos países se aromatiza con especias como cardamomo o canela finamente molidas.

Café turco

Para su preparación se utiliza un 'cezve', la tradicional cafetera de metal en forma de jarra y con un largo mango para su manipulación. En el 'cezve' se vierte el agua y se añade el azúcar para que se deshaga. Una vez esté hirviendo la cafetera se retira del fuego y se añade una cucharadita de café por persona y una más de propina al final. El café se hierve dos veces consecutivas retirándolo del fuego entre las ebulliciones y antes de servirlo se le añade una cucharada de agua fría para favorecer el depósito del poso en el fondo del 'cezve' y se vierte en la taza sin filtrar.

Etiopía, la cuna del café


Algo que no todo el mundo conoce es la tremenda importancia del café en Etiopía que, de hecho, es considerada la cuna del café conocido allí como 'bunna'. En este país africano aún prosperan en forma silvestre los cafetos de arábica. Un antiguo proverbio asegura que para los etíopes “el café es su pan de cada día” y sus cosechas están entre las más deseadas de todo el planeta. La importancia cultural del café para los etíopes es tan grande que aún hoy existe toda una secularceremonia ritual para su preparación que se considera sagrada y propiciatoria de buena suerte y que también se celebra en los vecinos Eritrea y Sudán.

Se trata de una ceremonia que estrecha lazos sociales en base a la conversación, el respeto y la hospitalidad, a la que nadie en su sano juicio rechazaría asistir una vez invitado porque sería la peor ofensa que un etíope puede recibir. 

Café en Etiopía

La ceremonia comienza por lavar los granos de café verde antes de tostarlos sobre el fuego en una sartén plana para después molerlos en un mortero de piedra y hervirlos en brasas -en las que también se queman incienso o sándalo- dentro de una vasija de barro, la 'jebena', redondeada en su fondo y de alto y estilizado cuello. Una vez elaborado y antes de saborearlo con mucha azúcar, nunca con leche, se servirá primero una taza en honor de los ancestros familiares y espíritus protectores del hogar.
España, nuestro entrañable carajillo

Y qué decir de nosotros... en España tomamos café a todas horas. Somos uno de los mayores consumidores del mundo: el 63% de los españoles mayores de 15 años, unos 22 millones de personas, toman, al menos, una taza de café cada día. El consumo medio es de 3,6 tazas diarias de café y el consumo semanal en nuestro país supera los 535 millones de tazas, lo que al cabo del año supone nada menos que 27.820 millones de cafés.

Carajillo

Nuestro preferido es el café con leche -una parte de café y dos de leche-, protagonista indiscutible de cualquier desayuno, pero también somos adictos al solo, al cortado o al café con hielo... sin olvidar nuestro exclusivo carajillo, ese café con un chorrito de brandy, whisky o ron capaz de levantar cualquier ánimo.

Dos versiones existen para explicar el origen del carajillo. Según una de ellas, habría nacido en Barcelona en el siglo XIX, cuando los carreteros que transportaban mercancías por los mercados de abastos a primera horas de la mañana tenían la costumbre de tomar un café y una copa, pero como la mayoría de las veces no tenían tiempo para saborearlos tranquilamente por separado solían pedir en los bares: "Posa’m-hojunt que ara guillo" , "Pónmelo junto que llevo prisa". Y ese "ara guillo" habría pasado al resto del país como 'carajillo'.

La segunda y más aceptada versión se remonta también al siglo XIX, a la guerra de Cuba, donde parte fundamental de la dieta de los soldados españoles que allí combatieron eran los productos de la isla: café, azúcar y ron. El sobrevenido coraje que a estos hombres les infundía la ingesta simultánea de ese café con azúcar y ron sería, según los historiadores, el origen del carajillo. Se cuenta que los mandos, antes de que los soldados entraran en el combate, les daban esta bebida con la consiga: "Tómense esto y váyanse al carajo"... y de ahí, nuestro popular y entrañable carajillo.

ANTONIO CASTILLEJO

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