El Gourmet Urbano: Cómo conseguir que (casi) cualquier vino sepa bien

jueves, 5 de enero de 2017

Cómo conseguir que (casi) cualquier vino sepa bien

Un estudio apunta a que existe una forma de engañar al cerebro para lograr disfrutar más de una copa de vino

Vino blanco para el pescado. Vino tinto para las carnes. Vino dulce para los postres. Y el champán, con fresas. Las reglas más elementales para saborear un vino hace tiempo que se tambalean. Existen enólogos y cocineros que proponen combinaciones disléxicas y extravagantes, y el mundo sigue en pie.


Porque como cualquier otro placer sensorial, el gusto por los vinos es subjetivo. Hasta cierto punto. “Las recomendaciones en el consumo del vino son el resultado de estudios, observaciones y pruebas, pero si no nos gustan estas conclusiones, las podemos cambiar a nuestro gusto. Al fin y al cabo el vino se hace para disfrutarlo, y no todos lo disfrutamos igual”.

Detrás de esta declaración de principios está Àngel Garcia Petit, enólogo y sumiller de reconocida trayectoria. “No hay ningún elemento que pueda mejorar el vino, pero tanto los recipientes en los que se bebe como la temperatura o el lugar pueden resaltar sus cualidades o las pueden ocultar”.

Vino y queso, ¿una combinación perfecta para los sentidos?


Un estudio elaborado por científicos franceses ha puesto sobre la mesa que tomar un bocado de queso antes de beber un poco de vino mejora el sabor del líquido. La razón está en las grasas de los lácteos (como el gruyère o el gorgonzola), que en combinación con los taninos del vino realzan su sabor.

Garcia Petit aprueba los resultados del estudio: “Algún queso puede suavizar la aspereza demasiado intensa de un vino tinto, y en este caso el vino nos parece mejor”.

Y continúa: “Los alimentos y los platos elaborados aportan sabores y aromas que modifican las sensaciones del vino, y según sea la combinación de los alimentos con el vino el resultado será favorable o desfavorable para el vino. Lo mismo al revés: según sea el vino, el plato sale ganando o perdiendo. Este es el reto y la dificultad de lo que habitualmente llamamos ‘maridaje’”.

Un estudio ha indicado que el vino mejora con un poco de queso (akdemirhk / Getty)

Hoy en día se marida todo. Pero para el experto hay otros ingredientes menos sabrosos y palpables que contribuyen a ensalzar un vino, como la temperatura. “¿Qué placer nos produciría una fabada, un cocido o una escudella fríos?”.

“La temperatura es el factor que más a menudo descuidamos, y rara vez es la adecuada para el vino. El cava sería la excepción, acostumbramos a beberlo a una temperatura bastante acertada”.

Otro elemento en liza es el recipiente en el que se sirve un vino. Muerte al vaso de plástico, que “modifica un poco el sabor, y el tacto del plástico en la boca distorsiona las características del vino”.

La copa de cristal es el receptáculo pertinente, porque resalta las cualidades del vino. Pero Garcia Petit no hace ascos al vaso, “un vaso adecuado funciona con algunos vinos muy concretos”. Aunque, cuidado con el tamaño de la copa, porque puede hacer que nuestro cerebro nos engañe para que bebamos más de lo que debemos.

ÀNNIA MONREAL

Fuente: La Vanguardia

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