El Gourmet Urbano: Por qué siempre debes pedir el #vino más #barato, según un gran #sumiller

jueves, 27 de abril de 2017

Por qué siempre debes pedir el #vino más #barato, según un gran #sumiller

Un especialista cuenta algunos trucos que utilizan los restaurantes para que elijas lo que ellos quieran. Ante tal panorama, escoger el vino más económico no es una mala opción

Precios inflados por las opiniones y la influencia de los expertos, el esnobismo de ciertos locales selectos, denominaciones de origen que se ponen de moda o vinos de importación cuyo valor no tiene por qué ser superior al de un buen caldo local. En un artículo publicado hace algunos meses vimos cómo a la hora de pedir una botella de vino en un restaurante, elegir la más económica puede ser una opción inteligente.

Si todavía tienes recelos a la hora de pedir la botella más económica, te damos otro motivo. (iStock)


Te queremos dar ahora un motivo más que añadir a esta lista. Mark Oldman es un experto sumiller, autor de un blog sobre educación vinícola, así como del volumen ‘How to Drink Like a Billionaire’, que defiende la misma postura. Veamos qué propone.

Los trucos de los restaurantes


Oldman cuenta que los sumilleres conocen muy bien el comportamiento de sus clientes y por eso los restaurantes prevén sus movimientos antes de que se sienten a la mesa.

Atento a los vinos que se venden por copa: el coste de la primera suele cubrir lo que el restaurante pagó al por mayor por la botella

Por ese motivo, ciertos vinos con excedentes en la bodega pueden estar en una situación privilegiada de la carta, para que el restaurante pueda darles salida lo antes posible. Estos vinos suelen ser de hecho la peor opción del elenco.

Ante estos trucos de marketing, Oldman remarca: “Te servirán mejor si pides el vino más barato, algo que los comensales descuidan por miedo o por vergüenza. Asegúrate solo que lo pides en un restaurante que se preocupa por su vino, donde incluso los caldos más modestos son de buena calidad”.

No es ser tacaño


¿Cómo identificar estos locales? Según este experto hay que saber tantear a los camareros. Estos deberían demostrar conocimientos a la hora de hablar de las cartas, proferir comentarios inteligentes sobre la oferta y saber guiar al cliente en el momento de la cata.

Los sumilleres verdaderamente buenos son capaces de vender vinos deliciosos que están en los lugares más escondidos de las cartas

Oldman advierte que hay que estar atentos a los vinos que se venden por copa y no por botella. Apunta que aunque pedir una copa puede ser una buena opción, lo normal es que a la larga salga más caro: “El coste de la primera copa cubre prácticamente lo que el restaurante pagó al por mayor por la botella”.

Afirma el experto que el talento de un buen sumiller no se demuestra vendiendo vinos caros: “Cuando se trata de eso, cualquier chimpancé puede vender buenos vinos que cuestan una fortuna”. ¿Dónde reside la verdadera destreza de alguien que conoce bien su oficio? “Los sumilleres verdaderamente buenos son capaces de encontrar y vender delicias que están en los lugares más escondidos de las cartas”.

¿Y si no me fío del sumiller?


Oldman presenta una situación en el que el personal es experto y bienintencionado, pero ya sabemos que no siempre es el caso. Si decides ir por libre, una alternativa puede ser encomendarse a la opinión de personas como tú. Para ello existen numerosas aplicaciones de móvil y páginas web donde la gente deja sus pareceres sobre distintos vinos, como sucede con cualquier otro producto.

Algunos expertos extraen muchos datos mirando el vino, buena parte de esa información está ya en la etiqueta, ¿por qué no mirarla?

Si no te fías de nadie, eres un lego y quieres lanzarte tú mismo a valorar la experiencia, tomando como inspiración algunas de las indicaciones de Wine Folly, uno de los blogs más prestigiosos en educación de vinos, te presentamos una guía rápida para tener algunas claves a la hora de decidir si la botella que te ofrecen merece o no la pena.

1. Mira la etiqueta. Que no te dé pudor. Los expertos pueden extraer mucha información contemplando directamente el caldo, pero a no ser que el restaurante no cuide su producto, o haga auténticas trampas, muchas de esas características están ya escritas en el propio contenedor (porcentaje de alcohol, añada, variedad de uva, etc.). No estás en un concurso de catas, nadie te pide que extraigas esos datos por tus habilidades o conocimientos, luego si los puedes obtener por otros medios, ¿qué tiene de malo?

Valora si el resultado final es o no equilibrado. ¿Tenía el vino alguna característica especial que te haya impresionado?

2. Huele. Apreciar un buen vino por su aroma solo se consigue cuando el olfato está bien educado. En el vino se buscan tres tipos de aromas. Los primarios son aquellos derivados directamente de la uva e incluyen las notas frutales, vegetales o florales; los secundarios provienen de la fermentación y son aromas caramelizados, de queso, lácticos...; los terciarios son el así llamado ‘bouquet’, provienen de la crianza del vino en barrica y de su etapa de maduración en la botella, son notas balsámicas, de madera, de frutos secos, y de muchos otros tipos. Captar todos estos matices en una nariz que no está preparada es muy difícil, pero por lo menos cuando te sirvan un caldo intenta buscar la complejidad y no un único aroma.

(iStock)

3. Saborea. Intenta apreciar el gusto que deja el vino en la lengua: ácido, amargo, dulce... Los que se extraen de viñas cercanas al mar tienen, incluso, gustos salados. Cuanto más alcohol tenga el caldo, la textura será también más “rica”. Se pueden apreciar también los taninos en nuestra lengua, a través de esa sensación áspera, seca y amarga que dejan algunos tintos. Intenta estudiar la duración del gusto: hay un principio, un medio y un final. ¿Cuánto tiempo pasa hasta que el sabor del vino desaparece?

4. Concluye. Valora si el resultado final es o no equilibrado: demasiado ácido, demasiado alcohólico, demasiado dulce o con un exceso de taninos. ¿Tenía el vino alguna característica especial que te haya impresionado? Para ser un experto se necesitan años de preparación, pero con unos pocos conocimientos se puede extraer alguna “idea” concreta y bien definida.

GONZALO DE DIEGO RAMOS

Fuente: El Confidencial

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