Es casi una fantasía pararse frente a una vitrina engalanada con dulces que hablan de un tradición traída de lejos, atravesando un océano entero tan parecido a la grandeza de Francia, cuna occidental de la pastelería.
Chantilly es casi un emblema de la ciudad. Esta pastelería francesa nació en un estratégico lugar de Valencia hace 13 años y desde el mismo lugar ha sido testigo omnipresente de los albores y decadencias de uno de los puntos más neurálgicos de esta urbe.
En la calle de los cafés de El Viñedo, Eric Buffenoir, un francés precursor, decidió escribir el primer capítulo de la pastelería gala, hasta ese momento desconocida en estos lares. A fuerza de mousses, cremas, hojaldres, chocolates y frutas, fue enamorando a miles de paladares que de tanta vehemencia por la dulzura del país de la torre Eiffel, siguen concurriendo el local como en los inicios más apasionados.
Con azúcar en la sangre
Este confeso admirador del pastelero Yves Thuries, nació en la Costa Azul de Francia y los aromas que endulzaron desde siempre su vida, provenían de los hornos donde su padre, pastelero vitalicio, horneaba sus ricuras de sol a sol.
El enamoramiento por la pastelería flechó su corazón desde la más tierna edad. Con tan sólo 7 años, ya jugaba a preparar sus primeras tartaletas con ayuda de un rodillito hecho a su medida por el padre, quien admirado por la inclinación del hijo, motivaba el talento.
Cada año, los veranos, momentos cruciales para su pueblo que abría los brazos al turismo, transcurrían en la pastelería familiar pues la demanda reclamaba más postres, más dulzura.
Con el arte de los fogones en la sangre, a los 12 años tomó la decisión de estudiar formalmente pastelería pues el destino parecía estar muy claro: sería pastelero como su progenitor.
Tres años de estudios abrieron un mundo de posibilidades en la mente del joven quien alternó algunas estancias en el negocio filial con el paso por varias pastelerías reconocidas de la región natal.
Capítulo criollo
Fue a cargo de un crucero donde conoció la vorágine que significa complacer el gusto de cientos de turistas a bordo. Luego de dos años de intenso trabajo, el barco atracaría en un destino de América, Venezuela.
El puerto de La Guaira le dio la bienvenida a Buffenoir en el año 1988 que ya había escuchado hablar del país y dejó los miedos a un lado para ir en busca de su próximo destino, el Hotel Tamanaco.
Entregó su hoja de vida y regresó a los agites del mar. Días después retornaba para quedarse a cargo de la pastelería del reconocido hotel.
Años más tarde, Margarita lo llamaba cual sirena encantada. Estuvo a cargo del Hotel La Samanna y más tarde tuvo un breve paso por Puerto La Cruz.
Valencia sería su siguiente y definitiva parada. En la capital carabobeña se le antojó abrir un restaurante que bautizó honoríficamente como La Flor de France.
En 1997 nacería Pastelería Chantilly y desde entonces, se han preparado esos postres emblemas de la pastelería francesa.
“Cuando llegué a la ciudad nadie sabía lo que era un Fraisier, ahora es un postre infaltable en cualquier pastelería, eso me da orgullo”, expresa Buffenoir, sonriendo con humildad.
Gracias a este local, dulces como Opera, Milhojas, Bavarois y algunas mousses dejaron de ser extraños para los valencianos.
Alrededor de veinte postres son la oferta de Chantilly pero Buffenoir confiesa que se ha adaptado a los gustos consustanciales de sus clientes por eso ha incorporado postres importantes para los criollos como el pie de limón, la torta de queso americano y los profiteroles, entre otros.
Además, con la incorporación del panadero francés, Christian Malbot, se ofrecen delicias como la Focacchia en francés llamada Fougasse, el pan de jojoto, de pesto, de musli el integral, la tradicional Baguette y la Vianese.
Los amantes de las galletas deliran con la de chocolate y canela, la de avena y pasas, los populares coquitos y el llamado Financiero, un ponquecito de almendras.
Algunos productos originalmente franceses también pueden encontrarse en Chantilly pues es Buffenoir siempre ha querido ofrecer sus sabores nativos.
Los desayunos son memorables gracias a finuras saladas y hojaldradas, rellenas de pollo, jamón, queso, queso crema y otros antojos, así que la tentación está a la hora del día.
Hoy, más de una década después, Buffenoir sigue al frente de su sueño hecho realidad pero ahora desde las exigencias de la gerencia pues la prosperidad del negocio ha sido inevitable. Una sucursal en el C.C Sambil de Valencia lo mantienen agitado para mantener contentos a aquellos que día tras día encuentra en Chantilly un pedacito de Francia.
Alfredo Yegres es el pastelero detrás de los postres de Chantilly pero siempre bajo la mirada atenta de un francés que bien sabe que la pastelería se lleva en la sangre.
Chantilly está ubicada en la calle 104 cruce con 139 de El Viñedo, antigua calle de Los Cafés. Horario: de lunes a jueves de 8:00 am a 9:00 pm y viernes y sábados de 8:00 am a 10:00 pm.
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