El abandonar nuestra ciudad natal, así sea por 1 día o años, trae como consecuencia experiencias muy buenas. Una de ellas es que se nos pone frente a nosotros la perfecta ocasión para probar cosas nuevas; y como ustedes saben, yo siempre los invito a experimentar
En mi caso más concreto nací en Caracas, pero soy una persona que le encanta viajar. Los venezolanos somos reconocidos internacionalmente por nuestra excelente cocina, ya que es una mezcla de lo mejor de muchas culturas (española, italiana, portuguesa, alemana, japonesa, china, etc.) y hasta la evolución de muchos platillos tradicionales de otros países surgen en nuestro país, el mejor ejemplo es el sushi.
Por ende, nos gusta mezclar y probar cosas nuevas cada vez que cocinamos o vamos a un restaurante. Son pocos los venezolanos que les gusta repetir el mismo tipo de comida al día siguiente de haberla comido, por esta razón la proliferación de restaurantes y locales en la ciudad de Caracas con diversas propuestas gastronómicas es increíble.
Bajo esta premisa es fácil darse cuenta que cuando un venezolano viaja busca los mejores platillos en los mejores lugares y los compara con la versión venezolana del mismo, si es que existe. Podemos ir de Australia a Canadá, de México a España, de Italia a Rusia, y siempre que veamos alguna comida la trataremos de asociar con algo que probamos estando en Venezuela.
Yo soy de las personas que trata de probar lo más típico de cada zona a donde voy, cada vez que llego a una ciudad nueva pregunto especialmente: - “¿qué se come y bebe aquí?”, o investigo por adelantado los platos y bebidas correspondientes a ese sitio que visitaré. Mi experiencia me ha indicado que uno puede llevarse sorpresas agradables -y también desagradables- al hacer eso, debido a que no todo lo que nos sirvan será de nuestro agrado o estará por encima de su versión venezolana; apuesto a que muchas veces les ha sucedido esto último.
Actualmente resido en Zaragoza, España y como viajar estando en Europa es mucho más fácil que estando en Venezuela, he tratado de visitar la mayor cantidad posible de ciudades según mi bolsillo y mi tiempo lo han permitido. Esto cambió un poco mi mentalidad, me di cuenta que a veces viajo no sólo por admirar paisajes y monumentos sino también para explorar las culturas en su ámbito gastronómico. Es muy agradable comer o beber algo en su propio lugar de origen y darse cuenta de los cambios que el paso del tiempo y el cambio de continente les han adjuntado.
Pero además de todo esto existe una razón de mayor peso para viajar y es que, a veces, se consiguen productos que en nuestro país jamás podríamos tener acceso a ellos por diferentes razones económicas y legales: Vinos y licores excepcionales a precios increíbles, frutas y verduras desconocidas para nosotros, métodos de cocina inigualables, carnes de animales y especies que en nuestro país sería muy extraño de probar y hasta flores para adornar nuestra mesa.
Sin irnos muy lejos, en ciudades del interior de Venezuela como San Cristóbal, Maracaibo, Punto Fijo, Puerto Ordaz, entre otros, podemos probar cosas que en la capital no se habitúa comer o beber. Es por eso que yo los motivo a salir de sus casas, así sea un fin de semana para visitar una ciudad distinta y así disfrutar todo lo que, gastronómicamente hablando, ese sitio tiene para brindarnos.
Daniel Delgado
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