En realidad, el “pobre” agricultor es el que las lleva de perder. Para mí, como tostador, es muy fácil: hago una llamada, pregunto si hay café verde lavado, y luego lo mando a tostar. Sencillamente una vulgar transacción comercial. Pero alguna vez se han preguntado ¿qué pasa cuando no hay café?, ¿qué pasa con el agricultor?
En países como el nuestro, que aún el café no es tan prioritario, el “pobre” agricultor es el que paga los platos rotos: el café se enferma de broca, roña y otra cantidad de enfermedades y animalitos; al “pobre” agricultor le roban la pick up donde transporta el café, le expropian la finca, lo asaltan en el camino, y en realidad, todo ese trabajo para recibir como mucho Bs 790 por saco de café. ¿Saben qué? Yo no haría ese trabajo tan arduo para obtener esa paga. Además, en estos sistemas de comercio regulado, obtienen más beneficio los intermediarios y mayoristas, que los “pobres” agricultores.
Por eso es que se ha creado a nivel mundial el Comercio Justo, y son unidades de comercio, promovidas por organizaciones del tamaño de las Naciones Unidas. Justamente, el 14 de mayo pasado se celebró el Día Mundial del comercio Justo.
Los productores deben formar parte de cooperativas que operen de manera voluntaria y democrática, se rechazan los subsidios y ayudas asistenciales (de allí la frase del comercio justo: «Comercio, no ayuda»), así como el rotundo rechazo a la explotación infantil. Se trabaja dignamente respetando derechos humanos. Lo más importante, el precio que se paga a los productores permite condiciones de vida dignas. Los compradores generalmente pagan por adelantado para evitar que los productores busquen otras formas de financiarse. Starbucks, por ejemplo, hace esto, “pre compra” las cosechas, además de garantizarse calidad y cosechas. Se valora la calidad y la producción sustentable, se cuida el medio ambiente y, algo vital, se busca EVITAR intermediarios. La idea es llegar directo al consumidor.
En Venezuela ya tenemos varias operaciones de comercio justo que están amparando a productos como el café y el cacao. Hay un proyecto que lleva por nombre Café de Bosque, que está en un pueblo que se llama Calderas de Barinas, en el pie de monte andino. Están cultivando y cosechando buen producto, e incluso están trabajando para obtener la certificación de café orgánico.
Todo se puede hacer, la idea es tener el apoyo de entes que lejos de ahuyentar la producción, fomenten estas iniciativas.
Espero escribir en un futuro algún post dedicado al comercio justo en Venezuela y a la gran cantidad de café de calidad que estamos exportando.
Hasta la próxima.
¡Café y vida!
Pietro Carbone
Barista
http://carbonespresso.blogspot.com
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