El verdadero artesano es aquel que utiliza materias primas naturales y fórmulas tradicionales. Los nuevos estilos de vida requieren nuevos hábitos de consumo y nuevas formas de alimentación. Esta premisa ha sido totalmente asimilada por los pasteleros y fabricantes que se han ido adaptando a la demanda del consumidor desarrollando nuevos productos sin descuidar la salud y contribuyendo, incluso, a que ésta sea mejor.
A lo largo de los años, el concepto de pastelería artesanal ha ido sufriendo algunos cambios en la forma de percibir el producto por parte del consumidor, debido no sólo a la competencia sino a las alternativas destinadas a satisfacer la demanda. En numerosas ocasiones los maestros pasteleros y confiteros han manifestado su opinión a cerca del consumo de productos industrializados y de los comercios minoristas que trabajan sin la adecuada preparación y conocimiento.
Nuevos hábitos de consumo
Para muchos de ellos el sector de la pastelería tradicional artesana, junto con el sector del pan, puede considerarse uno de los grandes perjudicados debido a los nuevos hábitos de consumo y a la enorme penetración que han tenido en los últimos años las tendencias dietético-estéticas que han revolucionado el mercado de la cesta de la compra a todos los niveles. Si hace dos décadas era habitual el consumo de pastelería en todos los hogares como un postre de fin de semana, sobre todo los domingos, éste ha ido disminuyendo atendiendo a criterios muy selectivos de los alimentos.
Sin embargo, estas tendencias, equivocadas en muchos casos, han provocado efectos claramente contrarios a los buscados. España registra en estos momentos un bajo consumo de dulces y postres artesanos, pero el índice de obesidad no ha dejado de crecer en los últimos diez años, particularmente en edades tempranas, pasando de un 6% a un 32% en esta última década. Este índice, considerado por el gremio un indicador muy útil para determinar cómo responden los hábitos de alimentación en una población tan sensible como la infantil, está demostrando que el descenso del consumo de hidratos de carbono y azúcares no ha hecho más que disparar la obesidad.
Todo esto se debe a los alimentos sustitutivos como la bollería industrial que tienen un papel determinante en esta historia. Los hábitos están cambiado de forma errónea, pues se tiende a prescindir de la pastelería tradicional artesana para introducir productos mucho menos saludables por su contenido en grasas saturadas, en gran medida, de la mano de una política de precios muy agresiva.
Los grandes profesionales de este sector siguen trabajando por que el verdadero artesano de la pastelería sea aquel que atiende de forma personalizada a sus clientes asesorándole sobre las características y frescura de sus productos para los que utiliza materias primas naturales y fórmulas tradicionales. Aquel que no industrializa ni fabrica en serie sus productos, que mantiene en todo momento buenas prácticas de manufactura, así como una correcta higiene y manipulación de los alimentos.
La pastelería es un arte donde se combinan una variedad de ingredientes para obtener un producto suave y delicado, cuya base indispensable está formada por harina, mantequilla, nata, azúcar y huevos.
Mantener la tradición de elaborar todos los productos solamente con materias primas naturales es la apuesta que mantienen los maestros artesanos de la región para los que las tradiciones y las buenas costumbres tratan de incentivar el consumo de estos productos de una manera saludable. Pastelitos, hojaldres, pastas o bombones son elaboraciones que requieren de una mínima manipulación para que resulten una auténtica tentación para aquellos que quieren disfrutar de un postre saludable que les proporcione una sensación fresca y agradable.
Como dice el refrán, a nadie le amarga un dulce y la buena pastelería tiene el don de saber despertar todos los sentidos. Cualquier momento es bueno para saborear un buen dulce y si es artesano, mejor. La mayor parte de las ocasiones uno paladea estas delicias en momentos especiales y compañía de familiares o amigos. El día a día de los pasteleros y reposteros es trabajar los ingredientes con mucho cariño para poder mantener el producto y conservar tanto su frescura como el sabor y la calidad que siempre a caracterizado a las confiterías de la región.
Fuente: eldiariomontanes.es
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