El Gourmet Urbano: Una duda: además de uva ¿existen vinos de otras frutas?

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jueves, 25 de julio de 2013

Una duda: además de uva ¿existen vinos de otras frutas?

El diario The Guardian publicó una nota sobre vinos ingleses tradicionales que no se hacen con uvas. Leyéndola, me acordé de otros ejemplos más exóticos. Te los cuento.

 

En busca de la embriaguez los hombres hemos intentado fermentar de paltas a tomates. Y mientras que algunos ensayos resultaron buenos con los siglos –el vino y la cerveza, por ejemplo- otros no alcanzaron igual popularidad.

 

vinosdeotrasfrutas


A esos fermentos, la mayoría de las legislaciones acepta llamarles “vinos de…”, ya que cualquier aclaración sobre la palabra vino implica tácitamente que no es de uva. Hay muchos y muy raros. Acordándose de algunos, la columnista de The Guardian, Fiona Beckett –una reconocida wine writer británica- publicó la semana pasada una reseña sobre los vinos de frutas y flores ingleses. Ella los describe como adorables o sabrosos, ideales para el maridaje campestre, en un plan claramente laudatorio.

 


Desde Bien Jugoso recojo el guante lanzado por Beckett y te llevo a conocer otros fermentos de frutas que tienen, al menos, algún productor en el mundo. Los más exóticos, y al parecer intomables a mi gusto, son:

  • Vino de Tomate: la vieja rencilla acerca de si el tomate es una verdura o una fruta, queda despejada con la existencia de Oovda Winery, en Springfield, Missouri, que elabora un vino de mesa con tomate, según certifica la TTB (el organismo norteamericano encargado de expender las autorizaciones de venta). No tengo ni remota idea de qué sabor pueda tener, pero arriesgamos que se parecería a una cerveza sin alcohol, cuyo gusto a tomate es ineludible, mezclado con una pizca de ketchup. ¿Algún valiente levanta la mano?
  • Florida Sweet Avocado Wine. Toma una docena de paltas, intenta fermentarlas y cuéntanos qué gusto tiene un vino elaborado con este rico y verde fruto americano, más propio de un guacamole que de un soft drink. Deducimos que será lo más parecido a la criptonita, en sabor y efectos sobre el organismo. Pero su contra etiqueta intenta convencernos de lo contrario. Dice: “tiene una refrescante nota de cáscara de limón en la nariz, que recuerda a un divertido día soleado en los cayos de la Florida. Absolutamente hermoso.” Cuesta 15 dólares la botella. Por 150 te envían una caja.
  • Florida Banana Wine: pocas cosas deben ser más difícilmente escurribles que el jugo de una banana. Pero técnicamente existe la posibilidad de fermentarlas o, al menos, las empresas Florida Orange Groves inc y Cross Creek Groves conocen la fórmula letal. Para la ley norteamericana se trata de un “vino genuino” hecho ni más ni menos que de bananas. Y lo mejor de todo: el Cross ganó un premio “Best of Class” en la Indiana State Fair Wine Competition. Cuesta 19 dólares en internet. Si lo quieres probar, nada más entra a crosscreekgroves.com. Si te arrepentís, podés elegir el de Mango, que según la casa estamos en temporada.
  • Vino de Melón. Otro hallazgo del mercado norteamericano, elaborado por Lone Maple Farm. En su contra etiqueta reza las siguientes notas de cata: “Este vino está elaborado con Melones Cantaloupe hidropónicamente cultivados en nuestra granja. Es dulce, suave y le recordará a una cálida y relajante brisa de verano. Ideal para acompañar tartas de frutas. Sírvalo frío.” Impecable. El otro dato curioso de esta casa es que, desde 2007, elaboran vino de uvas… hidropónicas, es decir, cultivadas no en tierra, sino en agua. Visitarlos debe ser una gran aventura agrícola.
  • Vino de Tilo. Una rareza, sin dudas, que tiene efectos doblemente soporíferos: Por un lado, el tilo ayuda a la relajación, como es sabido; y por otro, el alcohol convoca al sueño en la segunda copa. Un cóctel lenitivo que elabora Wild Wines de Oregon, con un plus: la empresa se dedica, entre otras ricuras, a producir vino de diente de león silvestre (panaderos, como los conocemos aquí), del cual, en la cosecha 2009, elaboraron sólo 20 cajas de 12 botellas. Se explica: salir a juntar semejante cantidad de flores debe ser una tarea dura. Búscalos en Facebook, donde 519 followers dan cuenta de sus ricos productos.
  • Honey Wine: para los antiguos egipcios los fermentos de miel eran una verdadera delicia que consumían en determinadas celebraciones. Sin embargo, Jailhouse Wine produce un vino de miel saborizado con 9% de naranjas y 1% de pasas de uva. Al menos la etiqueta es enigmática. Pero no son los únicos. Fiona Becket destaca a Cornish Mead Company, que elabora hidromiel saborizadas, con cierto éxito en Londres, donde ciertos restaurantes lo sirven los lunes con maridajes. Más en cornishmead.co.uk.
  • Vino de Sandía: una flagrante demostración de que el mito popular es falso y que la mezcla de sandía con vino no es letal. Lo produce Fieldstone Vineyards en Minnesota. Y si bien podemos hacernos una idea de qué sabor tiene, no estoy del todo seguro de querer probarlo. Lo bueno es que, desde la última vez que visitamos su Facebook, a la fecha, hay 1069 fans, unos 400 nuevos. Eso, en tres años. Todo un éxito.

 

UN TRAGO EXTRA


La chicha: fue el fermento universal de las culturas americanas y se hacía –y hace- masticando unos granos de maíz y luego poniéndolos a fermentar con otros. Da un líquido espeso que, cuando está bien hecho, es sabroso y levemente perfumado. En síntesis sería una cerveza de maíz. Dos cosas curiosas tiene la chicha: una baja graduación –no supera los 3%-; la otra, que una vez que empiezas a beberla, te sube lentamente hasta dejarte en una suerte de apunamiento a nivel del mar. Hay marcas comerciales, pero lo mejor sigue siendo probarla en Bolivia o Perú, en una chichería de ley.

 

Fuente: planetajoy.com 

 

 

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