Para mitigar problemas gástricos, o ayudar a masticar y tragar en momentos de dificultades, se pueden preparar recetas eficaces y atractivas para los niños
Cuando los pequeños tienen mal de estómago, problemas víricos que provocan diarreas o vómitos, cuando tienen irritada la garganta, presentan pupas en la boca o incluso estrenan ortodoncia, necesitan someterse por un tiempo limitado a una dieta blanda.
- Imagen: cookbookman17 -
El menú debe adaptarse a las circunstancias; de hecho, en muchas ocasiones es la propia dieta la que va a actuar de cura. Por ello merece la pena esforzarse en añadirle atractivo y apetencia en lugar de imponer el 'castigo' de comer solo arroz y pescado hervido. En este artículo se ofrece una serie de recetas y métodos gastronómicos que refuerzan la curación sin renunciar a disfrutar de la comida.
Arroz y pescado, lo básico
La opción de arroz blanco y pescado hervido es de todo el mundo conocida. De hecho, junto al agua con el limón podría considerarse casi sinónimo de dieta blanda, entendida como de protección gástrica. Esa combinación, segura y satisfactoria, es básica para enfrentarse a una gastroenteritis, que implica una pérdida de agua y nutrientes. Y puede ser un buen inicio, pero no la única opción, menos cuando comienzan a remitir los síntomas.
- El arroz contiene más de un 70% de almidón y alrededor de un 7% de proteínas. Es una base idónea que, además, ofrece múltiples posibilidades, desde el desayuno hasta la cena, pero no solo como arroz blanco hervido. Un arroz con bebida vegetal (no con leche de vaca), sin medida de azúcar en la receta puede ser un reconstituyente para el inicio del día. Una sopa de arroz con pollo sin piel conforma un plato único satisfactorio a media mañana, y un puré de zanahoria, nabo y arroz puede ser protagonista de la cena. Todo servido en pequeñas cantidades y, si es necesario, espaciándolo cada dos o tres horas. Así daremos tiempo a que se despierte un poco el apetito y, entonces sí, podremos atenderlo de inmediato.
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El pescado blanco hervido, sin grasa, puede presentarse tal cual en el plato, pero también se puede aliñar con un poco de cilantro, de perejil o de laurel, tres especias que ayudan a las digestiones y hacen el plato más sabroso sin alterar su función curativa. Puede también presentarse en sopa, con un poco de sémola, o hacer un fumet suave como base a la que añadir zanahoria, o tofu, o incluso tiras de pollo.
Pero ya decíamos que hay otra dieta más allá del arroz y el pescado...
Miso, zanahoria, calabaza y borraja
La calabaza y la borraja contienen sustancias que ayudan a suavizar las mucosas y calmar las irritaciones. El miso es una pasta fermentada de soja (o de soja y cereales) con la cualidad demostrada de favorecer la digestión porque contiene enzimas y lactobacilos similares a las del intestino. Hay que seguir las recetas, e interpretarlas reduciendo la cantidad de sal, de cebolla y de cualquier componente que no sea la base.
Una taza de sopa de miso puede alternarse con la ingesta de agua de arroz, para ayudar al niño en sus primeros momentos de malestar y desgana, de diarrea, vómitos, dolor abdominal u otras molestias digestivas. La zanahoria, la calabaza y una verdura suave como la borraja tienen unos sabores a los que los niños no hacen ascos y que combinan muy bien. Juntas, en forma de crema, es fácil de comer y de digerir y les aporta muchas vitaminas y minerales. La calabaza con arroz o sencillamente acompañada de zanahoria y rehogada con albahaca, a pesar de su suave efecto laxante, potencia la acción emoliente (suavizante) y protectora de la mucosa del estómago.
La vitamina A (en forma de beta-caroteno o provitamina), abundante en las hortalizas de color naranja intenso, tiene la cualidad de nutrir las mucosas y regenerarlas. Este aspecto es clave en cualquier proceso de irritación, bien sea de la mucosa digestiva (diarrea, estreñimiento, vómitos) o respiratorio (laringitis, llagas en la boca, faringitis), y hay ciertos alimentos que cumplen tal propósito terapéutico complementario.
Pollo con boniato, mejor que con patatas
El boniato, al igual que la patata, es un tubérculo y comparte con ella una semejanza nutricional casi en calorías y en hidratos de carbono. El boniato es más dulce y concentra algo más de azúcares, pero nada desproporcionado como para que no pueda ser recomendado en dietas de protección gástrica. Estos tubérculos cocidos o hervidos, al horno o en cremas, sin mantequilla ni aceites ni frituras templan la sensación de vacío, y se pueden convertir en el acompañamiento idóneo de una pequeña ración de proteína reparadora. La recurrente pechuga de pollo hervida con romero, una planta con acción sobre el hígado y la secreción de la vesícula biliar, es un poco menos aburrida. Puede combinarse con plátanos al horno, o a la plancha con limón. Además, la riqueza de vitamina A y carotenoides de los boniatos los hace destacar sobre las patatas en el cuidado y reparación de las mucosas irritadas.
En cuestión de carnes, conviene ser cauto y limitarse durante los primeros días de inicio con la comida sólida -más pronto o más tarde, según la evolución del niño- a las carnes blancas magras de pollo de corral o de pavo. El conejo, aunque es reconocido por su escaso aporte graso, contiene fibras musculares más largas que se traducen en más dificultad para digerir. Y en este momento, el objetivo de la dieta es el de procurar el menor esfuerzo a todos los órganos digestivos, desde el estómago y el hígado, hasta el páncreas o los intestinos.
Las frutas: pera, manzana y compotas
La fruta en compota es perfecta para la dieta blanda de protección digestiva, siempre y cuando se seleccionen bien las frutas y se cocinen potenciando su función astringente. Hay que descartar cualquier cítrico (naranjas, mandarinas, pomelos), o frutas ácidas como la piña y el kiwi, pero a partir de ahí, será la tolerancia del niño enfermo o desganado y su apetencia la que marque la norma. Eso sí: siempre hay que optar por piezas peladas y maduras.
La compota de pera con castaña y sin azúcar, la compota de manzana con zanahoria y la compota de manzana con pera son tres ejemplos de recetas que podemos ofrecer a los pequeños entre horas. Se puede usar canela o mezclarlas con un yogur con bífudus desnatado o de soja. Un recurso muy interesante es sustituir el agua por infusiones digestivas como la manzanilla, la melisa, el anís o el regaliz. La infusión aportará un particular sabor y dará a la dieta el valor añadido de sus propiedades digestivas.
Fuente: Eroski Consumer
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