El Gourmet Urbano: Tres ensaladas perfectas para almorzar cuando pinta el calor

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lunes, 27 de enero de 2014

Tres ensaladas perfectas para almorzar cuando pinta el calor

Si eres de los que una lechuga y un huevo duro los deja con hambre, prueba con estas tres recetas. Son bastante sencillas y las llevas en el tupper a donde sea.

 

Almorzar en varano da fiaca: es verdad, tienes hambre como todos los días, pero ponerte a comer una milanesa napolitana, una porción de pizza o el arroz con pollo que te clavabas en la oficina hasta hace no mucho puede ser el pasaporte directo a una siesta sin retorno. Porque el calor y las calorías son somníferos probados. Así, el verano invita a comer más ligero y sobre todo frío, muy frío. Y las ensaladas son el ABC de la gastronomía de verano.

 

Taboule

 

Claro que una ensalada de lechuga o una zanahoria rallada con huevo no son una perspectiva halagüeña. Y lo más probable es que una hora después de almorzar contemples con mucho cariño el delivery de sándwich de miga. En todo caso, hay ensaladas que son más contundentes y resultan perfectas para comer en verano. Son frescas y tienen el plus de que las puedes llevar a la oficina en el tupper. La contra, demandan algo más de laburo que una simple lechuga. Nada del otro mundo, pero trabajo al fin. Atentos a estas tres que son mis favoritas.

Daditos de pollo con apio, manzana y aceto. Esta es una ensalada nutritiva y refrescante, que reclama cierta logística previa. El truco está en que, el día que cocinas pollo, reservas una pechuga o un muslo en el freezer y así ya lo tienes hecho. Luego, lo cortas en daditos y le sumas una cebollita de verdeo cortada en aros hasta la parte verde, el tallo de un apio cortado ídem y un puñadito de nueces. Condimentas con dos cucharadas de aceto balsámico, mejor todavía si el aceto es una reducción –Casalta tiene una muy espeso y sabroso- porque le dará el tono justo a las partes en que se adhiera, además de oliva y pimienta negra. Tal y como está, la guardas en el tupper junto con una manzana verde. Antes de comer la ensalada, corta la manzana en daditos y agrégala. Así evitas que se oxide y que le aporte su sabor fresco. Es muy rica y, con un poco de queso crema, puedes usarla incluso como relleno para un sándwich.

 

Guacamole power. Las paltas que hay ahora en la verdulería son ideales para un guacamole. Son de cáscara negra, se llaman Hass y no son incomprables. Así es que anótate esta ensalada de estación. Tiene el plus de que, con unas galletitas de agua, armas un buen almuerzo de sabor fresco y cierta contundencia. Para eso, compra la palta madura –te vas a dar cuenta porque la cáscara cede apenas si la aprietas con los dedos-, vacíala y agrégale un chorrito de limón para que no se oxide. Luego: una cebolla de verdeo o un diente de ajo, un tercio de morrón cortado en brunoise, un tomate perita cubeteado, una cucharadita de ají molido, sal, pimienta y dos cucharadas de oliva extra virgen. Un dato es que no debe ser un oliva de mucho carácter, sino uno más bien moderado, como Oliviotiva Frantoio o su Blend Mediterráneo. Así conseguís que el sabor esté en los productos y no en los condimentos. Tápala y consérvala en la heladera. Cuando llegue el momento, la revuelves un poco –la capa superior estará apenas oscura- y quedará perfecta.

 

Tabule para principiantes. Esta ensalada libanesa es mi hallazgo de temporada. Precisas un solo ingrediente difícil: el couscous. En Punto Cuc compré uno de grano mediano, la marca es Ferrero, que resultó excelente y muy rendidor. El día que te acuerdes pones una taza de agua a hervir, con sal y una cucharadita de oliva. Cuando rompe el hervor la apagas y le sumas la misma taza de couscous; revuelves un toque y dejas reposar 5 minutos. Al cabo, le pones un dadito de manteca y lo derretís revolviendo los perdigones del couscous, para que no se peguen y ganen su sabor. Consérvalo en la heladera hasta que tengas el antojo de tabule (no es eterno, pero tira una semana bien tapado). Cuando llega ese día, cortas un tomate perita en daditos chicos, medio morrón y medio pimiento en brunoise, más una cebollita de verdeo hasta el tallo. Todo lo mezclas con el couscous. Y acá viene el toque maestro: mucho, pero mucho perejil fresco y picado apenas. Le sumas una cucharada de oliva extra virgen –aquí sí el carácter es clave, por ejemplo, Oliovita Picual- y ya está. Al tupper, que mañana será otro día.

 

Fuente: Planeta Joy

 

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