Parece un objeto lujoso y útil. Sin embargo, no todas las conservadoras son buenas ni cumplen con lo que uno quiere. Entérate y compra lo que precisas.
Todos hemos visto alguna vez este aparato: mezcla rara entre exhibidor y heladera, las conservadoras de vino decoran desde livings a quinchos, pasando por casas de fines de semana y garajes de los siempre fieles bebedores. En eso, la mística de incubar botellas en una atmósfera perfecta genera lúbricas fantasías entre los consumidores. Fantasías que, como un regalo, pueden hacer feliz a un adulto. Pero ojo: que no todo lo que luce o sirve para lo que uno quiere.
En rigor, a la hora de encarar la compra de una conservadora, son muchas más las dudas que la certeza de un único deseo realizable. Por ejemplo: ¿cuáles marcas son las buenas? ¿por qué unas tienen tapa de vidrio y otras son ciegas? ¿qué clase de abismo separa a las conservadoras de hasta 24 botellas que, entre ellas y las de 48, hay un límite de dinero infranqueable? Y una sobre todas las preguntas: ¿vale la pena gastar dinero en ellas?
Pagar por conservar
Comprar uno de estos lindos aparatos es más un impulso de pertenencia que una solución verificable. Primero, porque para conservar hace falta tener buenos vinos. Y para eso hay que invertir dinero, mucho dinero. Así, la duda que hay que despejar antes de comprar ninguna conservadora es si se va a gastar dos mil pesos en un aparato para conservar mil pesos de vino. Si así fuera, la cuenta no da. Pero si se está dispuesto a comprar diez mil pesos en vinos –quizás en el plazo de un año o más- es clave tener un lugar dónde ponerlos.
La segunda cuestión a despejar vuelve a ser numérica. Conservar 24 botellas, el máximo posible para conservadoras con sistema Peltier –no usan compresor- es el último límite posible para darse un gusto sin sentido de coleccionista. Más allá de 24 botellas, este sistema, que abarata a las conservadoras, no tiene capacidad de frío y por lo tanto no sirve. Y dos docenas de botellas no parece una verdadera colección. Ahora, en plan de conseguir ser el más conocedor del grupo de amigos puede rendir sus frutos. Frutos que costarán entre 1,8 mil y 2,5 mil pesos, para marcas como Coolbrand o Wine Cooler. Ambas de origen chino y con el encanto justo para lucir en un comedor.
Si la idea es ir por una colección de vinos un poco más grande, hay que salirse del sistema Peltier e ir a los grandes fierros.
48 botellas y más
En estas ligas, la cosa cambia y mucho. Básicamente, las conservadoras más serias ofrecen niveles de temperatura variable, atmósfera controlada de humedad –algo importante en la sequedad ambiente de Neuquén- y sobre todo capacidad de generación y conservación de frío. Funcionan por compresor, igual que una heladera, y en general tiene lindos detalles de terminación, como bandejas deslizables.
Por supuesto, toda sofisticación es más cara. En nuestro mercado se fabrican unas muy buenas (CavasWineWorld.com), cuyos modelos Vinópolis de 80 botellas o Basique Junior de hasta 48, son dos chiches para tener en cuenta. También WineFroz.com tiene productos destacados. Claro que el precio es más prohibitivo: parten de 10 mil y llegan a 15 mil pesos. Con garantía y servicio técnico en Argentina, son la opción perfecta para un coleccionista en vías de desarrollo, frente a las EuroCave o Climadiff importadas e inhallables hoy.
Una versión de esta nota salió publicada en La Mañana de Neuquén el domingo 8 de junio de 2013.
Fuente: Planeta Joy
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