José Enrique Campillo Médico, Catedrático de Fisiología y Experto en Nutrición y Alimentación ha reiterado que la alimentación es el principal factor que puede condicionar la salud general y mental y la capacidad cognitiva. Estudios realizados en diferentes países, tanto en adultos como en jóvenes, demuestran que una alimentación desequilibrada con excesos de alimentos procesados y productos industriales de bolsa ocasiona un aumento del riesgo de problemas mentales. Por el contrario, una dieta abundante en vegetales, frutas, legumbres, cereales integrales, pescados y carnes frescas reducen el riesgo de desarrollar alteraciones mentales, protegen del deterioro mental senil y aumentan la capacidad cognitiva.
El estudio Predimed, el mayor estudio realizado en España sobre la relación entre alimentación y salud, demostró que las personas que seguían una Dieta Mediterránea durante, al menos, seis años, tenían mejores resultados en pruebas cognitivas que los controles que no seguían ese modelo de dieta.
Uno de los problemas mentales más frecuentes es la depresión, que afecta a una elevada proporción de los adultos españoles. Se calcula que en España puede haber más de cinco millones de personas con depresión, muchas de ellas no están diagnosticadas correctamente. Estudios recientes realizados por las universidades de Navarra y de Las Palmas sobre una muestra de más de nueve mil adultos españoles, demuestran que aquellos que seguían una dieta de peor calidad nutricional, abundante en grasas saturadas y trans y en azúcares refinados tenían hasta un 40 por ciento más probabilidad de desarrollar depresión.
En estos estudios confirmaron, además, que el tipo de grasa era muy importante; las grasas más saludables (oliva, aguacate, pescados azules, nueces) protegen del riesgo de desarrollar depresión, pero el exceso de las peligrosas grasas trans, que abundan en los alimentos procesados, en margarinas y en fritos de bolsa, ocasionaban un mayor riesgo de depresión.
No se sabe bien cómo actúa una dieta saludable en la producción de estos beneficios mentales. Tres efectos parecen los principales: efecto antiinflamatorio, mejora de la flora intestinal y cambios en la composición grasa de la estructura de las membranas de las neuronas. El cerebro es el órgano más graso después del tejido adiposo. Las membranas de las neuronas tienen que contener abundantes grasas, en especial del tipo de grasas insaturadas omega tres. Continuamente las grasas de las membranas de las neuronas se están intercambiando con las grasas que circulan por la sangre. Si proporcionamos a nuestro organismo grasas saludables durante suficiente tiempo, se producirá un recambio favorable en la composición de grasas de nuestras células cerebrales y mejorará su función. Aquellos que solo introducen en su organismo grasa de mala calidad, al final las membranas de sus neuronas se llenarán de grasas inadecuadas y se alterará su función y perderán capacidad para oponerse al deterioro que ocasiona la edad.
Debemos alimentar nuestro cerebro de la manera más saludable posible. Uno de los modelos mejores parece ser la Dieta Mediterránea. Buenas grasas (aceite de oliva virgen extra, pescados azules, nueces), abundancia de alimentos vegetales (verduras, hortalizas, frutas, legumbres y cereales integrales) y reducir al máximo los alimentos procesados industrialmente.
José Enrique Campillo Médico, Catedrático de Fisiología y Experto en Nutrición y Alimentación
Fuente: cantabriaenlamesa.com
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