Hay maneras de mejorar la experiencia de tomar vino con algunos conocimientos básicos.
Cada botella de vino es creada con un propósito, algunas para consumo diario; otras para guardar y dejar que mejoren con el tiempo y luego servirlas acompañando una cena especial. “Yo siempre digo que el vino es como la música clásica. Si no sabes de ella y no la entiendes no la vas a disfrutar. El vino para disfrutarlo, tú tienes que aprender sobre ello”, sentencia José Juan Hernández, director de ventas de vino para el Almacén del Vino y educador sobre el tema de vinos desde hace años.
Idealmente la persona interesada en sumergirse en el mundo del vino debería tomar clases, participar en catas de vino e incluso tener actividades en las que comparte con otras personas y prueban varias botellas. Como con cualquier licor, lo importante es probar y desarrollar un paladar.
Sin embargo, con un conocimiento básico se eleva el disfrute del vino. El conocimiento puede ser tan sencillo como saber escoger una botella y conocer en qué copa servir ese estilo; o puede ser tan complejo como tener un conocimiento enciclopédico de estilos, viñedos y años de cosecha.
Siempre hay que empezar por lo básico.
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¿Para qué es el vino que voy a comprar?
Cada productor hace un vino de acuerdo al mercado y el consumidor al que quiere llegar.
“Hay que orientarse para qué está hecho cada vino y si podemos consumirlo rápido o no”, explica Wilbert Morales, sommelier del restaurante Bottles.
“Muchas veces el precio del vino no necesariamente indica calidad, hay mercadeo detrás de eso. Cuando un vino es de calidad llega a pasar más tiempo en guarda. Cuando el vino es un vino fresco, que ha pasado poco tiempo en madera, es un vino frutoso con acidez alta, es para consumo rápido. Si pasa demasiado tiempo lo vas a perder”, indica.
Tanto Morales como Hernández recomiendan, según sea posible, pedir la ayuda de un profesional para escoger el mejor vino para la ocasión. De esa manera, también el consumidor puede probar vinos nuevos y expandir el conocimiento.
Consumo rápido vs. vinos de guarda
“Cuando hablamos de consumo rápido es que el vino acaba de salir al año y el cliente lo agarra y lo abre. Es para diario. Cuando hablamos de vinos de guarda es que el cliente es un poco más sofisticado y tiene la pasión de disfrutar los vinos luego en una buena cena o con unas buenas amistades”, explica el sommelier Morales.
Los vinos de alta gama se deben dejar en guarda por lo menos 5 a 7 años para que mejoren o hasta el momento recomendado por el enólogo.
Una manera sencilla de distinguir entre vinos de guarda y vinos de consumo rápido es si tienen corcho o si tienen tapa de rosca.
“La diferencia entre la rosca y el corcho es que el corcho se utiliza para un vino de guarda, que es un vino bueno, que tú quieres que vaya madurando, que vaya respirando a través del corcho. Y el vino según va respirando durante los años ese vino se va poniendo mucho mejor”, elabora Hernández.
“El vino de tapa de rosca es un vino que está sellado, que no va mejorar con los años que tenga esa botella y que tú te lo vas a consumir en un término de dos años más o menos”, reza.
Hay que aclarar que también se crean vinos de consumo rápido con corcho. La mejor manera de saber de seguro es preguntar cuál es cuál.
¿Qué copa uso para servir el vino?
Hay varios tamaños de copa y cada una tiene su razón de ser. Utilizadas correctamente elevan el disfrute del vino ya que destacan ciertas características.
Los vinos tintos por lo general se toman en copas grandes con boca ancha, por donde puede entrar mucho oxígeno, indica Hernández.
Morales recomienda servir solamente 5 onzas de vino por copa para que haya espacio suficiente para airear el vino. Eso se logra moviendo la copa en círculos para delicadamente agitar el vino. De esa manera se extraen los aromas y sabores que llevan encerrados por años en la botella. Otra manera es utilizando un decantador.
“Si está muy llena la copa no puedes moverlo por lo tanto el oxígeno no puede entrar y no puedes extraer los aromas”, indica Hernández.
Los blancos pueden utilizar una copa más pequeña. “El vino blanco no necesita tanto aire para tú disfrutar la fruta y la frescura que tiene ese vino”, añade Hernández.
Mientras que los espumosos y los champanes utilizan las flautas: copas largas y estrechas.
“La forma [de la flauta] está hecha así porque los vinos espumosos y el champán lo que estás comprando es las burbujas. Es un vino blanco que le han añadido burbujas y lo que quieres es que si tú pagaste por una burbuja que la puedas disfrutar hasta el final”, concluye.
Con tener por lo menos un juego de copas grandes, un juego de copas pequeñas y un juego de flautas se puede servir cualquier clase de vino y sacarle sus mejores cualidades.
¿Cómo guardo una botella que ya abrí?
No la abras. Morales y Hernández coinciden en este punto: si no te vas a tomar la botella, mejor no abrirla”
El primer día que se abre el vino ese es el día que el vino está en óptimas condiciones. El que llega al viernes o al sábado de la próxima semana no es el mismo vino, ya no es la misma calidad y ha perdido lucidez. Por lo tanto, se debe tratar de beber el vino el mismo día”, según Hernández.
Morales explica por qué el sabor cambia. “Si eres muy exigente al momento de tomar vino puede que ya al tercer día [de almacenaje] no te guste porque ya el vino ha oxidado, se nota más oxidación, tiene notas a vinagre por la misma evolución”, anota.
Sin embargo, si no hay más opción, la botella está abierta y no se va a tomar, no hay que botarla. Se puede reponer el corcho o utilizar un corcho que selle para cerrar la botella y guardarla en la nevera. También venden sellos que utilizan una bomba para extraer el oxígeno dentro de la botella y logran que el vino dure un poco más.
Andrea Moya Muñoz
Fuente: elnuevodia.com
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