El café es uno de los alimentos más consumidos del mundo, en todas sus modalidades y con diferentes mezclas. Amado por unos, odiado por otros, siempre está en el punto de mira del debate sobre si suprimirlo o no de nuestro día a día. Los expertos apuntan a que el problema es la cafeína.
Hay pequeños detalles que pueden llegar a hacer nuestra rutina más llevadera, sobre todo a los más madrugadores. Una acción tan simple como tomar un café por la mañana, en casa, leyendo el periódico, en la cafetería con los compañeros de trabajo o en frente del ordenador puede llegar a ser una rutina placentera e instaurada en nuestro día a día hasta tal punto que lo consideráramos como el respirar. Algo necesario.
Foto: Imagen de una taza de café. Foto de archivo.
Hablamos del café, o mejor dicho, de la cafeína. Es una bebida que se puede tomar de diferentes maneras, solo, cortado con leche, y de la que existen diferentes tipos y sabores por todo el mundo. Todo un abanico de posibilidades que hacen del café una de las bebidas más consumidas y atractivas en el mundo. Sus orígenes se remontan a Etiopía y la península arábiga, y en la actualidad ha conquistado a gran parte de los habitantes del planeta Tierra. Nadie duda de que el café sea un estimulante que ha conquistado todas las tazas mañaneras y de sobremesa de muchas personas. Pero realmente, ¿es necesario?
Se estima que sus semillas se cultivan en unos ochenta países del mundo, cuya producción permite llenar 2.250 tazas de café a diario, aproximadamente. Se han realizado diversos estudios sobre sus efectos beneficiosos y perjudiciales para la salud, para las dietas y para el metabolismo en general. Muchos señalan todo lo bueno que tienen, pero otros lo demonizan hasta el punto de recomendar suprimirlo de nuestra rutina. Una tarea realmente complicada que no todos están dispuestos a sufrir.
Está compuesto principalmente de agua y cafeína, una droga psicoactiva que acelera rápidamente el sistema nervioso y nos mantiene alerta. "Peligro en potencia instaurado en nuestros hábitos". Con esta frase demoledora define el especialista en nutrición del IMEO, Rubén Bravo, al café. Pertenece al grupo de los expertos que no aprueban el consumo de café, aunque recalca que una taza de vez en cuando,"siempre a primera hora de la mañana", no es mala.
Por otro lado, la dietista Beatriz Gómez Murillo apunta a que "depende de la persona, de si tiene problemas de retención de líquidos, hipertensión o toma tranquilizantes" el que el café pueda afectar más o menos, por lo que no ve nada malo en tomarse "una o dos tazas al día por la mañana o a mediodía".
EFECTOS REALES EN EL ORGANISMO
Bravo señala que los problemas que trae el consumo de cafeína son "a largo plazo", ya que genera cansancio, diabetes e incluso obesidad. "Tomarse un café produce un pico muy elevado de insulina, encargada de quemar los niveles de azúcar en sangre. Esto produce que nos sintamos eufóricos, creativos y con mayor retención cognitiva", explica.
Efectivamente, el café mejora varios aspectos de la función cerebral y aumenta la actividad de la memoria, el ánimo, los reflejos e, incluso, la alegría. Nos acelera, nos despierta y hace que nos sintamos mejor. Pero este efecto no suele ser muy duradero, sobre todo en los consumidores habituales.
"Si no lo toman nunca, les recomendamos que no lo hagan, sino una al día como máximo, siempre y cuando la persona no tenga problemas de insomnio o hipertensión", apunta la dietista Alba Esteve.
"Después de esta gran subida de la insulina, se produce un bajón que trae efectos muy adversos para el organismo, como el cansancio y el agotamiento físico y mental, así que vamos a por otro café, y otra vez vuelve a pasar lo mismo", explica Rubén Bravo. Otro de los beneficios a los que muchos estudios apuntan sobre el café es a su capacidad de hacer perder peso. Esto es cierto, efectivamente, pero entonces ¿por qué no se recomienda en muchas dietas?
Bravo señala que con la cafeína como tal "se pierde peso porque se quema el azúcar por el aumento de la insulina", esta es la hormona generada por el páncreas y encargada de trasportar la glucosa de las células de nuestro cuerpo para ser utilizada como energía. "La grasa no se quema y cuando bajan los niveles se produce el agotamiento, la falta de azúcar y las ganas de suplirlo comiendo dulces, chocolates o bollos", termina. El consumo en exceso nos puede hacer más golosos y esto es lo que realmente engorda.
Por otra parte, la nutricionista María del Mar Martínez Molina explica que la cafeína puede provocar problemas para conciliar el sueño, lo que produce que "el metabolismo no descanse y no queme calorías", razón por la que también se puede aumentar de peso considerablemente.
Lo mismo sucede con el té. Rubén Bravo lo llama "el hermano pequeño de la cafeína", porque libera más moderadamente la sustancia, pero el efecto a larga plazo es el mismo.
Sin embargo, recalca que casi todos los estudios que se han realizado sobre el café apuntan a "efectos beneficiosos", como por ejemplo la prevención del desarrollo de enfermedades como el cáncer de colon, de mama, el Párkinson o el Alzheimer, pero, por supuesto, siempre que no tenga cafeína.
DESCAFEINADO, LO MEJOR PARA EL CUERPO
Tanto Rubén Bravo, como los demás especialistas consultados, apuntan a que las propiedades del café son infinitamente buenas para el cuerpo. Eso sí, siempre descafeinado. "El café por sí mismo es un alimento maravilloso", dice Bravo.
El café es un alimento que contiene una cantidad muy elevada de antioxidantes naturales que sirven para parar el envejecimiento celular y prevenir la aparición de enfermedades crónico degenerativas. Es capaz de proporcionar la cantidad necesaria en una dieta, siempre y cuando se tome con moderación. Tampoco tiene nada de calorías, por lo que el aporte vendrá del tipo de leche que se tome o de con qué acompañemos la taza.
Esta bebida, también señala Bravo, que es "una importante fuente de fibra", ayudando así a reducir el estreñimiento y contribuyendo a aportar la dosis necesaria que también trae como consecuencia el aumento de la vitalidad.
¿CON LECHE, SOLO, CON SACARINA?
En la variedad está el gusto y cada persona prefiere el café acompañado de una forma u otra, con o sin azúcar. La nutricionista Martínez Molina recomienda acompañarlo con leche para que pueda servir como desayuno. ¿Pero ésta hace que sea más flojo el efecto de la cafeína?
"No está comprobado que deteriore o aumente los peligros de tomarlo", asegura Bravo. "Es un aporte que no contrarresta ni aumenta ni los beneficios, ni la ansiedad que se genera pasadas las horas", añade. Pero cuando se trata de acompañarlo con leche, mejor que sea desnatada.
El sabor amargo del café no suele agradar a la mayoría de paladares, y a los que sí, se les mira raro. Por eso, muchos prefieren edulcorarlo con sacarina, ya que se supone que no engorda como lo hace el azúcar. Rubén Bravo alerta de este peligro y señala que es "tóxica, química y produce cáncer", por lo que recomienda la stevia, un edulcorante sustitutivo 100% natural.
Todos los expertos coinciden en que tomar café con moderación, en pequeñas dosis y sin cafeína puede ser un alimento complementario de los que necesitamos a diario por el mero hecho del placer del sabor, el olor y la rutina.
Elsa Jiménez
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