A menudo se desaconseja que uno acuda al supermercado con el estómago vacío: probablemente acabaremos llenando el carrito de la compra con muchos más caprichos que si hubiéramos ido saciados.
Sin embargo, lo que ahora se confirma es que no solo compramos más comida si tenemos hambre. También compramos más de todo, incluso cosas que no tienen nada que ver con la alimentación, según refiere en un estudio Alison Jing Xu, de la Universidad de Minnesota, que acaba de publicarse en la revista PNAS.
Xu y su equipo realizaron una serie de cinco experimentos de comportamiento que incluyeron a un total de 379 personas. En un experimento, los voluntarios fueron interrogados en un café, clasificados de acuerdo con lo hambrientos que sentían, y luego se les pidió que opinaran acerca de una serie de productos alimentarios, como los sándwich o las galletas, así como artículos no alimentarios, como el Pad Mini.
Las personas hambrientas calificaron mejor los productos alimentarios, pero en cuanto a la calificación de productos no alimentarios no se halló una diferencia significativa. No fue así a la hora de calibrar el deseo de adquirir tales productos: tanto los alimentarios como los no alimentarios eran más deseados por los hambrientos.
Un experimento posterior invitó a un grupo de personas con hambre a la universidad, donde la mitad de los voluntarios fueron invitados a consumir una tarta. Los resultados fueron similares.
Ansia en el supermercado
Con estos resultados, Xu y sus colegas exploraron si el hambre conduce a la gente a adquirir artículos no alimentarios cuando tienen que pagar por ellos. Los investigadores viajaron a unos grandes almacenes y escanearon los recibos de 81 compradores, que luego fueron sometidos a una batería de preguntas para evaluar su estado de ánimo y lo hambrientos que estaban.
Después de tener en cuenta el estado de ánimo y la duración del tiempo de compras, los resultados mostraron que los compradores hambrientos compran más productos no alimentarios y gastan hasta el 60 por ciento más que los compradores sin hambre.
Los hallazgos sugieren que el hambre crea una mentalidad adquisitiva que anima a la gente a conseguir más cosas en general, sin importar si se ofrece de forma gratuita o lleva una etiqueta con un precio.
Con todo, este fenómeno probablemente tiene sus límites: si una persona tiene mucha hambre, entonces toda su atención se centrará en conseguir comida, no productos no alimentarios.
Vía | Smithsonian
Imágenes | Pixabay
Fuente: Xataka Ciencia
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