Pocos planes más placenteros que degustar una copa de nuestro vino favorito solas, o en compañía compartiendo una buena charla. Con amigas, o como parte de la magia de una cita romántica. Con un aperitivo de jamón o queso, o regando una comida digna de estrellas Michelin. Si es a ti a quién te toca elegir hoy el vino de la cena, toma nota de estos 10 consejos para acertar y parecer una experta o experto sumiller.
1. Ni el vino blanco es solo para pescados y mariscos, ni el tinto para platos más contundentes como la carne o la caza, todo depende de nuestros propios gustos. Eso sí, nunca el vino puede tapar el sabor del plato ni viceversa: ambos deben ser un complemento.
2. La copa sí importa, y más allá de cristales más o menos finos, toda copa debe ser incolora (para apreciar bien el color del vino), tener pie para no transmitirle el calor de nuestro cuerpo ni de la mesa, y tener una boca suficientemente ancha para que quepa la nariz.
3. Ten siempre en cuenta quién se va a sentar en la mesa y va a tomar vino, ya que los vinos jóvenes blancos y rosados son muy fáciles de disfrutar por casi cualquiera, mientras que los tintos son más contundentes y serán más apreciados por los amantes de los caldos más intensos.
4. No te fijes en la etiqueta ni te dejes guiar solo por el precio o porque el nombre de la bodega 'te suene'. Solo tienes que probarlos, y dejar 'que te hablen': lo que más debemos valorar para decidir si un vino nos gusta o no es a qué nos recuerda cuando lo tomamos, y si ese recuerdo es agradable.
5. Los vinos no son buenos ni malos, lo que tienen que tener es armonía entre el aroma, la graduación, el cuerpo, la acidez y la intensidad de su sabor.
6. Para catar un vino lo primero que debemos hacer es escucharlo caer en la copa. Después, lo miraremos a la altura del pecho, ya que si lo situamos a la altura de los ojos, la luz incide de una manera diferente. Tras agitarlo para que se oxigene, lo oleremos, metiendo la nariz completa dentro de la copa (el olfato es el gran protagonista de la cata, ya que distingue hasta 4.000 matices diferentes) y, por último, lo probamos, dejamos que sus notas 'exploten' en los cuatro puntos de nuestra boca.
7. La prueba para saber si un vino es fino es hacerlo 'trepar' por las paredes de la copa: si sube cambiando de color hasta volverse casi transparente, lo es.
8. Si el vino tiene posos no hay que tirarlo, se puede consumir sin ningún problema, ya que esos posos son restos de calcio y potasio.
9. La diferencia entre el tinto y el blanco no está en el tipo de uva, sino en si se fermenta solo el mosto (vinos blancos) o el mosto junto con la piel y las pepitas (tinto o rosado, dependiendo del tiempo que se quede en barrica).
10. Si el cava se ha quedado sin burbujas, tan sencillo como rascar el fondo de la copa para que vuelvan a aparecer para explotar en nuestra boca y 'hacernos cosquillas' en el paladar.
Fuente: Mujer Hoy
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