Al compartir la mesa con regularidad se establecen vínculos más sólidos de cercanía y confianza.
No han sido pocas las iniciativas que han surgido en todo el mundo para motivar a las personas a comer en familia, contrarrestando la tendencia cada vez más extendida de alimentarse solo frente al computador, la televisión o, en últimas, picar, abandonando cualquier espacio destinado exclusivamente a la alimentación en el día. “Algunos padres no le dan tanta importancia a compartir estos espacios con sus hijos”, asegura Clara Navas, psicóloga infantil.
Foto: Producción: Laura Moreno.
Una encuesta realizada por Coca-Cola en el 2013 en nueve de las principales ciudades del país mostraba cómo el 74 por ciento de los participantes preferían comer en casa junto a los suyos, pero solo un 43 por ciento lograba compartir al menos una comida todos los días de la semana.
Otro estudio, efectuado por el Departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad Complutense de Madrid en el 2014 – Comer en familia: hacer de la rutina salud– rescataba todos los beneficios de las comidas en familia, a partir de un análisis de las investigaciones sobre la materia en España en los últimos veinte años.
La mesa es por esencia un espacio para la comunicación, “las personas pueden contarse cómo les fue en el día o discutir sus problemas”, explica la psicóloga Navas. Es por esto por lo que al compartir la mesa con regularidad se establecen vínculos más sólidos de cercanía y confianza entre todos los miembros de la familia. “Los niños que han sido criados compartiendo a menudo este tipo de comidas son menos vulnerables a la depresión y siguen fácilmente reglas y pautas de comportamiento, lo cual hace mucho más tranquila y tolerante la relación de los padres con ellos durante la adolescencia”, explica Navas.
Además, es un espacio que educa y construye bases de alimentación más solidas y sanas. De acuerdo con los investigadores de la Universidad Complutense, las personas que comparten con frecuencia comidas con su familia suelen incluir más frutas y verduras en su dieta.
Conforme a esta misma investigación, cuando los trabajos de padres y madres interfieren para poder compartir las comidas con sus hijos, esto influye negativamente en su nivel de satisfacción laboral, lo que aumenta los niveles de frustración.
Por eso, procure, al menos tres veces a la semana, compartir con su familia una cena, desayuno o almuerzo de unos 15 a 20 minutos; esto será un gran aliado para mejorar su comunicación, alimentación y calidad de vida.
Fuente: El Tiempo
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