- Tito Esteban es un vecino de Getxo que elabora cervezas de forma artesanal en su obrador de Gorliz
- Además de su recién creada marca, hace otra línea que solo se vende en el Puerto Viejo de Algorta
Todo el que conoce a Tito sabe que esto de elaborar cervezas artesanas no es una ventolera que le haya dado de la noche a la mañana. ¡Qué va! Tito Esteban lleva una década experimentando con cebadas y lúpulos como si de un alquimista se tratara, intentando dar con la fórmula adecuada, tratando de lograr la más sabrosa de las cervezas. Hoy, este vecino de Getxo, tras pruebas y más pruebas, tras tragos y más tragos, tras mezclar toneladas de ilusión con levaduras, ha logrado materializar su objetivo: poner en marcha una fábrica de cerveza artesana. Fue en diciembre de 2014 cuando nació por fin Tito Blas: su marca, su sello, su aterciopelada, fresca y espumosa criatura.
Tito Esteban elabora cervezas de forma artesanal (Leire Gondra)
Un chaval del Puerto Viejo de Algorta no podía alejarse demasiado de las olas para establecer su negocio. Y por eso Tito apostó por un local sito en el pequeño polígono Sagastikoetxe, en Gorliz, en un paraje al que llega el aroma a salitre de la bahía cercana, esa bahía que besa tres pueblos: Gorliz, Plentzia y Barrika. Fermentarse mirando al Cantábrico imprime carácter, y por eso Tito siempre ha tenido claro el lema que acompaña a sus birras. Cerveza de la costa vizcaina, reza su cartelería. Ahí queda eso.
“Quería que mi local estuviera en esta zona, porque aquí conozco a la gente. Ya venía por aquí todos los días antes de tener la fábrica”, explica. Y es que Tito pertenece al Uribealdea Rugby Kirol Elkartea, que aglutina a dos clubs: el mungiarra Torpedo Gorria, y al mítico Kakarraldo de Plentzia. “¡La cerveza es un producto muy ligado al rugby!”, exclama riendo, con la satisfacción del que sabe que juega en casa también en esto de las bebidas de espuma y cebada.
Hoy la marca Tito Blas es una realidad, pero el camino ha sido largo. Tito es geólogo y como tal ejercía en una empresa. Llegaron los malos tiempos, la maldita crisis y Tito se vio sin trabajo. A la espera de encontrar un nuevo curro, tuvo tiempo para elaborar cerveza en casa, haciendo pruebas y más pruebas. Elaboraba esta bebida para casa y para los amigos, y se dio cuenta de que su minúscula producción casera no era capaz de cubrir las solicitudes que fueron surgiendo en su entorno más próximo. Así, viendo la acogida, surgió la idea de dar el paso a la profesionalización, a poner en marcha una pequeña fábrica.
Hoy, en su Blas Cueva -como él llama a su obrador- hace cuatro tipos de cerveza. “Son cervezas del estilo de las clásicas pero con un matiz diferente. Son fáciles de beber, sin estridencias”, explica Tito. A estas hay que sumarles las ediciones especiales y las de temporada. Bares de la zona, particulares y tiendas especializadas son sus clientes, y sus birras ya han llegado a Madrid, Salamanca o Cáceres. Pero Tito es cauto y mira a Bizkaia como área de influencia de sus elaboraciones, habida cuenta de que está él solo poniendo todo el curro y el arte entre las relucientes fermentadoras.
SOLO EN EL PUERTO VIEJO
Está claro que las cervezas de Tito miran al mar. En su obrador de Gorliz, además de las cervezas de Tito Blas, prepara otra línea de birras que únicamente se vende en el Puerto Viejo de Algorta. De nombre Betikoa, esta cerveza es el resultado de un proyecto que surgió junto con dos bares de dicha zona: el Txomin y el Arrantzale. Ambos locales la sirven, Tito la elabora y una artista del barrio, Laurita Siles, diseñó la etiqueta en la que aparece el dibujo de una sardinera que lleva en la cabeza una cesta llena de botellines.
“La cerveza que más me gusta es la que no he probado nunca”, afirma Tito, evidenciando así su pasión por catar nuevas cervezas, por elaborar nuevas futuras fórmulas.
Es tiempo de encerrarse en el obrador para crear litros de este elixir que entra en boca deliciosamente amargo. El verano avanza y en Gorliz la cerveza le lanza un guiño al frío y revoltoso Cantábrico.
“La cerveza que más me gusta es la que no he probado nunca”, afirma Tito, evidenciando así su pasión por catar nuevas cervezas, por elaborar nuevas futuras fórmulas.
Es tiempo de encerrarse en el obrador para crear litros de este elixir que entra en boca deliciosamente amargo. El verano avanza y en Gorliz la cerveza le lanza un guiño al frío y revoltoso Cantábrico.
Fuente: Deia
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