El efecto de una vendimia fresca sumado a un estilo más atractivo hizo que la variedad ofrezca uno de los más singulares del mercado.
Huele a lima y maracuyá. Huele a pasto y ruda. O a todo junto. Y cuando uno se lo pone en la boca, el sauvignon blanc entra como una daga de hielo que congela la lengua. En algunos casos deja los dientes chirriantes. En otros, la boca seca como un viento blanco.
Ningún otro vino ofrece una condición tan singular en el mercado. Condición que, con unas rabas a la romana, un cebiche con limas y cebolla morada o unos mejillones pilpil, ofrece el mejor perfil para este blanco veraniego y algo excéntrico si no se lo conoce bien.
2015 Para muchos, la cosecha del año pasado no dio buenos tintos, pero sí grandes sauvignones.
Los de la cosecha 2015, que están en el mercado ahora, resultan especialmente buenos. Mientras que para muchos fue una mala cosecha en tintos, dio grandes sauvignones. La lluvia y el fresco hicieron que el año pasado –y posiblemente este, por las condiciones que ofrece– resultara un año mediocre para la mayoría de los tintos. Pero para el sauvignon fue precisamente lo contrario.
Nada mejor que el cielo nublado, temperaturas moderadas y suelo siempre húmedo. Ahí es cuando esta variedad sensible al sol y las temperaturas altas, desarrolla y conserva alguno de sus más curiosos aromas, su sello personal. Hablamos de unos compuestos químicos bien delicados, llamados tioles, que son los responsables de los aromas cítricos y tropicales que hacen al perfil más completo de esta variedad.
Pero al mismo tiempo, un año fresco conserva la acidez natural del sauvignon, en particular la acidez málica, que es más filosa que el resto –tartárica y cítrica– y, al mismo tiempo, levemente astringente. Por eso, los blancs de la vendimia 2015 ofrecen ese carácter nervioso y cortante, esa expresión seca que pone los dientes a chirriar. Y por eso, nada mejor que probarlos ahora, en su punto justo.
Maridaje
Con pescados y mariscos
El sauvignon blanc es la variedad para el mar. Intenso y con carácter aromático definido entre hierbas y frutos cítricos y tropicales, la boca nerviosa subraya esa intensidad. De modo que al pérfido y persistente aroma a yodo de algunos mariscos y pescados, sumado a la textura babosa particular de otros, encuentran en el blanc un contrapunto justo, capaz de borrarlos sin dejar rastro alguno.
JoaquÍn Hidalgo
Fuente: lmneuquen.com/
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