De Séneca a García Lorca pasando por Oscar Wilde, el mundo de la literatura y el arte nunca ha podido resistirse, ya sea amargo o dulce, al aroma de un buen vino. Ya sea para disfrutar en una comida o solo, con amigos o familia, esta bebida siempre resulta ideal y, en nuestro país tenemos la suerte de contar con una gran calidad en la materia.
En las reuniones sociales hay quien no perdona un gesto así. (iStock)
Fellini decía que un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria. Probablemente lo supiera bien, pero quizá ni él ni los demás estuvieran en todo momento pensando en la mejor manera de seguir el protocolo para sujetar la copa. Pero si no lo hicieron, deberían.
No es solo el decoro lo que lleva a sujetarla bien; hay buenas razones para atender a lo que apunta el escritor y enólogo reconocido Anthony Giglio para la revista ‘Time’, que ha realizado una particular labor de observación que le ha llevado a identificar las (según su análisis) tres maneras más populares de coger la copa que atentan contra el buen hacer del bebedor de vino y demuestran muy poca clase.
La manera ‘amas de casa’
(Youtube)
Probablemente sea una de las formas más comunes de coger la copa de forma incorrecta. Se trata de abarcar lo que sería la parte final del tallo y la base de la copa, enganchando la misma, como él dice “en forma de garra”, de manera que los dedos índice, corazón y a menudo también el anular, se sitúan en el cuerpo o cáliz.
El experto afirma que “esto tiene el propósito de enseñar el anillo de diamantes de tres quilates que te han regalado, para deslumbrar a amigos y ‘enemigos’ (ese tipo de gente que, en realidad no te cae bien pero con la que sales a cenar por diversos compromisos)”.
“Entonces tomas un sorbo de vino. Caliente, ¿no es así?, pero al menos todo el mundo está impresionado por tus joyas”, concluye Giglio.
A pesar de las palabras del experto, y de la peculiar forma que ha tenido para denominarla, es seguro que esta no es una técnica exclusiva de, como él dice, las amas de casa. Más bien parece un “quiero dármelas de elegante, pero me quedo a la mitad del camino”, algo que, sin duda alguna, no entiende de profesiones.
El pase ‘Ave María’
El del medio es, en este caso, el que va a realizar el pase. (iStock)
También conocido, según dice, como ‘el agarre del hermano’. El pase Ave María hace referencia a una jugada de fútbol americano, también llamada ‘pase bomba’. Se trata de un pase largo que suele emplearse en los últimos minutos de juego para tratar de anotar un tanto.
El enólogo afirma que este método es el que emplea quien quiere "impresionar a la chica con la que sale y para ello pide vino, pero la realidad es que preferiría beber cerveza. Agarra entonces el vaso como si fuera un balón de fútbol y estuviera a punto de lanzarlo a la otra punta del restaurante. ‘se prepara para lanzar, dispara y… ¡Directo a la zona de anotación! ¡Victoria! Ahora toma un trago de vino. Caliente, ¿verdad? Estupido”.
Con este amigable calificativo se refiere Giglio a quien agarra directamente el cuerpo de la copa de vino en su totalidad. En este caso lo achaca al género masculino, dentro de su particular estudio de observación.
El ‘señor teatral con ínfulas’
De café copa y puro, como dios manda. (iStock)
Estás en bata de seda (únicamente) sentado en tu sillón orejero preferido a la orilla de la chimenea cuando llamas a tu mayordomo para que te traiga una copa de vino. Te la da y la sujetas con la palma de la mano hacia arriba, quedando el cuello entre los dedos. Así imagina el experto la génesis de esta última técnica errónea.
“Con la copa entre los dedos agita el vino lentamente, lo mira, cierra los ojos e inhala profundamente, lleno de auto-satisfacción. Entonces da un sorbo. Mmm ¿Qué es esto? ¿vino caliente?”
Pese a la ironía del enólogo no le falta razón. Esa es la forma de sujetar una copa de brandy, achatada, más ancha y de tallo corto. La razón de ser de este recipiente es precisamente que abarques con tu mano el cuerpo, para mantener la temperatura, en este caso más caliente, del licor.
Las buenas formas
Así, perfecto, bien fresquito. (iStock)
Aunque no dudamos de que en algunos casos el protocolo no es lo más práctico posible, la forma correcta de sujetar una copa de vino tiene mucho sentido y viene motivada por varios factores. Lo ideal es sujetarla por el tallo con las yemas de los dedos. Hay quien las coge con tres dedos, pero con cuatro se gana estabilidad.
Por un lado, como se empeña en comentar Anthony Giglio, esa es la forma más eficiente de que nuestros 37 grados corporales no estén en contacto con el líquido. Por otro, orientado al decoro más que al disfrute, se trata de evitar que dejemos la copa llena de huellas de dedos al sujetarla, lo que ocurrirá con mucha más probabilidad si estamos en una comida.
VIRGINIA CARBAJO
Fuente: El Confidencial
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