El presidente del jurado, Edouard Cointreau expresó que este libro, realizado íntegramente en Venezuela, “es una declaración de amor a la cocina Mediterránea del Líbano. Es un auténtico placer”.
Marianella Abadi Abilahoud se propuso resguardar las recetas de su familia materna en una minuciosa recopilación del legado culinario de sus abuelos Abilahoud, quienes llegaron a Venezuela procedente de su Líbano natal a principios del siglo XX.
La autora se dio a la tarea de recopilar las preparaciones y técnicas con que se elabora la rica y variada gastronomía libanesa. En un proceso que le tomó años escribió cada receta en sus muy particulares versiones y conservó los nombres tal cual se pronunciaban en privado, sin atenerse a normativas ortográficas, con lo cual rescató no solo una memoria gustativa sino también oral.
El fotógrafo especializado en el tema culinario Patrick Dolande se encargó de registrar cuidadosamente cada plato sin ningún maquillaje acompañado de la estilista de alimentos Liselotte Salinas. Los textos fueron redactados por Marianella Abadi Abilahoud y su madre Gloria Abilahoud de Abadi. El diseño gráfico es de Gustavo González y Jacqueline Sanz bajo la coordinación editorial de Alberto Veloz Guzmán. Oscar Todtmann Editores se encargó de la postproducción editorial para su impresión, promoción y venta en las principales librerías del país, así como en las más importantes ferias del libro nacionales.
Las preparaciones ofrecen instrucciones muy precisas. Muchas de las recetas son laboriosas, pero no por ello difíciles y gracias a la meticulosidad de la autora resultan muy claras. Los ingredientes se muestran en ilustrativas tablas que permiten al cocinero prepararse para el proceso; ello es resultado de la experiencia de la autora con los manuales de procedimientos propios de grandes restaurantes.
El libro divide las recetas en Entradas y ensaladas; Sopas; Platos principales con acompañantes y Dulces.
Marianella Abadi Abilahoud comenta que desde muy pequeña le gustaba entrar en la cocina: “Me emocionaba cuando me dejaban ayudar y permitían ensuciarme las manos con alguna preparación mientras que las tías dejaban escapar una que otra palabra en árabe, de allí que todo mi conocimiento de ese idioma se limita a los ingredientes, preparaciones o a alguna bendición que elogia el esmero en la elaboración de los platos como la frase “salim da ietic” que significa: “Dios bendiga tus manos”. A medida que fui creciendo me permitieron hacer más cosas, involucrarme cada vez más en la elaboración de las comidas, las recetas cotidianas o las que se hacían en fiestas y ocasiones especiales; de esa manera mi memoria se fue impregnando de sabores y olores definidos de la comida libanesa de mi familia, que me han acompañado durante toda la vida y son parte de mi esencia”.
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