El exministro de Trabajo Manuel Pimentel ha analizado la incidencia de los cambios sociales en el consumo de vino en una conferencia organizada por Williams & Humbert.
En los años 70, el consumo de vino en nuestro país se situaba en 40 litros por persona al año, cifra que se ha ido reduciendo hasta los 21 litros que se consumen en la actualidad, dato que está muy por debajo de lo que cabría esperar para un país productor y de gran tradición vinícola como es España. En opinión de Manuel Pimentel, este retroceso es consecuencia de los cambios sociales que en las últimas décadas ha experimentado el país y que han dibujado nuevos escenarios que bodegas, cooperativas, viticultores y consejores reguladores han de tener en cuenta si quieren revertir la situación. Así, los nuevos paradigmas que definen las tendencias de consumo a día de hoy son:
Manuel Pimentel Siles junto con el director general de Williams & Humbert, Jesús Medina García de Polavieja
1. Sublimación de lo natural. Según el exministro, vivimos en una sociedad urbana que consume naturaleza e idealiza lo natural y, para él, ningún producto simboliza tan bien lo rural y natural como el vino. Esta tendencia de asociar el vino con la naturaleza y con el terreno jugará a favor de las denominaciones de origen, ya que la nueva sociedad no querrá un vino a secas, sino un vino de comarca cuyas características organolépticas estén vinculadas a unas costumbres y a una tierra en particular. Esta sensibilidad por lo natural exige, además, sostenibilidad en los procesos de transformación y crianza.
2. Obsesión por la salud. Vivimos en una sociedad obsesionada por lo saludable, la calidad de vida, el estar en forma y que aspira a la eterna juventud. El vino, a diferencia de otras bebidas, cuenta con atributos saludables que se deben potenciar como, por ejemplo, las ventajas antioxidativas y cardiovasculares de las variedades tintas.
El vino ganará en consideración como bebida estelar de los actos sociales, de agasajo y ocio
4. Sociedad solitaria que precisa socializar. La tertulia diaria es cosa del pasado. El consumo de vino pasará de ser algo cotidiano a algo lúdico y valorado. Agasajearemos con vino y por eso se buscará la calidad, la diferenciación, el prestigio y la personalidad. Esta circunstancia ha de ser aprovechada por las denominaciones de origen ya la diferenciación y la calidad son sus atributos esenciales. Asimismo, crecerá el consumo social de vino en los locales de hostelería, algo que encaja a la perfección tanto con nuestra afición a salir como con nuestro pefil de país turístico, que recibe a 60 millones de personas cada año. Por otro lado, en casa puede aparecer un consumo doméstico de calidad, siguiendo la corriente de los países nórdicos y centroeuropeos denominada hyggie, que busca la felicidad de las pequeñas cosas y los placeres que ofrece el hogar.
5. Valorización de la cultura. La nueva sociedad no beberá vino solo por sus características organolépticas o deleite gastronómico, también lo hará para participar de la cultura y los valores que simboliza. Y es que ningún alimento posee los atributos culturales que tiene el vino, lo que lo convierte en todo un tesoro.
Internet se convertirá en la mayor de las vinotecas
7. Exigencia de calidad y diferenciación. A día de hoy, las personas exigen mayor calidad, mayor diferenciación y mayor variedad con el fin de ajustar el consumo a sus propios gustos. Además, quieren sentirse especiales y están dispuestos a pagar por ello. En este sentido, Manuel Pimentel quiso subrayar que los vinos generosos de crianza biológica como los que elabora Williams & Humbert son una rareza enológica, lo que les otorga un halo de diferenciación que no debe ser desaprovechado.
8. Una sociedad envejecida y más diversa. Aunque vivimos en una sociedad cada vez más envejecida, no se pueden olvidar realidades como la inmigración que nos sitúan en un escenario diverso en el que aparecen nuevos potenciales consumidores de vino, que las bodegas deben aprender a gestionar.
9. Ya no se consume, se participa de un relato. El consumidor ya no compra productos, sino las historias que estos representan. El marketing ha pasado de la imagen de marca a la historia de marca. En este contexto, los consejos reguladores han de saber crear y vender el relato de las denominaciones de origen, y las bodegas han de encargarse de construir y comunicar el relato de su propia marca.
Fuente: Tecnovino
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