Cervezas ‘artesanales’ producidas por multinacionales: cómo detectar a las verdaderamente independientes
Mientras la cerveza comercial capta cada vez más las fábricas artesanales, es cada vez difícil saber quiénes son los verdaderos fabricantes independientes. Pero una nueva iniciativa de la industria espera aclarar la confusión aclarando el derecho de propiedad en la botella.
Una muestra de cervezas, en Highland Park. (Kristofor Barnes) |
Más de 800 fábricas -entre ellas Sam Adams, Sierra Nevada y New Belgium- pronto empezarán a imprimir sellos en sus bebidas que las identificarán como ‘certificada independiente’. La medida, liderada por el grupo comercial de productores de cerveza artesanal, busca diferenciar las ‘auténticas’ cervezas artesanales de aquellas preparadas por MillerCoors, Anheuser-Busch y Heineken.
Para poder usar el sello, las cerveceras no pueden ser ni estar controladas en más del 25% por ninguna compañía de alcohol que no sea un fabricante artesanal. Su producción anual tampoco puede superar los seis millones de barriles.
El crecimiento del segmento de la cerveza artesanal, alguna vez en los dos dígitos, se ha desacelerado drásticamente desde que las multinacionales ingresaron a la contienda: del 18% en 2013 al 8% tres años más tarde. Algunos creen que podrían detener la caída si los consumidores comprendieran que algunas maltas de aspecto ‘artesanal’ no fueron fabricadas por cerveceros independientes.
“Hemos escuchado a nuestros miembros por casi dos años, y hay una gran confusión en el mercado, impulsada por las adquisiciones de las empresas comerciales (o Big Beer)”, afirmó Bob Pease, presidente ejecutivo de la Asociación de Cerveceros, que representa al sector independiente. “Esta es una manera de brindar a los bebedores de cerveza más transparencia y mejor información”.
La ansiedad de las pequeñas cerveceras crece ante la incursión de los grandes productores en su terreno limitado. Cinco conglomerados internacionales -Anheuser-Busch InBev, MillerCoors, Constellation/Crown Imports, Heineken y Pabst- ya controlan más del 80% del mercado estadounidense, conforme la Asociación Nacional de Mayoristas de Cerveza.
Ese dominio del mercado ha dado a las grandes cerveceras corporativas importantes ventajas sobre la competencia independiente. En cuanto a la elaboración, las grandes empresas pueden aprovechar su volumen y su capital para obtener más y mejores lúpulos. Gracias a que estas firmas producen en múltiples instalaciones y en diferentes mercados, también pueden reaccionar más rápidamente a la demanda local y, teóricamente, suministrar un producto más fresco.
El tema más importante, sin embargo, radica en la distribución. Debido a que las cinco grandes empresas antedichas representan la mayoría de los negocios para los intermediarios, que mueven el producto de las cervecerías a los bares y tiendas minoristas, ejercen una enorme influencia sobre cómo éste se muestra y promueve.
Los contratos de distribución permiten a menudo que las grandes marcas de cerveza dicten dónde se coloca su cerveza en los estantes, por ejemplo. Las marcas grandes han logrado sacar las cervezas independientes de algunos estadios, sitios de música y restaurantes de cadena, al pedir a los distribuidores que tengan en existencia sus marcas artesanales en lugar de las independientes.
En Massachusetts y California, los investigadores han acusado a Anheuser-Busch de sobornar tiendas para que les den a sus cervezas una mayor exposición. Sólo en Massachusetts, la compañía entregó equipos por valor de $942,200 a más de 400 minoristas, según una investigación que se prolongó durante 14 meses y concluyó en mayo pasado. En California, la firma acordó con los reguladores locales por $400,000.
“Nuestras empresas tienen una dinámica de negocios completamente diferente”, afirmó Sam Calagione, fundador de Dogfish Head, con sede en Delaware. “No tienen los desafíos de acceso a la distribución, el capital y los ingredientes que nosotros tenemos. No es un campo de juego igualitario y así es el capitalismo, ¿pero fingir que son el mismo tipo de negocio cuando fabrican a través de un conglomerado nacional? Esa no es una comparación válida”.
Los cerveceros sostienen que estas preocupaciones sólo han sido exacerbadas ante la incursión de las Big Beer al sector artesanal. La adquisición de cervecerías independientes, afirman, ha erosionado las pocas ventajas de los productores indie: cervezas de mayor calidad en diferentes estilos, y marcas más frescas y mucho menos corporativas.
Desde 2011, Anheuser-Busch ha comprado Goose Island, Blue Point, Karbach, Golden Road, Devil's Backbone, Elysian, Ten Barrel, Breckenridge, Four Peaks y Wicked Weed. MillerCoors ahora posee Terrapin; Heineken es dueña de Lagunitas, y Constellation tiene Ballast Point Brewery. “Si entro a un mercado de productores, asumo que los productos fueron cultivados por un agricultor local e independiente”, expuso Daniel Kleban, cofundador y productor de Maine Beer Company, de Portland. “Pero si descubro que en realidad los produce Dole, me sentiría personalmente molesto”.
Los grandes cerveceros, por su parte, han minimizado estas preocupaciones. Jim McGreeve, presidente del Beer Institute, que representa a las grandes compañías, manifestó estar “decepcionado” de que la Asociación de Cerveceros intente “crear más divisiones y distinciones” dentro de la industria. Las quejas de los productores independientes disfrazan el hecho de que el segmento está, en términos generales, en buena situación, agregó, un punto también señalado por João Castro Neves, presidente de la división de Norteamérica de Anheuser-Busch, en una entrevista realizada en mayo último por el Washington Post.
Durante los últimos cinco años, el número de productores de cervezas en los EE.UU. se ha más que duplicado, al igual que la participación del segmento en las ventas -en dólares-, que creció al 22% este año, del 10% en 2012. El aumento, sin embargo, se estancó en los últimos dos años, mayormente entre los cerveceros artesanales de distribución local, tales como Sierra Nevada y Sam Adams, quienes compiten más directamente con las grandes marcas.
Desde 2011, 16 cerveceros independientes -de los más de 5,000 en el país- han sido adquiridos por compañías Big Beer. “Es un número muy pequeño, mientras que la elaboración artesanal ha explotado”, expuso Castro Neves. “Comprendo a los críticos, pero no puedo unir lo que dicen con los hechos o la realidad del mercado”.
En última instancia, señalan los cerveceros artesanales, sólo quieren que la realidad del mercado sea clara. De ese modo, cuando los consumidores buscan un paquete de seis o piden una bebida en un bar, saben exactamente si están consumiendo una cerveza producida de forma independiente. Calagione, el fundador de Dogfish Head, reconoce que a muchos bebedores esto no les importará. Sin embargo, sospecha que una minoría apasionada sí lo tendrá en cuenta, y en una industria cada vez más competitiva eso podría marcar la diferencia. “La gente ya busca café de comercio justo y verduras orgánicas”, dijo. Ahora, él y otros productores esperan que la cerveza “certificada independiente” sea la siguiente tendencia.
Traducción: Valeria Agis
Fuente: Hoy Los Angeles
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