Desde la izq.: Philip Coleman junto a su hijo Harry y su nuera -Michelle en Empanada Harry’s, en West Kendall. Emily Michot emichot@miamiherald.com
Philip Coleman recordó el día en que se hizo cargo de Moises Bakery en Miami Beach en 1991. Ganó $10 en su primer día. Su negocio se convertiría en una panadería venezolana emblemática en casi 30 años. Pero sabía cuán difíciles, silenciosos e insoportables que podían ser los primeros días de una nueva panadería.
Y no se sabía cómo responderían las personas a la panadería no convencional que su hijo proponía, en un tranquilo centro comercial al oeste de Miami-Dade. ¿Se trataba de vender solo empanadas?
“La cultura hispana adora las panaderías”, dijo Harry Coleman. “Somos de Miami, y Miami es un crisol de culturas. Queríamos que fuera tan multicultural como Miami”.
Y no se sabía cómo responderían las personas a la panadería no convencional que su hijo proponía, en un tranquilo centro comercial al oeste de Miami-Dade. ¿Se trataba de vender solo empanadas?
“La cultura hispana adora las panaderías”, dijo Harry Coleman. “Somos de Miami, y Miami es un crisol de culturas. Queríamos que fuera tan multicultural como Miami”.
POR CARLOS FRÍAS
Fuente: El Nuevo Herald
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