Un docente de inglés de la Universidad Externado de Colombia, bogotano y de origen irlandés, es el responsable de que excombatientes de las Farc lanzaran al mercado la cerveza “La Roja”. En un principio fabricaban 25 litros de cerveza cada 15 días y ahora producen 150.
“Solo repartimos la cerveza en el ETCR, pero sabíamos que había potencial y así empezamos a venderla”, comentó Carlos Alberto militante del partido Farc y presidente de la asociación “La Roja” a KienyKe.com. Hoy la bebida es comercializada en un bar de Bogotá llamado “Lubianka”.
Cada botella de 330 cm³ tiene 5.5 grados de alcohol y tiene un valor de $ 4.500 y $ 7.000 al público.
Rodrigo Londoño, presidente del partido Farc explicó: “Hice una excepción en las recomendaciones médicas y probé la cerveza brindando por mis 60 años. No todos los días se cumplen 60 con una bebida hecha por mis camaradas, esto es histórico”.
De las balas a la cebada
Carlos Alberto, un hombre trozudo de tez blanca, sin un pelo en su cabeza, que viste camiseta con el logo de la cerveza, pantalón beige y gorra del mismo color con la estrella roja del comunismo, abre las puertas de su casa. El comedor está lleno de facturas, cajas de cartón llenas de botellas y etiquetas de La Roja. Está de paso por Bogotá, dejando pedido; al día siguiente tendrá que estar cocinando más cerveza en Icononzo.
Se quita la gorra, organiza las botellas, con orgullo pega la publicidad en la pared y se sienta a contar su historia. “Primero que todo tengo dos nombres, uno es el civil y el otro es el que utilicé cuando ingresé a las Farc y con el que me quedé, Carlos Alberto”.
Ingresó a las filas en los años 90 cuando asesinaban sistemáticamente a militantes del partido Unión Patriotica. Él perteneció a un grupo de jóvenes que hacía política amplia y prefirió entrar a las Farc con 19 años antes de que lo mataran.
Cuando se enteró del Proceso de Paz ya estaba en la cárcel y no creía que se fuera a hacer realidad. Cada vez más se daban pasos agigantados y finalmente se dio la firma del primer punto del acuerdo. Salió con libertad condicional y llegó a El Diamante de los Llanos del Yarí en el Meta en donde se llevó a cabo la última conferencia de las Farc y en donde aceptaron por unanimidad el Acuerdo.
Rodrigo Londoño, presidente del partido Farc explicó: “Hice una excepción en las recomendaciones médicas y probé la cerveza brindando por mis 60 años. No todos los días se cumplen 60 con una bebida hecha por mis camaradas, esto es histórico”.
De las balas a la cebada
Carlos Alberto, un hombre trozudo de tez blanca, sin un pelo en su cabeza, que viste camiseta con el logo de la cerveza, pantalón beige y gorra del mismo color con la estrella roja del comunismo, abre las puertas de su casa. El comedor está lleno de facturas, cajas de cartón llenas de botellas y etiquetas de La Roja. Está de paso por Bogotá, dejando pedido; al día siguiente tendrá que estar cocinando más cerveza en Icononzo.
Se quita la gorra, organiza las botellas, con orgullo pega la publicidad en la pared y se sienta a contar su historia. “Primero que todo tengo dos nombres, uno es el civil y el otro es el que utilicé cuando ingresé a las Farc y con el que me quedé, Carlos Alberto”.
Ingresó a las filas en los años 90 cuando asesinaban sistemáticamente a militantes del partido Unión Patriotica. Él perteneció a un grupo de jóvenes que hacía política amplia y prefirió entrar a las Farc con 19 años antes de que lo mataran.
“Si fue una época de rebeldía me duró hasta ahora, porque llevo 27 años en el mismo cuento”, afirmó.
Cuando se enteró del Proceso de Paz ya estaba en la cárcel y no creía que se fuera a hacer realidad. Cada vez más se daban pasos agigantados y finalmente se dio la firma del primer punto del acuerdo. Salió con libertad condicional y llegó a El Diamante de los Llanos del Yarí en el Meta en donde se llevó a cabo la última conferencia de las Farc y en donde aceptaron por unanimidad el Acuerdo.
La próxima parada fue Icononzo. Allí se realizó el proceso de normalización a la vida civil. Se hizo cedulación, el proceso de dejación de armas, censo, entre otros. Ese mismo espacio fue en el que nació La Roja. Wally Broderick, docente de inglés fue una de los tantos académicos que llegó de manera voluntaria a este lugar.
“El se dio cuenta de que el proceso de reincorporación no funcionaba, que los proyectos no avanzaban como debían. En esa medida él me dijo: ‘Hermano yo soy cervecero y sé hacerla de manera artesanal, me gustaría ayudarles'”, comentó Carlos.
En ese momento nadie sabía nada de cerveza, solo tomarla. Así que el profesor les dictó un curso a 25 personas, en total fermentaron cuatro cajas. La repartieron entre amigos y con un préstamo de $2.000.000 iniciaron el proyecto.
Antes de ser La Roja varios pensaron nombrarla Marquetalia, La Campesina o La Guerrillera. Finalmente las siete personas que escogieron el nombre concordaron con que La Roja apela a lo que han sido y son. La etiqueta representa el campo “y apela a que de allá venimos”, añadió Alberto.
Del proceso de formalización de la marca explica: “Este es un país que tiene más leyes para no permitir que los proyectos salgan adelante. El primer paso fue constituir la asociación, el segundo ir a registrarla en Cámara de Comercio y en ese proceso estamos”, añadió el presidente de la asociación.
“En este momento histórico en el que siguen gritando ciertas voces ¡guerra! ¡guerra! el país tiene que sentarse a pensar cómo superamos esto”, Carlos Alberto, militante partido Farc.
De las 25 personas que iniciaron, ahora son 19. Comentan que el principal obstáculo que tienen no es trabajar, sino enfrentarse a toda la normatividad que tiene la institucionalidad que es “engorrosa, lenta, paquidérmica y que no ha permitido que las cosas fluyan”, explica.
Miguel Ángel Bravo, propietario del establecimiento en la que se comercializa la cerveza en Bogotá, comenta que la acogida ha sido positiva ya que la cerveza le ha gustado a los clientes. No obstante, dice que más allá del sabor, la gente la consume por apoyar el proceso de reincorporación.
Carlos Alberto menciona que si en algún momento se cae el acuerdo de paz no volvería a las armas. Agradece que haya llegado el fin de la guerra y que hayan otras opciones. “Históricamente se demostró que el Gobierno no nos pudo derrotar y que nosotros no pudimos derrotar al Estado colombiano, era impensable seguir en una guerra sin futuro”, finalizó.
Fuente: Kienyke
“El se dio cuenta de que el proceso de reincorporación no funcionaba, que los proyectos no avanzaban como debían. En esa medida él me dijo: ‘Hermano yo soy cervecero y sé hacerla de manera artesanal, me gustaría ayudarles'”, comentó Carlos.
En ese momento nadie sabía nada de cerveza, solo tomarla. Así que el profesor les dictó un curso a 25 personas, en total fermentaron cuatro cajas. La repartieron entre amigos y con un préstamo de $2.000.000 iniciaron el proyecto.
La pola del campo
Antes de ser La Roja varios pensaron nombrarla Marquetalia, La Campesina o La Guerrillera. Finalmente las siete personas que escogieron el nombre concordaron con que La Roja apela a lo que han sido y son. La etiqueta representa el campo “y apela a que de allá venimos”, añadió Alberto.
Del proceso de formalización de la marca explica: “Este es un país que tiene más leyes para no permitir que los proyectos salgan adelante. El primer paso fue constituir la asociación, el segundo ir a registrarla en Cámara de Comercio y en ese proceso estamos”, añadió el presidente de la asociación.
“En este momento histórico en el que siguen gritando ciertas voces ¡guerra! ¡guerra! el país tiene que sentarse a pensar cómo superamos esto”, Carlos Alberto, militante partido Farc.
De las 25 personas que iniciaron, ahora son 19. Comentan que el principal obstáculo que tienen no es trabajar, sino enfrentarse a toda la normatividad que tiene la institucionalidad que es “engorrosa, lenta, paquidérmica y que no ha permitido que las cosas fluyan”, explica.
Miguel Ángel Bravo, propietario del establecimiento en la que se comercializa la cerveza en Bogotá, comenta que la acogida ha sido positiva ya que la cerveza le ha gustado a los clientes. No obstante, dice que más allá del sabor, la gente la consume por apoyar el proceso de reincorporación.
Carlos Alberto menciona que si en algún momento se cae el acuerdo de paz no volvería a las armas. Agradece que haya llegado el fin de la guerra y que hayan otras opciones. “Históricamente se demostró que el Gobierno no nos pudo derrotar y que nosotros no pudimos derrotar al Estado colombiano, era impensable seguir en una guerra sin futuro”, finalizó.
Fuente: Kienyke
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