Fernanda Orellano, sommelier y autora de “La cocina del vino” de Editorial Albatros, nos cuenta cuáles son las mejores armonías entre postres clásicos y bebidas.
En el libro “La cocina del vino”, de Editorial Albatros, la sommelier y periodista gastronómica Fernanda Orellano cuenta la historia de algunos platos y recomienda algunos maridajes, o armonías como se prefiere decir ahora, para cada uno.
“Los vinos dulces son los serios candidatos para la hora del postre, sea de chocolate, frutos secos, fruta fresca y demás”, dice la autora.
“Los vinos dulces son los serios candidatos para la hora del postre, sea de chocolate, frutos secos, fruta fresca y demás”, dice la autora.
Aquí las sugerencias en cada caso:
Alfajor de dulce de leche
Los argentinos no podemos proclamarnos como los inventores del alfajor, pero sí que tenemos una tradición de más de 130 años en este manjar que sería de origen árabe. El mundo nos conoce por el alfajor, infaltable en la valija cuando vamos a visitar parientes o amigos. A la hora del té o del postre,
unos alfajorcitos con dulce de leche y una copa de tardío de uva blanca. Si tienen cobertura de chocolate o un relleno de mermelada de frutas rojas, va un fortificado tinto.
Tiramisú
Un clásico italiano siempre de la mano del Passito, o bien una copa de Porto o Marsala no le quedaría nada mal, al igual que un café. Dicen que fue creado en Venecia con fines afrodisíacos. Parece que las mujeres lo preparaban en la noche para sus amantes con la intención de proporcionarles más energías. Otra de las versiones asegura que se trataba de un postre típico de los burdeles. Al menos el nombre explica mucho del origen, Tiramisú significa “levantate”.
Crème brûlée
Se dice que al joven príncipe Felipe de Orleans le gustaba mucho este plato, pero se quejaba de que se enfriaba muy rápido. Fue entonces que al chef Massalot se le ocurrió colocar una plancha al rojo vivo sobre la capa de azúcar hasta que esta se caramelizó. La combinación del caramelo caliente y crujiente en la superficie con el interior de crema tibia fue un éxito y lo sigue siendo. Para algunos, sería la evolución de la crema catalana. Un dulce de botrytris, un tardío, una copa de Jerez dulce o un espumoso dulce le rinden honor a este postre.
Strüdell de manzana o tarte tartin
La fruta prohibida no puede faltar a la hora del postre. El Strüdell, postre típico alemáN y austríaco, es un "enrollado" con manzana y otras frutas en el interior. En el siglo XVIII adquirió popularidad a través del imperio de los Hasburgo. La Tarte Tartin es una delicia normanda creada or las hermanas Tatin y llevada a la fama por un repostero parisino. Ambas con un tardío de uva blanca, con un vino e botrytis o con los mágicos Tkaji Axzú. Si se trata de alcoholes, un Calvados (destilado de manzana) es una alternativa; y si se prefiere algo de bajo grado, la sidra de Manzana o pera no está nada mal (perdón si se ofende el vino, pero ser infuiel una vez en la vida es divertido).
Cheesecake
La cuna de este pastel no es Estados Unidos como muchos creen Si el queso es un producto tan milenario como el vino, que evolucionaron juntos con la civilización misma, es lógico que cualquier transformación de este producto se haya producido en algÚn pueblo de la Antigüedad. Y es así es, hay registros de recetas en Grecia y Roma, como el alimento de los atletas y los soldados. A los estadounidenses se les atribuye la adición del queso crema, convirtiendo al cheesecake en un ícono de los cafés neoyorquinos. Este postre es muy versátil a la hora de maridar, con dulces blancos con la receta combina con maracuyá o tintos cuando la versión tiene frutos rojos.
Fuente: Planeta Joy
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