¿Qué haces si en una reunión de negocios la conversación es entorno al vino y lo único que sabes es que se produce con la uva?
Recuerdo la experiencia que tuve en un reconocido restaurante con estrella Michelin en Madrid. Mi entonces jefe y yo estábamos sentados en la misma mesa junto con unos clientes, y de pronto el mesero nos acercó la carta de vino. Uno de los clientes me dijo: “Luis, tú tienes pinta de saber de vino. Elige tú”.
No sé si mi cara confesó la angustia que tenía después de escucharlo. Reaccioné rápido y fui lo suficientemente hábil para, sin dejar que la mirada del sumiller me fulminara, preguntarle por sugerencias de vinos del Bierzo en Castilla León, España, tierra de la que era originario el cliente que tenía a mi lado.
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Aquella respuesta fue bien recibida por todo el mundo: el cliente se sintió alagado, el sumiller pudo hacer su trabajo y recomendar vino de una zona un tanto desconocida de España y yo, por mi lado, pude justificar no conocer vinos de la zona al ser una región con pocas referencias.
Mucho ha llovido desde entonces y sin duda no fue por esa experiencia que decidí años después crear una agencia de viajes especializada en enoturismo, pero no hay duda de que aquel momento me marcó. Esta experiencia me ha servido para en ocasiones recomendar ideas a amigos y familiares, mismas que te comparto a continuación:
1. Ser naturales
No todo el mundo puede saber de todo y pretender ser un experto de lo que no suele terminar mal. El dentista sin titulación destroza una boca, el conductor sin permiso puede atropellar a un transeúnte y el falso entendido en vino pude muy bien terminar su minuto de gloria como el malo de la película desde Rusia con amor de la saga de James Bond. Quien haya visto la película, posiblemente recuerde a James reconociendo “Vino tinto con lenguado. Eso debió hacerme sospechar”.
2. Recurrir al fruto, lo más elemental, pero en ocasiones olvidado
El vino es producto de la uva, un fruto que crece en racimos que genera la vid, la planta. Para que un vino sea bueno el fruto del que procede tiene que ser bueno también. Los mejores enólogos con los que he hablado siempre dicen que su misión es plasmar un paisaje; mantener en el vino todo lo bueno que la fruta aporta. No hace falta ser un experto para entender esto y es una de las cosas más importantes para que el vino sea bueno. Cualquier persona que guste de la jardinería sabe mucho más de vino de lo que cree, en la mayoría de ocasiones sin ser consciente de esto.
3. Lo pequeño es bonito en el mundo del vino
Vinculado a lo anterior, es muy complicado para una bodega que produzca millones de botellas realizar vinos muy especiales. Para hacerlo tienen que usar parcelas específicas y elaborar un vino especial como si fueran una bodega pequeña. Una pregunta inteligente a un sumiller es sobre el tamaño de una bodega. Si la respuesta es que la bodega es pequeña podemos estar muy seguros de que será una buena elección.
4. Preguntar al experto
Siguiendo con la idea de preguntar al sumiller, poca gente en una mesa sabrá más de vino que el experto que los sirve en un restaurante de cierta entidad. Pedir sugerencias, no sólo sobre el vino, sino sobre qué vino puede ir bien con algunos platos que pensamos elegir, nos muestra como persona cauta que valora la opinión de quien más sabe y que, además hace la pregunta correcta al vincular un elemento (la comida) con el vino. En una comida de negocios eso nos muestra como un socio adecuado.
5. Recurrir a alguna anécdota o historia
Si la conversación en la mesa se enfoca en el vino y no nos sentimos cómodos, es fácil aportar alguna idea interesante. Una opción puede ser recurrir a la historia del origen del brindis. Además de una historia bonita en sí misma puede abrir la conversación a muchos temas, incluidos los vinculados a la confianza necesaria en una posible relación comercial.
La historia es la siguiente: parece ser que en la edad media se brindaba con el objeto de mezclar el contenido del líquido de dos copas. Si se llenan mucho las copas, al chocarse una con otra se intercambia líquido. Era un tema fundamental cuando las personas que bebían juntas podían sospechar que la persona que tenían en frente pudiera tener la intención de envenenar al otro.
Otra reflexión de interés puede ser “filosofar” sobre el modo en el que al beber vino en realidad bebemos el pasado. El vino es el producto de las uvas del pasado: de las lluvias y luz de cosechas anteriores. Estas reflexiones pueden igualmente animar mucho cualquier conversación.
6. Tener un poco de curiosidad e intentar aprender
No saber de algo no es óbice para no aprender, aunque sea un poco. Tampoco debería ser consuelo para la ignorancia pensar que los “sabiondos” caen peor que los ignorantes.
Cuando se sabe, aunque sea un poco de un tema, no sólo se puede hablar de él, sino que se puede preguntar y escuchar con verdadero interés. Si en una comida de negocios preguntamos con interés genuino a un cliente o proveedor que sabe de vino, seguramente se sentirá alagado por compartir su sabiduría. Hay muchos libros y contenido web que nos pueden ayudar a adentrarnos en el mundo del vino de modo sencillo.
Datos curiosos para sorprender
Una viña más vieja produce mejores frutos que una más joven. La razón es sencilla y tiene que ver con el tiempo que la planta vieja ha tenido para adentrar sus raíces en las profundidades del suelo. A mayor profundidad en el suelo la planta puede extraer más minerales y sustancias que aportará al fruto y éste al vino.
La vid no necesita mucha agua. El agua no sólo pude ser el caldo de cultivo perfecto para enfermedades de la vid, sino que su exceso nos dará uvas gordas y repletas de agua y no uvas pequeñas con mucha concentración de sabores.
Un último ejemplo saliendo ahora del viñedo e introduciéndonos en la bodega. Un vino elaborado sólo con un tipo de uva pretende que el consumidor disfrute con los sabores y aromas que son propios a esa variedad de uva. Eso no es ni mejor ni peor que un vino elaborado con diferentes tipos de uva. En este último caso el enólogo pretende encontrar un equilibrio entre los tipos de uva que usa. ¿Qué es el equilibrio? Pensemos en unas uvas con sabor potente, otras con un sabor más suave o elegante, y otras más ácidas que aportan frescor y además también la posibilidad de que el vino se conserve más en el tiempo
¿Por qué hace falta acidez para que el vino se conserve en el tiempo? Puedes seguir aprendiendo de la bebida en estos artículos con información que te ayudarán a quedarte pasmado cuando en tu reunión de negocios te hablen de vinos.
Escrito por Luis Lechuga, director general Turismodevino.com.
Fuente: Entrepreneur
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