Esta bebida contiene compuestos con potenciales efectos en la prevención del cáncer, aunque los estudios son discordantes
El té es la bebida más consumida en el mundo después del agua. Hay diversas variedades, entre ellas, el té verde, que se elabora con las hojas no fermentadas del árbol. Las publicaciones que se hacen eco de los beneficios extraordinarios de esta bebida son incontables, aunque no todos los resultados están bien documentados. Los polifenoles que contiene, en concreto las catequinas, han desatado el interés de la industria, que ha aumentado su oferta de productos, y del consumidor, que ha ampliado su ingesta. Sin embargo, aunque las pruebas de investigación son prometedoras, se necesitan estudios en profundidad que determinen la dosis y la forma de consumo más efectiva (bebida, extracto, etc.) sin contraindicaciones ni efectos secundarios.
El consumo continuado de té verde o de productos con extractos o que concentren sus principios activos está contraindicado en personas con trastornos cardíacos, arritmias, insuficiencia coronaria, insomnio, epilepsia, embarazo y lactancia, así como durante la infancia. Se ha determinado también que el té verde puede provocar toxicidad en el hígado e interacciona con diversos medicamentos como los antibióticos.
El té es la bebida más consumida en el mundo después del agua
Te verde |
Té y cáncer: demasiadas esperanzas
Los estudios experimentales (in vitro) y en animales que encuentran una asociación saludable entre el consumo habitual de esta bebida y la disminución de grasas son numerosos: pérdida de peso, reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, así como su contribución a la promoción de la salud oral (por su riqueza en flúor) e incluso el aumento de la densidad mineral ósea.
Una taza de té aporta unos 200 mg de flavonoides
Las sustancias que contiene son de gran interés dietético y nutricional, sobre todo flavonoides con acción antioxidante (catequinas, rubigenina, flavina y taninos). Sólo una taza de té aporta alrededor de 200 mg de flavonoides, la mayoría de los cuales se libera durante el primer minuto de infusión.
Una revisión sobre los efectos beneficiosos de esta bebida, acometida por la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, le atribuye mayor acción antioxidante en comparación con el té negro debido a una concentración superior en catequinas. Los investigadores afirman que el contenido de ciertos minerales y vitaminas de este tipo de té aumenta su potencial antioxidante y que son estos los compuestos destacados en la prevención del cáncer.
En la extensa base de datos de estudios científicos Pubmed, se pueden encontrar más de 1.300 referencias científicas que tratan la relación entre el té verde y el cáncer. La mayoría de los estudios poblacionales que examinan esta asociación pertenecen a centros de investigación de países asiáticos, dado el bajo consumo de té verde en Europa y EE.UU.
Muchos estudios realizados en China y Japón vinculan el consumo de té verde (tres o más tazas diarias) a una menor incidencia de distintos tipos de cáncer de esófago, estómago, pulmón, páncreas, mama, próstata, ovario y recto. Pero coexisten otros tantos que no detectan diferencias en la incidencia de estas patologías. En un reciente meta-análisis de estudios epidemiológicos sobre consumo de té verde y cáncer de estómago, realizado por la Sichuan University y el Chinese Evidence-Based Medicine/Cochrane Center, ambos centros en Chengdu (China), los autores llegan a la conclusión de que por el momento no hay pruebas epidemiológicas claras para apoyar la propuesta de que esta bebida tiene un papel en la prevención del cáncer de estómago. La conclusión es paralela a la del meta-análisis realizado por el Center for Cancer Prevention and Detection, del National Cancer Center en Goyang (Korea), publicado en el International Journal of Cancer en febrero de este año.
Jordi Prió
Fuente: El Nacional
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