Cada paladar los ayudará a sacar sus propias deducciones. Vino o cerveza, cerveza o vino, ambos pueden ser memorables compañeros de la pizza. |
Una es la unión más popular, pero la cocción y los ingredientes invitan degustar un buen tinto, blanco o rosado. ¿Cuál preferís?
En el imaginario mundial existen recetas gastronómicas que definen la tendencia de una época o que simplemente son tradiciones de comensales desde hace décadas. ¿Ejemplos? Si el plato tiene mariscos, va con vino blanco; el asado va con vino malbec y la pizza acompañada con cerveza. Pero, ¿es así realmente o es mera costumbre?
Por suerte, las propuestas innovadoras de chefs y sommeliers de refinados paladares fueron vanguardia en la exploración de nuevas tendencias y en las nuevas versiones del maridaje. Y así se rompe el borde de lo que se creía correcto. Hay pescados que quedan buenísimos con vino tinto, guisos que maridan con vinos blancos, el sushi se puede comer con una rica pinta y la pizza se puede fusionar deliciosamente con una copa de vino.
Qué pizzas conviene comer con cerveza
Para Sol Cravello, sommelier de cerveza y Jefa de Conocimiento de la firma Patagonia, cualquier estilo de pizza marida con cerveza. “La cerveza tiene varios aspectos que acompañan perfectamente a la pizza. Las maltas claras de una cerveza aportan un carácter a pan y a grano fresco que acompañan muy bien a la masa. Por otro lado, la carbonatación de la cerveza arrastra y limpia cualquier oleosidad o carácter graso que pueda dejar, por ejemplo, el queso”.
Aunque spoiler gastronómico: no cualquier pizza marida con cualquier cerveza, y Cravello nombra algunos ejemplos. Una pizza con cebollas caramelizadas armoniza con una cerveza de tono dulce tipo Scotch Ale. Por otro lado, una de cuatro quesos es perfecta para disfrutarla con una IPA, de alta graduación alcohólica. A su vez, una porción de Margarita combina con una Kölsch suave y fresca, en tanto una pizza con vegetales a la parrilla genera una combinación épica con una Amber Lager de suave sabor a caramelo. La de provolone, extra salada, encuentra su mejor versión con una Porter, cerveza oscura con cuerpo medio.
Qué pizzas conviene comer con vino
Verónica Reising, sommelier del restaurante y vinoteca La Malbequería dice que buscar un vino que contraste con el contenido graso del queso y la acidez del tomate es lo primordial. Entonces, recomienda vinos sin guarda en barricas, o con un breve paso por madera, que tienden a tener tonos frutales y cuerpo liviano. “Estos van de la mano con cualquier pizza”, detalla.
Otros tips claves: la pizza margarita va muy bien con un rosado de Cabernet Franc, que habilitará que la estructura juegue de manera equilibrada entre el queso, la acidez del tomate y la fresca albahaca. Por su parte, a la fugazzetta, simple o rellena, le queda perfecto un vino que tenga cuerpo para barrer el retrogusto intenso de la cebolla, como un Torrontés norteño. Mientras que la famosa calabresa necesitará un vino con excelente porte, por ejemplo, un Syrah, ya que su particular tono a pimienta negra y grosellas acopla a la perfección con el pepperoni.
Para la clásica de jamón y morrones, lo ideal es un tinto con cuerpo y cierto carácter, pero a la vez refrescante, como el Tempranillo. Y no nos quedemos atrás con la pizza con champiñones, más amigable con un Pinot Noir patagónico, ya que la frescura de su sabor de frutas negras permitirá ecualizar el gusto terroso de los hongos.
Para las vegetarianas, la experta sugiere un blend de cepas blancas, las verduras salteadas precisan de un elemento que refresque, pero a su vez de buena base para no contaminar el sabor. Y para los paladares más valientes, las pizzas condimentadas con mariscos, demandarán un Sauvignon Blanc de calidad.
Verónica Reising, sommelier del restaurante y vinoteca La Malbequería dice que buscar un vino que contraste con el contenido graso del queso y la acidez del tomate es lo primordial. Entonces, recomienda vinos sin guarda en barricas, o con un breve paso por madera, que tienden a tener tonos frutales y cuerpo liviano. “Estos van de la mano con cualquier pizza”, detalla.
Otros tips claves: la pizza margarita va muy bien con un rosado de Cabernet Franc, que habilitará que la estructura juegue de manera equilibrada entre el queso, la acidez del tomate y la fresca albahaca. Por su parte, a la fugazzetta, simple o rellena, le queda perfecto un vino que tenga cuerpo para barrer el retrogusto intenso de la cebolla, como un Torrontés norteño. Mientras que la famosa calabresa necesitará un vino con excelente porte, por ejemplo, un Syrah, ya que su particular tono a pimienta negra y grosellas acopla a la perfección con el pepperoni.
Para la clásica de jamón y morrones, lo ideal es un tinto con cuerpo y cierto carácter, pero a la vez refrescante, como el Tempranillo. Y no nos quedemos atrás con la pizza con champiñones, más amigable con un Pinot Noir patagónico, ya que la frescura de su sabor de frutas negras permitirá ecualizar el gusto terroso de los hongos.
Para las vegetarianas, la experta sugiere un blend de cepas blancas, las verduras salteadas precisan de un elemento que refresque, pero a su vez de buena base para no contaminar el sabor. Y para los paladares más valientes, las pizzas condimentadas con mariscos, demandarán un Sauvignon Blanc de calidad.
Por último, hay que resaltar que los espumantes también son vinos. ¿Qué decir de la famosa combinación de pizza con "champán"? La sommelier la recomienda de manera enfática, ya que confirma que "las burbujas resaltan el sabor y la estructura vibrante le da equilibrio”.
Cada paladar los ayudará a sacar sus propias deducciones. Vino o cerveza, cerveza o vino, ambos pueden ser memorables compañeros de la pizza. Chin chin por ella, más allá de su formato y combinación.
Fuente: c5n
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