El tipo de alimentación desempeña un papel determinante en la salud de una mujer, desde antes incluso de ser un embrión hasta el día final
Lo que comemos determina nuestra salud de una manera brutal. Ya se sabía. Pero, ¿sabía usted que incluso la alimentación de nuestros padres impacta en nuestro bienestar físico y mental? Si quiere que le diga la verdad, yo también lo ignoraba. Y si alguna vez lo he sabido, ya no me acordaba (sonrisa con dientes). Pero esta semana he acudido a un foro sobre alimentación y mujer en el siglo XXI celebrado en la Sociedad Bilbaína y me he fascinado escuchar cómo nuestro alimento, como decía Hipócrates, resulta ser nuestra mejor medicina no solo a lo largo de toda la vida. Incluso desde antes de que le engendren a uno.
«Cada vez tenemos una mayor evidencia científica de que la salud de un bebé depende, en buena medida de que sus padres, tanto ella como él, mantengan unos hábitos alimentarios saludables en los seis meses previos a la fecundación del óvulo», explicó el médico nutricionista Javier Aranceta. Los últimos hallazgos, según contó, van incluso más allá. Los sabores y alimentos que más gustarán al bebé que se anuncia (nuestra educación nutricional) dependerán en buena medida de los sabores y alimentos que la madre disfrute durante el embarazo.
Madres y padres (ojo, ellos también) han de llevar en ese tiempo preconcepcional un régimen alimentario ajustado a la dieta mediterránea. Ya sabe, verduras, cereales, más pescado que carne, preferiblemente blanca y aceite de oliva virgen extra. Y, además, hacer ejercicio. Si creían que iban a librarse, se equivocaron ustedes. Venga, zapatillas, chandal y a por el bebé.
Paso a paso
Una vez nacido, existen varios momentos en la vida, que se convierten en auténticos hitos, en los que la dieta desempeña un papel fundamenta para la salud y el buen desarrollo del individuo, y en concreto de la mujer. Vamos a por ellos.
- Lactancia. Si hay un «alimento premium» en la vida, auténtica «medicina personalizada, nutrición de precisión» es la leche materna. Contiene todos los nutrientes que la criatura necesita y aporta inmunidad al bebé. Su sabor está condicionado por la alimentación de la madre, más amargo o más dulce en función de si se comen, por ejemplo, alcachofas o calabaza. Ahora se sabe que esas elecciones contribuyen a educar el gusto del bebé.
- Infancia. Hay en la actualidad una tendencia a dar a los críos las comidas que les gustan cuando les apetece. Pero asegurarse una alimentación variada y equilibrada pasa por educar su gusto y enseñarles a disfrutar de todo. Desayuno, aperitivo sano, comida, merienda y cena.
- Adolescencia. Es el tiempo en que manda la cuadrilla. Si se hacen bien los deberes con antelación, no hay problema. Prueba superada. En el caso de las chicas es importante vigilar el aporte de calcio y minerales. «Hay que llenar el depósito del hueso para cuando comience a destruirse» a partir de la menopausia.
- Etapa adulta. Dieta mediterránea y actividad física permanente. Alimentos altos en omega 3 y con nutrientes antiinflamatorios, como nueces, salmón, chicharro, bonito, ayudan a mitigar y combatir los dolores menstruales.
- Menopausia. Busque alimentos ricos en fitoestrógenos para protegerse de enfermedades como el cáncer de mama y las cardiovasculares, que en esta etapa de la vida se ceban con las mujeres. Tome nota: frutos secos, frutas rojas (fresas), frutas secas (orejones, dátiles...), legumbres... vino (ojo, con moderación). Haga ejercicios de fuerza, no solo andar.
- Vejez. Nuestro equilibrio emocional depende en buena medida de nuestra microbiota. Cuanto más rica sea, gozará usted de una mejor salud mental. En ella, una vez más, el ejercicio físico, desempeña un papel primordial. Recuerde, por otra parte, que las personas mayores comen menos. Pero aunque así sea, coma de todo.
La vida a veces duele. Pero es mejor vivirla, hasta el final.
Fermín Apezteguia
Fuente: El Correo
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