Cómo se puede clasificar el vino
Lo primero que debes saber es que no en todos los lugares del mundo los vinos se clasifican de la misma forma. Por ejemplo, en el cono sur, en países como Chile, Argentina, Sudáfrica, Nueva Zelanda o Australia, la mayoría de veces los vinos se dividen en función del tipo de uva. Así es típico encontrar el Carmenere Chileno, el Pinot Noir de Nueva Zelanda, el Shiraz Australiano, la Malbec de Argentina o el Sauvignon Blanc en prácticamente todos los países del llamado “nuevo mundo”.
Un caso realmente curioso es el de Francia, dónde los vinos se clasifican en función de la calidad de los suelos dónde se asientan los viñedos. Borgoña es un caso extremo, por ejemplo, pero sin lugar a dudas, es Burdeos quien tiene la historia más original. La división de los suelos es compleja y cada mini región dentro de la AOC Burdeos tiene su propia calificación.
La más famosa es la que encargó hacer Napoleón III en 1855 y que sigue vigente en la actualidad. Fundamentalmente se enfocó en Médoc, y ello ha hecho que otros pueblos y regiones dentro de Burdeos hayan desarrollado las propias clasificaciones. Respecto a la de Napoleón III, la calificación se hizo de la siguiente forma: Los Premiere Cru corresponden a los mejores suelos de la región, siguiéndoles después los Deuxiemes Cru, los Troisiemes Cru, Quatrieme Cru y Cinquieme Cru respectivamente. Sólo hay 61 bodegas calificadas como “Cru” en alguna de las cinco divisiones y son las únicas que pueden llamar a sus vinos “Grand Cru”.
Otras zonas como Saint Emilion o Sauternes han desarrollado sus propios sistemas de calificación de sus viñas. En el caso de Saint Emilion, por ejemplo, se creó una clasificación en 1955 que aún sigue vigente y que difiere de la lista de 1855 de Napoleón III fundamentalmente en que se va actualizando aproximadamente cada diez años basándose en nuevas comprobaciones de la calidad de los vinos y terruños. En cada actualización, los vinos pueden promocionar o descender en la clasificación, incluso ser excluidos totalmente, así como añadirse otros sin clasificar previamente.
En España, sin embargo, el vino se clasifica fundamentalmente por el tiempo de guarda y envejecimiento, o lo que es lo mismo, el tiempo que ha permanecido en barrica y botella previamente a salir al mercado. Podría decirse que, existen cuatro categorías principales en nuestro país: vino joven (dónde tienen cabida los Robles), vino crianza, vino reserva y vino gran reserva. Determinar cuál debe ser el tiempo de envejecimiento para cada una de ellas va a depender de la bodega de procedencia y del consejo regulador específico. Pero, de forma orientativa, podemos esperar unas características comunes en cuanto a cuerpo, aroma y color, ya que la madera modifica las propiedades originales del vino.
¿Qué diferencia a un vino joven?
Esta categoría corresponde a vinos jóvenes con menor tiempo de envejecimiento en barrica. En general, el vino roble pasa entre 3 y 6 meses en barrica. Aúna las virtudes propias del vino joven (que se consume dentro del primer año), es decir, enérgico y afrutado, con el aroma y sabor propio de la madera, consecuencia del paso por barrica. Los buenos robles, en general, utilizan su breve crianza para resaltar más las notas florales y frutales del vino.
Un buen ejemplo de vino joven lo encontrarás en las botellas de Pradorey Origen, de Ribera del Duero. Se trata de un vino elaborado con uva tempranillo como variedad principal. Su paso por barrica es de dos meses y da lugar a un vino equilibrado, graso y con ligeros toques a frutos rojos.
MARIDAJE
Un vino joven es ideal para tomar con aperitivos, comidas ligeras, pastas y carnes blancas como el pavo y el pollo. También marida perfectamente con quesos suaves, setas y embutido.
¿Qué diferencia a un vino crianza?
Los vinos crianza son aquellos que tienen un envejecimiento de, al menos, 24 meses. De ellos, deben pasar en barrica entre 6 y 12 meses. El resto del tiempo de maduración se lleva a cabo en la botella, que debe permanecer horizontal y sellada con corcho, lejos de la luz y con apenas paso del oxígeno. En Ribera del Duero, dicha crianza en barrica deberá ser de, al menos, 12 meses.
Si hablamos de vinos rosados y blancos, el tiempo de envejecimiento total desciende a 18 meses, pero el periodo que debe pasar en barrica es el mismo que para los tintos.
El periodo de crianza dotará al vino de su aroma y sabor característico. Pero las barricas deben trasegarse periódicamente para separar los residuos, que se van depositando en el fondo y que, si no se retiran, podrían estropear el vino.
Un vino crianza puede aguantar entre cinco y diez años, dependiendo de sus condiciones de almacenamiento.
Una excelente muestra de vino crianza es el Pradorey Finca Valdelayegua, de la D. O. Ribera del Duero, con un envejecimiento en barrica de roble francés y americano de 12 meses. Su variedad principal es tempranillo, aunque se encuentra bien acompañado por un poquito de merlot. Es un vino complejo, en el que apreciarás matices de sabores muy intensos, dulzones y aterciopelados.
MARIDAJE
El vino crianza marida a la perfección con carnes rojas tanto a la brasa como a la plancha, con los asados de caza y con el intenso sabor del queso curado.
¿Qué diferencia a un vino reserva?
El periodo de envejecimiento de los vinos reserva ha de ser de 3 años, como mínimo. De ellos, al menos 12 meses deben ser en barrica y el resto en botella, bajo las mismas condiciones ya descritas para los vinos crianza.
Estos periodos se acortan para los vinos blancos y rosados, cuyo envejecimiento se sitúa en los 18 meses, y deben ponerse a la venta una vez cumplidos los dos años.
Una historia que seguro que no conocías es que el origen de la palabra “reserva” viene de Rioja, dónde la gente hacía una “reserva” de un vino de crianza en un año de gran calidad para guardar el vino durante unos años, así como una “gran reserva” en añadas excepcionales. En PRADOREY hemos querido preservar esta filosofía, y sólo hacemos este tipo de vinos cuando la añada lo merece.
La vida total de un buen vino reserva es superior a la del crianza. Quiere esto decir que una botella que tenga más de 10 años de edad estará aún en condiciones óptimas de ser consumida.
Cuentas con un excelente ejemplo de vino reserva en el Pradorey Finca La Mina. Se trata de uno de los vinos más exclusivos de la D. O. Ribera del Duero, ya que se produce únicamente con uvas de las mejores cosechas. Así, quedan garantizados al máximo el potencial y las cualidades derivadas de la larga crianza, que en este caso es de 18 meses. Se trata de un vino con gran buqué, ahumado, con sabor a frutas maduras y muy balsámico.
MARIDAJE
Los vinos reserva maridan exquisitamente con los guisos de caza menor y con carnes gelatinosas, como el rabo de toro o los callos.
¿Qué diferencia a un vino gran reserva?
Para la categoría más prestigiosa del vino quedan reservados los largos periodos de envejecimiento, que deben ser de unos cinco años (60 meses). De ellos, en la mayoría de regiones españolas, al menos 18 meses deben transcurrir en barrica y el resto en botella. En Ribera del Duero, sin embargo, dicha estancia en barrica debe ser de al menos 24 meses. En el caso de los vinos rosados y blancos, se considerarán gran reserva cuando pasen no menos de 48 meses envejeciendo, de los cuales 6 han de ser en barrica.
Uno de los máximos exponentes es el Finca Real Sitio de Ventosilla. La producción más reciente de este gran reserva procede de las añadas de 1999, 2004 y 2009, lo que lo convierte en un vino de gran caché. Tras un envejecimiento de 24 meses en roble francés, si pruebas este gran caldo, disfrutarás de un vino brillante, aterciopelado, mineral y muy balsámico. Te aconsejamos su oxigenación previa para que desarrolle toda su estructura y aroma.
MARIDAJE
El vino gran reserva debe maridarse con asados de caza para degustarlo en su máximo esplendor, pero también potenciará el sabor de los platos de la cocina más actual.
Con este pequeño resumen, sin duda, tendrás más claro el panorama cuando desees elegir un buen vino. Simplemente un par de ideas más. La primera, no es tan importante la categoría del vino como la calidad de la uva. Una barrica nunca mejorará una uva mala o una cosecha corta de calidad. Y la segunda, el mejor vino siempre es el que más le guste a uno, independientemente de su tiempo de elaboración.
¡Salud!
Fuente: PradoRey
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