¡Mis queridos Amigos! ¿Cómo están?
Los niños, algunos con un apetito increíble, otros no tanto, pero con frecuencia nos encontramos ante la interrogante de cómo hacer que nuestros hijos coman vegetales, frutas, coman algo más que cereal para que su alimentación sea balanceada.
Lo primero que tenemos que tener claro es que nuestros hijos no se van a morir de hambre. Nos angustia si no se lo comen todo, si no comen esto o aquello, y por lo general las porciones de comida que realmente requieren son inferiores a las que pensamos. He trabajado con niños desde hace ya 20 años y en ese tiempo sólo he visto a dos que me han preocupado al verlos físicamente muy delgados, quizá desnutridos por no querer comer.
Uno de ellos es “Panchito” ( lo llamo así para preservar su identidad y mantener el cariño que le tengo), cercano a la familia, realmente de terrible comer. Un día lo vi disfrutar su comida y pidió repetir. ¡Fue impresionante! Resulta que yo había sido invitada a dar una clase abierta de cocina en una tienda por departamentos de la ciudad y él, junto a su madre, eran parte de mi público. Doy mi clase y ¿cuál fue mi sorpresa?, que mi querido Panchito fue uno de los primeros en hacer fila para pedir comida y pedir un segundo plato.
Aquí intervinieron algunas variables. La primera y principal es que me había visto hacerlo, había presenciado y hasta participado en la elaboración de la comida, lo cual lo hacía totalmente distinto a lo que estaba acostumbrado, ante sus ojos, por sus 4años de edad. ¡Había sucedido un acto de magia! La transformación del alimento. En segundo lugar, los nuggets, preparados con pollo, tienen un sabor que gusta a los niños. El gusto evoluciona a lo largo del desarrollo del ser humano y hay comidas más propensas a ser del agrado infantil que otras.
Estos nuggets venían con “amigos de colores”, un arroz que tenía zanahoria, guisantes y maíz. A los niños les gusta mucho los colores, y al comer primero ven, luego huelen y por último saborean, así que la apariencia de lo que les ofrecemos es lo que más llama su atención. En el caso de los vegetales, como la zanahoria, podríamos picarlos con formas de estrellas o corazones haciendo uso de un corta galletas. Podríamos hacer una sopita con caldito de pollo, letras de pasta, y formas de vegetales de distintos colores.
También es importante que los involucremos en las compras. Ya a partir de los 4 años ellos pueden ayudarnos a seleccionar algunas frutas, las que les gustan. Igualmente, durante el fin de semana podemos invitarlos a participar en la elaboración del desayuno.
Y más importante aún es nuestro propio amor a la comida, a lo que preparamos y ofrecemos. Mi querido Panchito, que había participado en la clase abierta, me había visto emocionada contarle al público las propiedades del aceite de oliva, lo sabroso de preparar unos nuggets con crunch pero sin la grasa añadida, el saborcito dulce que le daba la zanahoria al arroz y cómo algo tan sencillo como una vinagreta tipo francesa podía convertirse en algo sublime si acompañábamos esa lechuguita con un quesito.
Hoy en día soy capaz de tomarme un vaso de agua con salvado de trigo que tiene un sabor a casi polvo, una textura que casi produce ahogo y mi colon casi que lo resiente, pero recuerdo a mi padre emocionado por su descubrimiento. Años atrás se le iluminaba el rostro al hablar de la maravilla de la fibra, iba yo detrás en silencio a probar y a beneficiarme de aquello que, de alguna forma, con amor y sin darse cuenta, mi padre me había vendido.
En síntesis, mis queridos amigos, con nuestros niños es vital un par de cosas:
- Reconocer que no todos los sabores son del agrado infantil y que nuestro gusto va evolucionando.
- Es importante que le pongamos color y forma a sus platos. Los niños comen con los ojos, luego con el olfato y finalmente con el gusto.
- Involucremos a los niños en las compras del supermercado y en las elaboraciones de algunas preparaciones en el fin de semana.
Recuerden: no cambien, evolucionen; no sustituyan las comidas favoritas por alguna saludable, incluyan poco a poco las saludables.
Sus hijos comerán lo que ustedes amen comer, invítenlos a descubrir, y descubran ustedes también las cualidades de cada ingrediente; si se atreven, muerdan un trozo de célery con una cremita a base de queso ricota y hierbas, y verán. El amor a los ingredientes, el descubrirlos, va mucho más allá del sabor; es su textura, su olor, los inventos que podemos hacer con él, es lo que nos recuerdan y nos hacen soñar, es el atrevimiento a lo nuevo, es darnos la libertad de probar, simplemente descubrir, y con eso nuestra alma siempre se llega a nutrir.
¡Disfruten y buen provecho!
Se les quiere,
Anabella Barrios Matthies
Psicóloga de profesión – pastelera de corazón
el otro día me compre un libro sobre la alimentación en una librería en Recoleta. es un gran problema cuando los niños no tienen apetito. Hay que saber como cuidarlos.
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