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lunes, 2 de mayo de 2011
Anabella Barrios (@psicocina): ¿Qué queremos para el día de las madres?
Mis queridos amigos y amigas!
¿Cómo están? Ser mujer, ser madre y que exista un día en el cual se acostumbre a celebrarlo puede resultar un asunto comercial; pero la verdad es que, comercial o no, es un día que merece celebrarse, en lo vasto y ancho del planeta, desde lo más profundo de nuestro ser hasta nuestra arista más superficial que compra algo por salir del paso, es un día a celebrar.
Cierto es que siempre o muchas veces nos toma por sorpresa y nos aburren las flores repetidas, las ollas para cocinar o quién sabe qué. ¿Qué queremos?, ¿Qué nos podemos dar como mujeres? y ¿Qué nos pueden ofrecer nuestros hijos y pareja? Es el paseo que vamos a tomar hoy.
Estamos en un blog de gastronomía, entonces ¿Cómo contestamos a esa pregunta?. ¿Cómo la contesto desde mi ser psicóloga y mi ser cocinera?. Lo haré esta vez en dos partes, o quizá solo una, porque al final, como todos, soy humana.
Y es que de eso se trata, ser mujer, ser madre supone una entrega infinita e inconmesurable. Imagínense ustedes, desde adentro, en nosotras y de nosotras, con el mágico empujón masculino, comienza a hacerse un nuevo ser, a gestarse, se siembra una nueva vida para la cual somos más que la tierra fértil que lo nutre, somos la tierra que le da vida, y después de nueve meses en una montaña rusa de emociones y sensaciones, lo parimos.
Luego, a amamantar, al disparate de perder todo orden y horario, al dejar de ser para avocarnos a ese otro, nos perdemos en él, y entre dormidas, amamantadas y cambiadas de pañal transcurren los días sin que nos demos cuenta. Los sentimos interminables al principio, hasta que de repente nos da vértigo la velocidad del paso del tiempo y los extrañamos como pequeños. ¿Qué regalar?, ¿qué regalarnos como madres?.
El reconocimiento de esa labor echa a pinza, día tras día, nos regalamos el detenernos y comenzar a apreciar aquello que es intangible, pero que es lo que hace posible que otro ser cobre vida, que se haga humano, un humano con capacidad de pensar y darse cuenta de que piensa y que siente. ¡Pero vamos, que es gastronomía nuestro blog!
Puede que tengamos pareja, puede que tengamos hijos chiquitos o grandes, puede que estemos solas este día y es por ello que he empezado por nuestro lado humano, es por eso que hoy les invito a detenerse en el pensamiento y hacer aquello que dicen los italianos, no hacer nada, desplomarse sobre el sillón al caer en cuenta de lo que ya han hecho, reconocido o no por otro.
Somos nosotras las mujeres las que nos debemos regalar un instante de nuestro pensamiento para nosotras mismas, seamos madres en la realidad o no, pues al venir de una madre, en nuestro ser albergamos una imagen de ella. Detengámonos desde hoy a pensar qué quiero, qué me provoca, retomémonos como individuos, y cuando comencemos a tener respuesta, más fácil será guiar a los otros y dejarles saber cómo hacernos sentir bien.
Pero seamos gourmet y prácticos en este instante: ¿Qué queremos?, una llamada que nos deje saber que nos han pensado; un desayuno en la cama en el que luego no tengamos que lavar platos, donde nos dejen dormir un poco más y con la temperatura apropiada de la habitación se nos acurruquen cerca, pero no tan cerca y nos acompañen a levantarnos lentamente, a nuestro ritmo, que nuestro ritmo tenga chance de comenzar a despertarse y no sea la velocidad de la vida, de la necesidad del otro que siempre atendemos la que nos tome por completo. Entonces, para grandes y chicos, los dejo con una receta mágica, una bandeja cubierta con una servilleta de tela, puede ser blanca.
Cortemos de nuestra jardinera una que otra flor, una que otra hoja bonita, coloquémosla alrededor del plato y los cubiertos o en una tacita o florerito. Preparemos café, leche, agua, jugo quizá; tomemos un platito y sobre él colocaremos enrolladitos una lonja de cada queso que encontremos en la nevera, igual con el jamón o pavo, sobre un platito de taza de café colocamos la mermelada y en el otro extremo queso crema si lo tenemos. Tomamos dos panes cuadrados, a uno le untamos mantequilla con una pizca de sal, y al otro mantequilla; le espolvoreamos un poco de azúcar y canela, y cuando el café esté listo y la leche también, tostamos el pan ligeramente, para que llegue tibio a la habitación y no se ponga tan duro. Tocamos la puerta, damos los buenos días y un beso en la mejilla lo dirá todo: ¡Feliz día! Solas o acompañadas, padres o hijos, es solo un instante, el instante de detenernos a pensar, un instante de atención que nos deje saber que nos han pensado, es todo lo que necesitamos.
¡Los quiero!, ¡feliz día para todos y disfruten!
Anabella Barrios Matthies
Psicóloga de profesión – pastelera de corazón – cocinera en acción
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