Al recorrer la historia de la humanidad, podemos encontrar siempre presente en los aspectos más importantes al vino. Es muy interesante comenzar a conocer los fundamentos mitológicos sobre los cuales reposa la propia cultura del vinícola. Los antiguos secretos de su elaboración en otras épocas, las costumbres de consumo, los rituales religiosos, la magia y el arte de la elaboración de sus envases y de sus etiquetas más recientes, nos ayudan a descifrar algunos aspectos de la simbología del vino e intuir la importancia del carácter que éste imprime a las civilizaciones.
Desde las alegorías y escenas mitológicas del arte griego, pasando por el barroco y el renacimiento, hasta llegar al arte contemporáneo, el vino y sus símbolos han estado siempre presentes en el arte con un sentido de fondo. Incluso en los orígenes de la cultura judeo-cristiana, lo ha usado como símbolo de unión con la tierra: Noé en el Antiguo Testamento, Jesucristo en la instauración de la Eucaristía, entre las referencias bíblicas más importantes que tenemos.
El vino ha sido usado por artistas y creadores como un motivo que da contenido y forma a sus obras. Relacionar el vino con el arte es complejo. En la búsqueda de paralelismos tenemos, por ejemplo, que un cuadro pertenece a un autor y éste es formado por determinada escuela, el arte representado en la obra está influenciado por el lugar de origen y los acontecimientos que afectan al artista en determinado momento. Asimismo, el vino tiene un autor que es el enólogo quien está respaldado por una bodega, y la filosofía que aplica en su elaboración deja un sello y un carácter en el producto final; produce sensaciones en el que lo degusta, al igual que una obra puede hacerlo con el público que la observa.
Hay una gran cantidad de obras que pueden mostrarnos cómo el vino ha influenciado a la cultura de los países a lo largo de la historia. “Bacanal de los andrios” de Tiziano, “El gusto” de Jan Brueghel I, “Fiesta campestre” de David Terniers, “La vendimia” y “La merienda” de Francisco Goya, “Baco o la monstrua desnuda” de Juan Fernández, “el Labrador”, “El sacrificio a Baco” de Massimo Stanzione o “La Bacanal” de Nicolás Poussin, entre otras muchas.
El arte y el vino comparten un mercado con un poder adquisitivo aprovechable que, además, es amante del buen vivir. Es por eso que las bodegas y galerías se unen cada vez más para hacer promociones conjuntas. Es ésta una tendencia que crece y gana adeptos. Muchos “vernisages” (la palabra proviene del francés y se usa para referirse al último toque de barniz de una obra) están auspiciados por alguna bodega que provee las bebidas para tal ocasión. Estas alianzas estratégicas benefician a ambos productos, ya que comparten un mismo posicionamiento y target en el mercado, y de esa manera llegan más fácilmente a los consumidores Premium.
No olvidemos que el hombre funciona tanto con su parte apolínea, que lo lleva por los caminos del orden, lo estructurado, lo serio; y lo dionisíaco, que saca de él su parte improvisada, sentimental y alegre, entre otras.
Esta entrega tiene como finalidad despertar el gusanillo de la curiosidad por encontrar los paralelismos y la presencia del vino en las obras de arte que vayamos descubriendo. En el caso de hoy en la pintura, pero podemos extendernos a otras expresiones como la música, la arquitectura, escultura, fotografía o cine. Es una forma de cultivar nuestra salud mental teniendo como excusa las mejores de las herramientas.
¡Hasta una próxima oportunidad!
Ana Gutiérrez
Médico-Sommelier
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