El vino que seguramente nació de preparar zumo de uva para el deleite en las mesas de los antiguos fenicios y por una casualidad en sus viajes comerciales fermentó, abrió la puerta a un placer desconocido hasta ese momento. También la leyenda más aceptada acerca del descubrimiento del té, por el siglo 250 a.c. el por entonces Emperador de China Shen-Nung, dispuso que su pueblo hirviera el agua para asegurar una buena salud y mientras esperaba que prepararan el agua que iba a beber, vio como caían unas hojas de un árbol sobre el cuenco y por otra casualidad del destino, resultó ser la primera taza placentera de té.
Las dos bebidas nacieron de una casualidad, en o para momentos de ocio, y resultaron un placer para los sentidos.
Siempre el ser humano estuvo abierto a nuevas experiencias sensoriales. Dentro de sus culturas y religiones, cada pueblo buscó un placer que abriera las puertas a sus sentidos y luego por su estudio, descubrieron también sus propiedades medicinales. Tanto el vino como el té se asentaron y popularizaron en sus comienzos gracias a una estrecha relación con lo religioso y la medicina natural. La necesidad humana de creer en un ser superior y brindarle a este, ofrendas de placeres terrenales como tributo divino, abrió paso a su popularidad como así a sus propiedades tónicas y curativas.
En América los Mayas e Incas con el cacao, el tabaco o la yerba mate. En Oriente con el vino y el té. Desconociendo estos los procesos enzimáticos y microbianos de fermentación, descubrieron por casualidad sus resultados tanto placenteros como medicinales.
Hoy en día, con la sana excusa de volver a lo natural, muchas personas están descubriendo un mundo de sensaciones y beneficios en los productos que antaño ya se utilizaban de esa manera.
Actualmente también, en algunos de los mejores restaurantes del mundo, los sumillers está sugiriendo y descubriendo la posibilidad de armonizar sus platos con té tanto como con un vino. Puedes encontrar notas de madera, florales, frutales y herbales en un té de una determinada región y tipo como lo encuentras en el vino.
Creo que una buena forma de abrirse paso a esas sensaciones es no cerrarse solo a lo conocido. Atreverse a probar, degustar y maridar diversos productos naturales y nuevos para nuestros sentidos, aporta a nuestra memoria sensorial una valiosa información para el campo que nos realicemos, sea el mundo del vino, el té, el café, los quesos o el que más te guste.
En la actualidad me dedico, entre otras cosas, a investigar y estudiar todo lo relacionado con los sentidos y su interrelación. En algunos de mis post en el blog, trato de explicar que no puedes ser sumiller o especialista en un campo, si desconoces otros. Puedo asegurar por lo tanto, que si estas en el mundo del vino o del té, aguas minerales, aceite, quesos, etc. debes experimentar con los otros mundos y abrir tu abanico cerrado de gustos. Todos te aportarán nuevas sensaciones y esto ampliará tu memoria sensorial, ese importante archivo que muchos tienen bastante olvidado.
“Verás que pequeño era el mundo que conocías el día que abras tus sentidos a nuevas experiencias”
Fuente: Para mimar los sentidos
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