Actualmente, en el mercado español se pueden encontrar más de 300 variedades, que se dividen en cinco tipos
El origen de la pasta es incierto. Historiadores y gastrónomos no se ponen de acuerdo. Algunos dicen que la pasta llegó a Italia de la mano de Marco Polo desde Oriente. Por su elaboración, basada en triturar granos y mezclarlos en agua para cocerlos, se podría asegurar que el origen fue contemporáneo en distintos lugares y civilizaciones sin estar relacionados directamente.
La pasta es un producto obtenido por desecación de una masa no fermentada, elaborada por sémolas o harinas de trigo duro, semiduro o blando y mezclada con agua. La pasta de calidad superior se elabora con harina de trigo duro, que es la variedad mediterránea. Solo se emplea una parte del grano rico en almidón y gluten, que además le da mayor capacidad de moldeado.
La pasta industrial y seca se conserva durante mucho tiempo sin necesidad de frío. Sin embargo, la pasta fresca es de consumo rápido y necesita conservarse en nevera. Se elaboran más de 300 variedades de pasta, que se podrían agrupar en cinco tipos: Seca, enriquecida o fortificada (con masa huevo, harina de soja o levadura de cerveza), fresca, integral (más rica en fibra) y rellena.
MÁS ALLÁ DE ITALIA
Los platos de pasta son habituales en nuestros menús, ya que es económica, saludable, energética y digestiva, siempre que no se abuse de las salsas. Hay preparaciones de gran reconocimiento internacional que identifican a un territorio, como la fideuà. Se han creando pastas y recetas que en algunos casos sobrepasan a las italianas. La salsa con tomate es la más utilizada para acompañar las preparaciones con este alimento básico de la dieta mediterránea.
F. GONZÁLEZ YUSTE
Fuente: elperiodicomediterraneo.com
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