Olvídate del color del vino, simplemente sigue esta regla básica y tendrás el éxito garantizado en todos tus platos
Una buena forma de complementar la gran cantidad de sensaciones que nos ofrece un vino es maridarlo bien con los sabores del plato que queremos acompañar. La idea del maridaje ha ido evolucionando a lo largo de los últimos años, en los que se ha escrito de todo acerca de las combinaciones más afortunadas de vinos y alimentos.
Aunque las reglas tradicionales tienden a relajarse hoy en día. En la actualidad se permite el maridaje de la comida con cualquier tipo de vino, siempre que la combinación sea correcta, es decir, nada tiene de malo combinar un tinto con un pescado, siempre y cuando la combinación de sabores, texturas, acidez y tanicidad sea acertada.
Por todo ello, hay una serie de consejos que siempre conviene tener en cuenta a la hora combinar el vino con los alimentos que siempre nos pueden facilitar las cosas, como son:
- Equilibrio: es muy importante que el sabor del vino y el de la comida se realcen mutuamente sin que ninguno domine sobre el otro, o lo que es peor, que lo anule. Por eso, las comidas ligeras suelen combinar bien con vinos ligeros y las comidas fuertes o especiadas con vinos fuertes, envejecidos y de mucho cuerpo.
- Sobriedad: no conviene servir muchos vinos diferentes en la misma comida, porque el exceso de sabores acaba por aturdir el paladar. Si solo se va a servir un vino, es preferible que sea ligero y más acorde con el plato principal.
- Textura: los vinos más astringentes casan bien con los platos grasos, y los afrutados, con los sabores salados y dulces.
- Armonía: una comida bien ordenada debería conducir poco a poco a un punto culminante; lo mismo que la elección de los vinos. En general, conviene servir los blancos antes que los tintos; los secos antes que los dulces; los jóvenes antes que los viejos, sin perjuicio de que un vino blanco con mucho cuerpo pueda llegar después de un tinto joven y ligero.
EL ORDEN DE LOS VINOS
Si pensamos servir varios tipos de vino en una comida, deberemos ir siempre del más suave al más fuerte. Es decir, hay que empezar con los que tienen menos cuerpo: blancos, rosados, jóvenes, y seguir con los crianzas o reservas.
El orden recomendado es:
- Vinos blancos secos, vinos finos y manzanillas.
- Vinos rosados, cavas y espumosos.
- Vinos tintos jóvenes.
- Vinos de crianza.
- Vinos de reserva.
- Vinos de gran reserva.
- Vinos blancos dulces o semidulces y olorosos.
Asimismo, aunque cada día se abren paso nuevas tendencias, existen unas normas básicas con las que seguro no fallarás:
- Cuando en una comida vayas a servir solo un vino, debes escoger el que vaya bien con el plato principal, mucho mejor si es un vino sencillo, tanto de cuerpo como de grado alcohólico.
- Los vinos ligeros se tomarán antes que los vinos con cuerpo, y los vinos frescos antes que los que se consumen a temperatura ambiente.
- Para redondear una comida es suficiente con tres vinos: uno blanco o rosado para las entradas y el pescado, y dos tintos para los platos fuertes.
- El vino seco se toma al principio de la comida, mientras que los abocados o dulces van mejor al final.
Un aspecto importante es también la limpieza de la copa. A menudo los detergentes dejan rastros u olores que pueden acabar estropeando un vino. Por eso, conviene enjuagar muy bien la copa con agua y sacarla con una servilleta de tela, que no deje fibras, muy limpia y no perfumada.
JEREZ Y VINO ESPUMOSO, LOS "TODOTERRENO"
ESTE TIPO DE VINOS SE PUEDEN TOMAR DESDE EL APERITIVO HASTA EL POSTRE
La presencia de gas carbónico en los vinos espumosos (Cavas, Champagnes, Proseccos,...) ayuda a que este tipo de vinos pueda maridar con casi cualquier tipo de alimento, es por lo que se las llama vinos "todoterrenos".
Por ejemplo, pueden armonizar con las vinagretas de ensaladas o con encurtidos y resaltar platos más neutros, como la pasta o el arroz. Las burbujas pueden ayudar a limpiar la boca en los platos muy grasos, y acompañar sin problemas los postres si se trata de los espumosos semisecos o dulces.
Pero no es el espumoso el único vino "todoterreno", los vinos de Jerez también lo son. Su fuerte carácter salino (Finos y manzanillas) los hace ideales para embutidos, salazones y encurtidos, y para aquellos platos imposibles de maridar, como son las alcachofas o los espárragos. Los más dulces son ideales para aquellos alimentos con alto contenido en cacao.
Fuente: VINETUR
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