Existen múltiples formas de disfrutar de los restaurantes sin tener que quedarte sin dinero. Algunas son claras, otras son más sutiles | Ilustraciones de Christian Northeast para The Washington Post
Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota 5 money-saving tips for eating at restaurants, original de The Washington Post.
¡Ahhh! La comodidad de comer fuera de casa: no hay platos que lavar y puedes llevarte lo que sobró. Todo eso ayuda a que los restaurantes estén llenos, aunque los tiempos económicos actuales conducen inevitablemente a realizar algunos cambios en nuestro comportamiento. Los clientes pueden optar por recoger ellos mismos la comida en lugar de pedirla por delivery, reducir la frecuencia con la que visitan los restaurantes o cambiar de sitio. Si los buenos tiempos los pasaste en Palm, los regulares podrías estar en Outback Steakhouse.
Existen múltiples formas de disfrutar de los restaurantes sin tener que quedarte sin dinero. Algunas son tan claras como el vodka: simplemente dile no a los cócteles de 15 dólares; otras son más sutiles, como cuando te sientas en un restaurante. Repite conmigo: los bares pueden ofrecer rebajas.
También vale la pena investigar un poco antes de salir. Revisar los menús online y decidir tu pedido con anticipación es el equivalente a escribir una lista antes de dirigirte a la tienda de comestibles. No dejes que tu estómago piense por ti.
Por eso, aquí mostramos cinco estrategias para cualquier persona interesada en reducir sus gastos mientras piensa en lo que va a comer en un restaurante:
Reconsidera la forma en la que pides la comida
No existe una regla que diga que debes pedir un aperitivo, un plato principal y un postre, y mucho menos en ese orden. Considera duplicar los aperitivos. Los primeros platos suelen tener más creatividad que los platos principales, y las porciones más pequeñas de dos platos te permiten probar más del trabajo manual de un chef. Unos pocos bocados de algo también minimizan el riesgo de aburrimiento.
Otra estrategia es pedir una o dos guarniciones para comenzar y dividir un plato principal. Algunos primeros platos son lo suficientemente sustanciales como para calificarlos como una buena comida ligera. En Exhibit A del Hitching Post en Washington DC ofrecen dos pequeñas chuletas de cordero a la parrilla, servidas con una pequeña ensalada verde -como aperitivo- por 16 dólares. “Realmente quiero darle a la gente algo especial a un precio más bajo”, comenta el chef y propietario Barry Dindyal. “No todos pueden pagar” la porción del tamaño de un plato principal.
Optar por el almuerzo o por la cena
¿Adivina qué? El branzino mediterráneo que cuesta 35 dólares por la noche en Modena, en Washington DC, cuesta cuatro dólares menos por la tarde (esa misma porción y presentación). El almuerzo tiende a ofrecer mejores ofertas que la cena, incluidos los menús de precio fijo. En Il Mulino Prime en Nueva York, la sucursal de Gramercy atrae con un almuerzo de tres platos por 35 dólares (y media docena de opciones de aperitivos y platos principales). Art and Soul en Capitol Hill, Washington DC, ofrece en su bar una power hour (hora del poder) al mediodía: una selección de sándwich, ensalada o papas fritas y cerveza de barril o vino de la casa por 22 dólares, unos cuantos dólares más que el precio de un sándwich en el comedor.
Los cócteles de dos dígitos pueden hacer que tu cuenta aumente considerablemente. Pero también pueden hacerlo otros líquidos. “Haz una pausa antes de salir” y pregúntate si vas a gastar mucho o poco, dice Clark Wolf, consultor de alimentos, restaurantes y hospitalidad con sede en California. “¿Voy a comprar agua embotellada y un espresso doble o no?”.
Wolf comenta que si quieres un trago de cafeína, lo mejor es ir a una cafetería, donde es menos costoso que en un restaurante. Busca establecimientos que ofrezcan agua de cortesía con o sin gas. No solo es mejor para el medio ambiente, porque el agua no se transporta en camiones y los vasos de la casa se pueden reutilizar, sinoq que dar agua gratis es una señal de hospitalidad. Si realmente quieres vino, cerveza o un cóctel, considéralo antes de ir a un restaurante, o incluso después, para ahorrar dinero.
Llénate en las horas felices (happy hours)
La actualidad se siente como una época dorada con restaurantes de todo tipo extendiendo tanto los horarios como los días que ofrecen happy hours (horas felices). El Bar Charley en Washington DC atrae a los cazadores de ofertas con una selección de ocho cócteles por 7.95 dólares toda la noche del lunes y por 90 minutos el resto de la semana. El copropietario Jackie Greenbaum dice que “si no hay ofertas no es divertido”.
Cuando las happy hours se convirtieron en apretones de manos durante la pandemia, Bar Charley siguió ofreciendo descuentos, impulsados en parte por las consultas de los fanáticos. “Se ha convertido en una institución”, dice el restaurador sobre la oferta. Joe’s Seafood, Prime Steak & Stone Crab, cerca de la Casa Blanca, ofrece su “hora de cóctel” de 2:30 pm a 6:00 pm de lunes a viernes. Durante ese tiempo, los clientes pueden disfrutar de sus bebidas con rebajas acompañadas de sliders de salsa francesa y huevos de langosta rellenos por poco menos de 7 dólares cada uno.
Los días de comida en la hora feliz que consistán en cotufas o pizza han terminado. El Vermilion (en Virginia) permite que los comensales puedan crear sus propios “paquetes de refrigerios” (tres gustos por 15 dólares) entre fantasías como tostadas de anchoa con salsa verde y alitas de pollo rellenas con hinojo agridulce.
Llévate a casa lo que sobró
He convertido el kimchi que no me comí completo esta noche en el salteado de mañana y transformé la baguette sobrante en budín de pan. (Es cierto que no siempre soy el que se come eso. Mi lebrel, Henry, podría ser el canino mejor alimentado de la ciudad gracias a las bolsas para perros que realmente van para el perro). Como alguien que sirvió mesas en una vida anterior y ha entrevistado a lavaplatos en las cocinas de los restaurantes, puedo decirles que a nadie le gusta el sonido de raspado-raspado-raspado de comida que se lanza a la basura. Es el sonido del desperdicio.
Wolf, el consultor, tiene algunas selectas palabras para los comensales que están considerando reducir la cantidad de propina para ahorrarse dinero.
“¡Espera! Para eso quédate en casa”, dice. “Si quieres que haya restaurantes, cuida bien al personal. No son sirvientes y tú no eres de la realeza”.
Por The Washington Post
Traducido por José Silva
Traducido por José Silva
Fuente: El Diario
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