Se elabora en Tokaji,al nordeste de Hungría, y es una denominación de origen pionera en utilizar uvas botrytizadas aa |
El Disznókő Tokaji Aszú Eszencia 2005, procedente del nordeste del país, marida con todo, ensalza las elaboraciones e invita a compartir buenas vibraciones
Es un vino ilustre y perenne, capaz de crecer y esperar durante décadas en la botella como el genio de la lámpara de Aladino, deseoso de cumplir sueños y deseos. Cada sorbo provoca una tierna sonrisa: dulce e inexplicablemente se inicia un esbozo curvo en la comisura de los labios. Y al compartirlo uno piensa que todos debiéramos tener una foto de nuestro rostro al probar por primera vez un Aszú Eszencia, en especial de Disznókő.
Tokaji es uno de los mayores embajadores de Hungría. Es una zona al nordeste del país plena de colinas que fueron volcanes con un terreno de lava cubierta de arena; es una de las dos primeras denominaciones de origen junto a Oporto, es la pionera en utilizar uvas botrytizadas – dos siglos antes que Sauternes -, es un vino, orgullo e historia.
Tokaji es una de las dos primeras denominaciones de origen junto a Oporto
Gracias a su único clima, en especial el otoñal, conviven dos esenciales tipos de hongo en la creación de los más excelsos Tokaji: el Cladosporium cellae, que crece en las cuevas donde envejecen los vinos y llega a hacer de manto a las botellas y la Botrytis cinerea que en esta zona pasifica las bayas y concentra sus azúcares.
La reina de las variedades de uva es la furmint, de piel fina y aromas de membrillo y acacia. Solo con ella se elabora el Disznókő Tokaji Aszú Eszencia.
Disznókő Tokaji Aszú Eszencia 2005. Tokaji. 7%. 170 euros TimeLabStudio |
Este 2005 es joven, apenas un cadete en cuanto a edad y todo un rey en cuanto a placer. Viste con traje de ébano y se perfuma con elixir de miel fresca y naranja escarchada, nueces y brevas. De repente se erizan los pelos de la nuca: un divertido sentimiento que queda para el recuerdo. Posteriormente se percibe el pan de higos y el característico olor de un mueble viejo; un pequeño viaje a la despensa de la abuela con su puerta que chirría, mientras en la cocina hay un cazo a fuego directo donde se funde un caramelo.
Sus sorbos son de frescura, lo que resulta increíble ya que posee más de 180 gramos de azúcar/litro. Es sorprendente, divertido y mágico. Es eterno y unas pequeñas gotas sacian y enamoran. Este vino se mastica y se paladea mientras él se pasea y danza en la punta de la lengua envolviéndola con ternura y untuosidad.
Notas de cataSe exhalan aromas de roscón de reyes, bollo con pasas, ceniza de naranjo y tabaco rubio. El vino desciende y deja un sello en boca con lacre de virutas mentoladas de chocolate, repostería fina, piruletas y fresas silvestres, el vapor de una infusión de manzanilla… un completo vicio. Todos estos aromas se abrazan en la boca, aguerridos se resisten a retirarse, se afincan con una base de lavandas, plátanos, mermeladas frutas blancas de hueso, aceitunas y una rebelde nuez de cola.
Exhala aromas de roscón de reyes, ceniza de naranjo; en boca deja un sello de virutas mentoladas de chocolate y repostería fina
Interior de la bodega donde se elabora este brillante vino húngaro a |
Marida con todo sin necesitar nada, ensalza las elaboraciones y en sí es único y brillante. Al final, la copa asemeja un cajón de juguetes olvidados, mientras uno se da cuenta que este vino incita a compartir, reír y añorar; se presta a la imaginación, al ingenio y abrir el corazón. Como una de sus mayores virtudes, destacar que es uno de los vinos que mejores sentimientos hace renacer.
Maximiliano Bao
Fuente: La Vanguardia
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