¿Quién no ama después de una buena cena, poner el cierre de oro con un delicioso postre y un vinito a tono? Del maridaje entre postres y vinos mucho se ha escrito y en esta ocasión compartimos algunos trucos para lograr la armonía perfecta.
Comenzamos por decir que la copa no tiene que ser precisamente de las más pequeñas, y que necesariamente no tiene que acompañarse el postre con un vino dulce. Vamos con tres propuestas.
Vinos y postres de chocolate
El chocolate es probablemente la opción a la que más recurran los amantes de los postres, y es que más allá del tipo de cacao o elaboración, este es uno de los dulces más consumidos al final de la comida.
Algunos recomiendan acompañar un postre de chocolate con un buen vino pasificado de la variedad Pedro Ximénez, una de las opciones si el chocolate no es demasiado dulce para que no resulte excesivamente empalagoso, pues es una de las cosas a tener en cuenta.
Se debe considerar que el porcentaje de cacao del chocolate influye en el dulzor del mismo y, a su vez, en el maridaje con los vinos. Chocolates con un alto grado en cacao, amargos, o postres elaborados con estos chocolates, como pasteles, combinan bien con vinos tintos a base de cabernet sauvignon o de merlot así como ciertos tempranillos que contengan notas de frutos rojos pasificados.
Aquellos chocolates con un 50% de cacao combinan bien con tintos dulces añejados como oportos, y en el caso de chocolates de leche (menos del 40% de cacao) también se podrían elegir vinos a base de pinot noir.
Si hablamos de chocolates blancos, que están elaborados con manteca de cacao leche y azúcar y resultan más dulces y cremosos, maridan mejor con vinos dulces naturales a base de moscatel, por ejemplo.
Vinos y postres de frutas
Es común encontrar dulces con frutas naturales como ingredientes, eso permite jugar con varias opciones de acompañamiento. Podemos tomar un espumoso como por ejemplo un cava, sin olvidar que hay otras “categorías” dependiendo del nivel de azúcar, aunque la variedad utilizada también influye en la “sensación” de dulzor.
Un brut de variedad subirat parent puede encajar perfectamente con algo tan tradicional y simple como es un melocotón en almíbar. Un vino tipo frizzante por su bajo contenido alcohólico y sus frutas y flores fácilmente identificables también acompañan muy bien a la fruta fresca, aunque se acompañen de alguna crema.
La clave del maridaje radica en el equilibrio entre los aromas de las frutas y los aromas de los vinos. Así, si bien con las frutas los vinos dulces pueden combinar en general, con frutas del tipo de los melocotones, los albaricoques, etc. maridan mejor moscateles jóvenes, mientras que con frutas cítricas buscaremos vinos dulces con elevadas notas cítricas. A su vez, en el caso de frutos rojos o negro (frambuesas, fresas, moras, etc), buscaremos vinos con coloraciones rojizas, violáceas y notas a frutos del bosque y ciertos vinos de hielo.
Para tartaletas de frutas también pueden funcionar los vinos espumosos (que a la vez combinan con los postres con crema). Y para las frutas escarchadas o desecadas los vinos generosos andaluces son una buena opción, sobre todo a base de Pedro Ximénez como los de la DO Montilla Moriles para pasas, higos secos, etc. Y los orejones maridan también bien con moscatles envejecidos.
Vino y postres helados y cremosos
Los helados son unos de esos postres que todos amamos. En dependencia del sabor del helado podríamos elegir infinita variedad de combinaciones. Los postres cremosos combinan bien con cavas brut o vinos espumosos secos o semisecos.
En el caso de postres con crema pastelera (tartas, tartaletas, etc), también pueden funcionar vinos rosados semisecos. Y para helados cremosos, los vinos dulces naturales a base de monastrell (como el generoso Fondillón de la D.O. Alicante, por ejemplo,) también son una buena opción.
Fuente: Excelencias Gourmet
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