La suavidad característica del quesillo y el sabor adictivo del chocolate generan una combinación espectacular para ser disfrutado en un momento de total relax, o para conseguir ese estado de tranquilidad al disfrutar de este postre.
Para su preparación necesitamos:
- ¼ taza de agua.
- 1 taza de azúcar.
- 1 taza de leche.
- 200g de chocolate de leche.
- 1 lata leche condensada.
- 5 huevos.
- 1 cucharadita de cacao en polvo.
- Si les gusta un toque de licor combina perfectamente con ron de naranja.
Lo primero que debemos hacer es precalentar el horno a 180° - 350° y disponer de agua caliente para el baño de maría.
Luego preparamos el molde con un caramelo que hacemos con el agua y la taza de azúcar, a lo que le agregamos unas gotitas de jugo de limón para evitar que se caramelice. Dejamos que se forme el caramelo de un bonito color ámbar, cuidando que no se queme para que no tome un sabor amargo.
Posteriormente procedemos a derretir el chocolate en la leche, primero calentamos la leche sin que llegue a hervir y luego de retirar la olla del calor agregamos el chocolate en trocitos para lograr que se funda. No debemos permitir que hierva la leche ni agregar el chocolate en el calor debido a que podemos quemarlo. Dejamos enfriar.
Finalmente procedemos como en la preparación típica para un quesillo: en el vaso de la licuadora colocamos la leche condensada, los huevos, la leche con el chocolate derretido y el cacao en polvo; si nos agrada el toque de licor, también podemos agregar unas gotitas de ron de naranja, batimos hasta lograr una mezcla homogénea.
Vertimos en el molde acaramelado y horneamos en baño de maría durante una hora o hasta que al introducir un palito salga limpio.
Al sacarlo del horno lo dejamos reposar antes de desmoldar para llevarlo a la nevera.
¡Feliz horneado!
Susana Rivas
Maestra Pastelera
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