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Taninos, yema de huevo, vejiga de pescado... ya desde la Antigua Roma, los vinicultores empezaron a añadir aceite de oliva, agua de mar y resinas a su producto.
El vino se sirve con una copa en la que están inscritos los nombres de los antepasados de los vinicultores georgianos: algunos de los primeros vinos del mundo se elaboraron en esta zona alrededor del 6000 a.C. Los aditivos del vino se hicieron comunes a lo largo de milenios de desarrollo vinícola.