Hasta noviembre de 1994 se creía que estaba extinguida, pero ese mes el experto francés Jean Michel Boursiquot redescubrió la cepa en Chile, a más de 10 mil kms de su lugar de origen.
Se creyó extinta, pero el Carménère reapareció mundialmente en la zona central de Chile, a donde llegó sembrada junto a plantaciones de merlot y cabernet, por lo que se confundió con esas cepas.
Recién en 1991, el ampelógrafo francés Claude Vallat indicó que un tipo de merlot producido en nuestro país no era lo que se pensaba. Y dos años después, Jean Michel Boursiquot logró concluir que era carmenere, y así se convirtió en un vino de renombre mundial y de las más premiadas de Chile.
Una de las tintas que más “se hace esperar” para llegar a su maduración, “veleidosa” respecto a su cuaja productiva, “rústica”. La cepa carmenere “no es fácil de producir y esa es la apuesta”, dijo Pedro Vega (47), viticultor y gerente agrícola que lleva 21 años en las tierras productivas de TerraNoble.
En 1993, la empresa se instaló en el valle del Maule como una viña especializada en merlot. Ya redescubierto el carmenere en el país, tanto este como otros proyectos, iniciaron procesos de limpieza y uniformado de tierras para equilibrarlas ya que “parte del secreto carmenere está en el balance de su expresión vegetativa”, reveló quien siempre tuvo clara su vocación de agrónomo dada su tradición familiar.
Marcelo García (47) va a cumplir siete años en la misma viña y 22 años como enólogo. Siempre quiso estudiar hotelería y le gustaba cocinar pero en ese entonces no había muchos lugares donde formarse. Tampoco era sencillo conseguir un vino, no bastaba con ir al supermercado y elegir, se mandaba a hacer.
Eligió agronomía “para no trabajar en oficina” y tuvo la oportunidad de hacer un diplomado en enología que realizó inspirado en esas decenas de botellas que pedía su padre y ocupaban un lugar en su casa.
Para García hablar de la historia del carmenere es remitirse a la historia de una variedad “que ha cambiado mucho en los últimos diez años, quizá la que más lo ha hecho”, planteó y luego hizo un breve recorrido de la historia de la cepa, que es también la historia de TerraNoble.
Pedro Vega y Marcelo García
Conociendo la cepa
“En principio fue mucho trabajo, prueba y error. En los primeros años, se plantó en muchas zonas que no eran los lugares más adecuados porque esta variedad requiere calor”, comentó el gerente de enología y operaciones de la empresa.
Según contó, en 1998 se exportaron los primeros productos de la empresa. Desde 2003, la viña tuvo su expansión internacional a mayor escala, lo que además iba de la mano con la expansión de la viña al valle de Colchagua, donde plantan carmenere.
En 2008 nació el premiado proyecto carmenere CA1 Andes (de la zona de los Lingues) y CA2 Costa (de la zona de Lolol), dos vinos elaborados a partir de fruta cosechada en dos viñedos diferentes del Valle de Colchagua.
Alejandro Abarca, gerente general de la viña, destacó que “en estos 30 años de la viña, la cepa carmenere se ha convertido en parte fundamental de la esencia de TerraNoble y de su oferta comercial tanto en Chile como a nivel internacional mercados en que la viña hace un significativo esfuerzo de promoción del carmenere como distintiva de la oferta vitivinícola de Chile donde el proyecto Carmenere CA juega un papel fundamental”.
Recientemente se realizó una inédita cata vertical con los vinos CA1 y CA2 de los años 2011, 2012, 2014, 2016, 2018, 2020, para ejemplificar las diferencias y semejanzas de esta variedad plantada en dos distintos terroir, Andes y Costa.
Pedro Vega comentó que “con el correr de los años hemos ido aprendiendo a conocer y querer al carmenere. Junto a mi equipo, buscamos implementar las mejores prácticas sustentables para entregar a los enólogos fruta de excelencia que les permita elaborar vinos que representen el lugar y la tipicidad de la variedad”.
Sobre la vinificación a lo largo de estos años, Marcelo Garcia sostuvo que ha ido cambiando tanto en los tiempos de guarda de 12 a 16 meses como también en el uso de barricas. A partir de 2016, TerraNoble introdujo el fudre y en los años siguientes incorporaron nuevas tecnologías. Pero notaron cambios “importantes” en las cosechas.
“Nos interesa mucho que se sienta el terroir de cada carmenere, y su fruta”, explicó.
Los cambios de la industria y el futuro ante la sequía
El Ministerio del Medio Ambiente reconoce que Chile “es un país vulnerable al cambio climático”. La variación del clima del planeta debido, directa o indirectamente a la actividad humana, altera la composición de la atmósfera y conlleva a eventos meteorológicos que provocan cambios en la tierra, el aire y el agua, además del riesgo de incendios. Y esto impacta en las diversas actividades humanas a diferente escala.
-¿Qué impacto ha tenido el cambio climático en la producción?
-Marcelo: Los primeros 15 años de cosecha había pequeñas variaciones de 2-3 días en las fechas de cosecha y desde 2016 las cosechas fueron distintas. Hemos tenido que aplicar mallas, bloqueadores solares, disminuir canopias (trabajos realizados sobre la "parte verde" de la planta, como las podas), manejar los riegos de otra manera. La vendimia 2020 duró 40 días de los tres meses que duraba.
-Pedro: El cambio climático se ha notado fuerte desde 2016, las fechas de cosecha se han adelantado, 2020 y 2021 fueron años secos. También vemos mucha diferencia entre temporadas.
-Están por cumplir 30 años de historia y han habido cambios en la sociedad ¿Cómo enfrentan la incorporación de mujeres?
-Pedro: Estamos viviendo una sociedad de cambios, eso es claro, pero no hacemos esas diferencias. Vamos a incorporar mujeres y lo estamos haciendo para entender que tiene sus utilezas muy importantes de las que no disponen los hombres. Hay otro tipo de herramientas para el manejo de las personas. La gente de campo es dura, uno les pone una jefa mujer y se suaviza al tiro todo porque no pueden ser agresivos con una mujer. Se hace más fácil el trato. Además la tecnología facilitó esta inserción.
-Marcelo: La agronomía es bien machista, el trabajo de campo es más de hombre que de mujer pero eso ha cambiado. He trabajado con enólogas mujeres y para mí no hay un tema, tienen mucho talento en la degustación, da un aporte distinto, son más delicadas, el trabajo es más limpio, aportan cosas distintas. Aportaron mucho al rubro, trabajan de otra manera, están en el rubro y quedaron para quedarse.
Mayron Sills
Fuente: El Mostrador
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