- Tinto blanco. Generalmente las carnes rojas, pizza, barbacoa o alimentos muy condimentados se acompañan con vino tinto; mientras que los pescados, ensaladas o bocadillos van bien con un vino blanco. Finalmente, los postres suelen disfrutarse mejor con vinos espumosos y frutales. Lo importante es que ni la comida ni el vino deben brillar uno sobre el otro.
- Variedad de uva. Del tipo de fruto dependerá el sabor del vino, más seco o dulce. Por ejemplo los vinos blancos tienen su característica especial de uvas Chenin blanc, Suavignon blanc, Terronés, Chardonnay, Semillón, etc. En tanto los vinos tintos se producen con uvas rojas como la Pinot Noir, Malbec, Syrah, Merlot, Cabernet Suavignon, etc.
- Año de cosecha. Así se determina la edad del vino. En el caso del tinto usualmente se necesitan madurar un par de años, es decir, fíjate en la etiqueta qué año es y que por lo menos sea de dos años atrás a la fecha que lo estas adquiriendo. Aunado a esto, si prefieres un vino fresco y con un pequeño toque de acidez lo más recomendable es un vino de cosecha joven. Pero si eres de paladar ‘complejo’ puedes optar por los añejos, de gran cuerpo y color.
- Precio. No te dejes seducir por el precio, hay una gran variedad de marcas en el mercado que te ofrecen vinos de excelente sabor a bajo costo.
Fuente: El Arsenal
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