En más de una oportunidad hemos escuchado que somos lo que comemos, y yo agregaría que comemos lo que vivimos. Creo que nuestras costumbres desde niños son vitales, pues cuando salimos del país, cambian nuestras condiciones de vida, de alguna u otra forma sentimos que nos vuelve el aliento cuando nos reencontramos con aquel estilo de comer, aquella costumbre del desayuno, o la sazón del almuerzo, la compañía de la cena. Pero también es cierto que nuestros ritmos agitados de vida nos alejan de nuestras costumbres y de lo recomendado nutricionalmente. Hoy veremos como es posible que los detalles de nuestra vida cotidiana nos hagan difícil seguir los lineamientos de una buena nutrición y veremos como al estar al tanto, logramos ser un poco más considerados con nosotros mismos y así, ser más felices y hacerlo posible.
En los últimos tiempos, mi trabajo me ha llevado a tener varios cambios en mi rutina diaria, cambios que no me ha dado chance de acostumbrarme o aburrirme, porque cuando comienza hacerse costumbre me toca hacer otra cosa, y con esos cambios, lejos he estado de mis hábitos alimenticios y de aquellos logros nutricionales que enarbolaba hace poco: la frutica por la mañana, los vegetales en todo… Siempre se nos dice, cuando asistimos donde un nutricionista, que no es una dieta ni un plan nutricional, sino que es un cambio en nuestro estilo de vida, y en nuestra vida, en el ciclo de la vida, suceden tantas cosas que realmente nuestra alimentación ha de ser dinámica.
Cuántas veces se nos altera nuestro estilo de vida y qué difícil es, cada vez que eso nos sucede, mantener nuestro estilo o costumbres alimenticias. Inevitablemente, más allá de ser lo que comemos, comemos lo que vivimos, porque cuando cambiamos de trabajo, o nos agregan una reunión que no estaba pautada, el apuro comienza a formar parte de nuestro día y así comemos, apurados para salir del paso, y eso es tan contrario a lo que nos sugiere nuestro nutricionista, que comamos lento.
De alguna forma, todos los cambios que he tenido en mi cotidianidad, me han hecho pensar que quizá, para cumplir a cabalidad y con regularidad un plan alimenticio recomendado por un nutricionista, nuestra vida debe girar en torno a lo que comemos y nuestros horarios para hacerlo. Hay quienes cuentan con una persona que les ayuda en casa y les prepara la comida, pero no todo el mundo cuenta con esto. ¿Qué pasa cuando una mujer queda embarazada?, ¿qué pasa cuando da a luz?, no sólo su ritmo de vida se altera y queda volcado sobre el bebé, de alguna forma la rutina de toda la familia queda alterada, la mano que da el esposo es la mejor intencionada; pero con seguridad el hermanito mayor de ese bebé, en esos días no comerá igual que antes que su mami diera a luz.
¿No cambia nuestra forma de comer cuando nos mudamos de casa? De repente no tenemos lo que teníamos en la casa anterior, o aún no nos hallamos, entre tantas cosas no nos ha dado chance de ir al supermercado y aunque querramos y sepamos que lo ideal es comer una porción moderada y que cada comida debe incluir todos los tipos de alimentos, vegetales, verduras, carbohidratos, proteínas y más, simplemente no nos es posible.
Otro ejemplo, cambiamos de trabajo, las distancias que nos toca recorrer para llegar ahí son otras, despertamos más temprano para llegar ahí, y los primeros días estamos muy cansados como para hacernos nuestra lonchera, lo que nos ofrece el comedor o los locales cercanos es otra cosa; o tal vez, de repente es un trabajo más holgado, con horarios más relajados y entonces todo lo que comemos se nos convierte en rollitos.
Mis queridos amigos, hoy simplemente un par de ejemplos para mostrarles que tener un estilo de vida saludable, comer lo que y como nos lo recomiendan los nutricionistas no es tan sencillo, lo digo no para que tiren la toalla y digan que sus propuestas son utópicas, lo digo para que sean más considerados con ustedes en el camino cuando hacen el intento de llegar ahí una y otra vez. Sigan adelante, es un camino que hay que recorrer y en él hay paradas y desvíos. Así, en el camino, no solo procuremos buena comida, busquémonos buenas experiencias, raticos de esparcimiento, de disfrute, harán que nuestra comida se acerque al placer y se aleje de la necesidad o del deber y nos siente bien.
¡Se les quiere! ¡Hasta la próxima!
Anabella Barrios Matthies
Psicóloga de profesión – pastelera de corazón – cocinera en acción
No hay comentarios. :
Publicar un comentario