viernes, 15 de julio de 2011
Nuestro Editorial: Gastronomía: Compañía Anónima
Para todos aquellos que amamos la gastronomía desde una posición de curiosidad, de aprendizaje continuo, e incluso de aquellos que apenas distinguen algunos sabores sin demasiados matices, saben que la mesa convoca, hermana, invita al acompañamiento, al compartir. ¿Cuántas veces no hemos experimentado esa melancolía inherente al acto de comer solo? Por eso mismo es frecuente el intercambio de impresiones en las cuales existen componentes objetivos y, también, aspectos subjetivos que puede llevar a deliciosas discusiones que se extienden hasta la sobremesa o nos acompañan los días siguientes. Como en todo otro campo humano, algunas veces estamos de acuerdo y en otras disentimos, pero es el balance de las opiniones lo que enriquece.
Por eso, hemos observado con curiosidad la manera de como estas discusiones, cuando se dan a través del Internet, cada vez de manera más frecuente incluye "opinadores" anónimos. Personas que para disentir, criticar o exponer su punto de vista deciden no utilizar su nombre con diversas excusas. Algunos, haciendo gala de una paranoia propia de la época de la Guerra Fría, temen "persecuciones". Otros dicen que de revelar su identidad no podrían seguir criticando pues sería excluidos de los círculos gastronómicos. La forma de operar de estos dos primeros grupos es, en el caso Twitter, un perfil con nombre jocoso y un avatar de caricatura.También están los que reclaman el "secreto de la fuente" (aunque la fuente sean ellos mismos).
¿Cuál es la realidad? Que personas de poco talento, mucho resentimiento y, sobre todo, cobardía, bajo el anonimato son capaces de decir cosas que ni siquiera pasados de tragos dirían. Mienten sobre instituciones, locales y personajes de la gastronomía, con el único objeto de ver si logran alguna figuración. Su conducta, destructiva y tóxica, los lleva de blog en blog, de tweet en tweet, de chisme en chisme, repitiendo sus falacias y, aunque no consigan nada, al menos les queda el disfrute morboso de la mortificación ajena.
Sin embargo, es importante entender que parte de la responsabilidad la tenemos quienes alentamos esos comportamientos, proporcionando tarima a estas personas, convirtiéndonos en cómplices pasivos de una situación delicada, que en algunos casos pudiera traer problemas legales imprevisibles. Mientras muchos damos la cara y comentamos la escena gastronómica hay quienes se escudan en el anonimato para calumniar, vilipendiar y denigrar el trabajo ajeno. Lo más triste es que no es difícil imaginarse a estos personajes en actitud sumisa y adulante cuando deben enfrentar a quienes critican porque, en el fondo, su cobardía viene mezclada con una profunda envidia."Es para destruir el sistema desde adentro", dirán cuando sean descubiertos.
Aunque se atribuyen conocimientos que pueden tener en mayor o menor medida, estas personas se autoexcluyen del mundo de la gastronomía porque, simplemente, atentan contra esa esencia de compartir, cara a cara, para celebrar o para discutir, pero siempre con la honestidad por delante. Producto de una época en la que el factor ético parece siempre postergado, estas personas son capaces de hacer cualquier cosa con tal de continuar su destructivo andar.
Entonces, desde esta tribuna del Gourmet Urbano nos preguntamos: ¿permitiremos que conviertan la gastronomía, ésa que alabamos y que en muchos casos de ella vivimos, en una "compañía anónima"?
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(
Atom
)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario